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Hoy Turquía – Segunda Parte

Todavía no amanece en Estambul y el llamado al rezo despierta a todos. Hace años que los altavoces reemplazaron al llamado a oración desde las alturas de los minaretes y éstos suenan más potentes y son replicados en cada mezquita, cubriendo ésta ciudad de más de 15 millones de habitantes.
domingo, 2 de agosto de 2020 · 09:37

Ciudad de las Mil Mezquitas?

La gente se refiere a Estambul como La Ciudad de las Mil Mezquitas y a simple vista la cifra parece exagerada o sólo un slogan publicitario, pero lo cierto es que hasta la fecha, solo en el área metropolitana de la ciudad hay más de 3.300 mezquitas y todas ellas replican los llamados a oración desde horas muy tempranas. Así que si tu idea es conocer mezquitas en Estambul deberías enfocarte sólo en algunas de ellas y tener en cuenta que podrás ingresar en muchas de ellas sin problema y en forma gratuita a excepción de Santa Sofía que hoy es un templo ecuménico y un museo y la entrada ronda los 10 euros.

En Turquía casi todas las mezquitas están abiertas a los no musulmanes y tanto hombres como mujeres pueden entrar por la puerta principal al templo. Sin embargo, hay países como Egipto en donde los ingresos están restringidos y los hombres pueden entrar por la puerta principal, mientras que las mujeres solo deben entrar por una puerta lateral y quedar recluidas en su área de oración sin poder circular por la sala.

En Estambul, cada sultán que la gobernó, construyó una mezquita para conmemorar su reinado o para homenajear a un familiar y como ya dijimos, son muchas. Más antiguas, más modernas, más grandes o más pequeñas, con más o menos minaretes, pero hay algunas que deberías visitar como la Mezquita de Fatih, Sehzade, Süleymaniye, Rüstem Pasha, Ortaköy, Camlica, pero tal vez la más fastuosa de todas sea la Mezquita de Sultán Ahmed I o Mezquita Azul, que fue la única que tenía 6 minaretes dándole sentido de magnificencia. Santa Sofía o Hagia Sofía, fue el templo cristiano más grande de su época, pero luego fue convertida en mezquita y desde hace años es un museo. Así que vamos de paseo.

Fatih Camii, la Mezquita del Conquistador Mehmet II

La Mezquita de Fatih, es una de las más grandes y lindas, construida en el corazón de la ciudad luego de la caída de Constantinopla, por orden de Mehmet II “El Conquistador”, sobre los restos de la Iglesia de los Santos Apósteles. Algunos dicen que se construyó para rivalizar con Santa Sofía, aunque se sabe que el resultado final del edificio no fue del agrado del Sultán, al quedarse corta en su comparación con la basílica bizantina, por lo que el arquitecto, pese a que su trabajo fue brillante, acabó sufriendo como castigo la amputación de su brazo. La mezquita, aún conserva el patio, la entrada principal y la parte inferior de los minaretes de su construcción original y es muy querida por los fieles musulmanes, aunque sigue siendo la tumba del Mehmet II la que sigue atrayendo todas las fotos y miradas al ser una de las figuras claves para entender la expansión del Islam y del Imperio Otomano después de la caída de Constantinopla, el imperio otomano comenzó a crecer y se convierte en una amenaza para toda Europa, ya que destierra a los eruditos a Italia, cierra el acceso al Mar Negro y con ello su vía de comunicación con la India, obligando a los europeos buscar nuevas rutas que conducen a Cristóbal Colon al descubrimiento de América y a Vasco da Gama a rodear África hasta llegar a India.

Süleymaniye, la Mezquita de Suleimán

Años más tarde la expansión del Imperio llega de la mano de Selim I quien conquistaría Siria, Egipto y Arabia y adopta el título de Califa tras la toma de La Meca. En sus batallas, Selim I era acompañado por su hijo Suleimán, llamado “El Magnífico” y al suceder a su padre en el trono otomano en 1520, el imperio alcanzaría su máximo esplendor, no sólo por la solidez de su organización militar y administrativa, en donde convierte a Estambul en gran centro intelectual, sino que también expande sus territorio a Europa, anexando los países balcánicos, Grecia, Rumania, Hungría, asolando a Austria. Años después invadiría Jordania, Irán, Irak, Armenia, llegando incluso a las puertas de India.

Pero en toda realeza o sultanato también hay intrigas de poder y eso también pasó durante en el reinado de Suleimán.

Cómo todo sultán vivía en un gran palacio con sus dos concubinas, pero también tenía su harem con cientos de esclavas llegadas de distintos territorios anexados. Una de esas esclavas había sido raptada por los tártaros, siendo muy joven y luego regalada para ser odalisca en el harem del sultán. Ella se llamaba Roxelana y era una joven nacida en un entorno cristiano. Cuando llegó comenzó en las posiciones más bajas de las labores del harem, pero se destacaría muy pronto por su simpatía, ganándose el apodo de Hürrem (risueña), virtud que añadida a su belleza y oratoria llamaron la atención de la madre de Suleimán y ella se encargaría en darle una buena educación, tanto en idiomas como en artes palaciegas y convertirla también al Islam.

Al llegar al trono Suleimán ya tenía sus concubinas y con una de ellas, Mahidevran Gülbahar, tenía a su primogénito: Mustafá quien estaba predestinado a ser el heredero del Imperio, pero la astucia de Roxelana cambiaría el destino sucesorio ya que ella conocería a Suleimán, éste se enamora, se casa con ella y rompe toda tradición otomana que prohibía el casamiento entre nobles y esclavos. Ella no sólo se convierte en su esposa legal y en su favorita, sino que también le otorga el título de sultana y la convierte en su principal consejera para asuntos privados y del Estado. Este hecho, de que una concubina alcanzará tal rango, no sólo causó profundas críticas dentro de la corte del Palacio Topkapi, sino también las envidias se agudizaron entre las rivales de alcoba.

Roxelana poco a poco arma su estrategia. No solo se las arregla para alejar a familiares y amigos que aconsejaban a Suleimán y quedar ella como principal consejera, sino que aprovecha su rivalidad con Mahidevran para sacarla del medio. Así que genera una pelea entre ellas, Suleimán se entera y pide hablar con las dos. Roxelana se disculpa y le manda a decir que no se presentaría porque se avergonzaba de que la viera en las condiciones que estaba ya que Mahidevran la había arañado hasta dejarla impresentable. Como consecuencia, el sultán se enfurece y expulsa de la ciudad a Mahidevran.

Con Suleimán tiene 6 hijos a quienes favorecerá para que sean sucesores del sultán, pero pese a contar con el amor incondicional de Suleimán, ninguno podría acceder al trono por pleno derecho mientras Mustafá, hijo mayor de Suleimán, estuviera vivo. El hijo mayor de Roxelana se llamaba Mehmed y dicen que era el preferido del sultán, pero muere de viruela, aunque algunos dicen que muere envenenado por su propio hermano Cihangir, influenciado por Mahidevran para favorecer a Mustafá, que no solo era el hijo mayor, sino también el más fuerte, un buen administrador, un hábil guerrero, amado por su pueblo y respetado por el ejército. En honor a su hijo Mehmed, Suleimán ordena construir la Mezquita de Sehzade. Hoy sus restos descansan en un mausoleo bellamente decorado y en la parte superior de los restos de Mehmed se levanta un trono magnífico que el mismo Sultán mando a colocar en ese lugar.

Como dijimos, Mustafá era un líder nato, pero no era el preferido de Suleimán. Pero Roxelana que ganaba poder y sumaba hijos, no era una esposa que se conformara con el solo hecho de ser madre y éste tema origina uno de los sucesos más oscuros de la vida de Roxelana. Ella comienza a tejer una serie de mentiras para hacerle creer a Suleimán que su propio hijo Mustafá conspiraba en su contra para derrocarlo. Por ese motivo, Suleimán ordena ejecutarlo, provocando revueltas en el ejército y en distintas ciudades del imperio y aleja a sus consejeros pero no a Roxelana.

La sultana moriría en 1558 y su muerte está teñida de misterio ya que algunos dicen que murió de un cáncer de ganglios, pero otros hablan de envenenamiento. Sea como fuera, su muerte provocó un gran pesar en el alma de Suleimán quien moriría en 1566. Su hijo Selim ocuparía el rango de sultán otomano, cumpliendo así el máximo anhelo de Roxelana: ver a uno de sus hijos como máximo soberano del gran imperio otomano.

La Mezquita Sehzade o de Los Príncipes, estaba cerca de nuestro hotel y fue la primera que visitamos. Allí nos encontramos con el Almuecín quien llamaba a la oración y era replicado por todas las mezquitas de la ciudad y nos dejó compartir ese momento con él. Este es el primer complejo de mezquita imperial, construido por el arquitecto Sinan y está situada sobre una colina que da al Cuerno de Oro y al Mar de Mármara. El complejo cuenta con dos minaretes, mezquita, universidad, imprenta, establo, cocina y las tumbas de los príncipes Mehmet y Cihangir, quienes reposan en un mausoleo situado en el jardín de la mezquita.

En honor a Roxelana, Suleimán hizo construir un mausoleo justo al lado del suyo en el interior del recinto de la Mezquita de Süleymaniye en Estambul. Hoy este memorial al amor eterno, es visitado por miles de turistas quienes buscan la tumba de Roxelana con el fin rendir homenaje a una mujer excepcional, una mujer de inteligente que no solo consiguió apasionar a un sultán, sino que cambio la historia de todo un Imperio.

La mezquita que fue construida en contraposición a la bizantina Santa Sofía y sirvió de modelo a muchas de las mezquitas otomanas de Estambul, fue devastada por un incendio en 1660 y un terremoto en 1766 derrumbó la bóveda y se dañó la decoración original. La mezquita fue restaurada de nuevo a mitad del siglo XIX intentando devolverle su esplendor original, pintando su bóveda en un estilo Barroco otomano. Durante la Primera Guerra Mundial, el patio se usó como almacén de armas y se incendió  sufriendo otro incendio. Recién en 1956 se restauró totalmente. Al igual que otras mezquitas en Estambul, cuenta con un enorme patio rodeado de columnas. En las esquinas hay cuatro minaretes, número permitido a construcciones del sultán pues las de príncipes y princesas pueden tener sólo dos minaretes.

La mezquita tiene un edificio anexo y cuenta con hospital, escuela primaria, Hammam, colegio médico, cuatro escuelas coránicas, cocina pública, un gran jardín, además de dos mausoleos en los que está enterrados el sultán Suleimán I, su esposa Roxelana y su hija Mihrimah, entre otros familiares. En la parte exterior de los muros se encuentra la tumba de Sinan, quien fuera el arquitecto de Süleymaniye.

Los canales de televisión reprodujeron una novela turca del año 2011, llamada El Sultán que está basada en la vida y ascenso al poder de Suleimán El Magnífico, en donde muestra sus conquistas, su imperio y su amor por Roxelana. Si tenes ganas de verla son unos 140 capítulos.

Yerebatan, la Cisterna Basílica

La Cisterna Basílica es la más grande de las construidas bajo la ciudad durante la época bizantina. Se encuentra cerca de la iglesia de Santa Sofía y fue construida durante el reinado de Justiniano I para evitar la vulnerabilidad que significaba para la ciudad que durante un asedio otomano se destruyera el Acueducto de Valente que era el que transportaba agua a la ciudad desde los bosques de Belgrado que se encuentran a 19 kilómetros al norte de la ciudad. La cisterna proveía agua al Palacio de Constantinopla y otros edificios en el Capitolio, y continuó proveyendo agua al Palacio de Topkapi no sólo tras la conquista otomana en 1453, sino también durante los tiempos modernos hasta que quedó en desuso a finales del siglo XIV ya que los otomanos preferían el agua corriente al agua almacenada, quedando abandona durante siglos.

Entre los años 1985 y 1987 se limpia, se sacan 50.000 toneladas de barro, se restaura, se le agregan escalones y pasarelas casi al nivel del agua y se abre al turismo para que puedan visitarla en su totalidad y al descender te encontras con un bosque de 336 columnas de 8 metros de altura y distintas entre sí ya que proceden de antiguos templos distribuidos por el Bósforo, entre ellos el Templo de Éfeso dedicado a Medusa. Hay una columna llamada la Columna de las Lágrimas denominada así por los adornos esculpidos en forma de lágrima que la decoran. Una teoría dice que los esclavos esculpían en ella una lágrima por cada compañero que moría a causa de los trabajos forzados.

Hay dos columnas similares, cuyo origen es desconocido, que en la base hay una cabeza de Medusa, pero se cree que las cabezas fueron traídas a la cisterna tras ser retiradas de un edificio del último periodo romano. Una está invertida y la otra está de costado apoyada sobre su mejilla. La leyenda dice que están dispuestas así para evitar que sus miradas se crucen, ya que su poder era tan grande que podría petrificar a todo aquel que ingresara. Medusa fue una bella mujer que la diosa Atenea castigó convirtiéndola en un temible monstruo con enormes dientes, con cuerpo y cabellos de serpientes. Si alguien la miraba era convertido en piedra y de ahí la disposición en la cisterna para evitar mirarla a los ojos, pero también desde épocas remotas se la considera un símbolo de protección. Actualmente la cisterna funciona como museo y recibe varios eventos nacionales e internacionales como conciertos de música debido a su gran acústica.

Sultanahmet y Santa Sofía

Estos dos grandes edificios tal vez sean los más importantes de la ciudad y apenas están separados por un gran jardín: la Mezquita Azul o Sultanahmet y la Basílica de Santa Sofía o Hagia Sofía.

La Mezquita Azul que fue construida hacia los años 1600 por orden del Sultan Ahmed I, que tiene un gran espacio interior con 260 ventanas y al entrar uno entiende el porqué de su nombre ya que es fácil quedarse embobado mirando los más de 20.000 azulejos azules y blancos de Iznik que adornan la cúpula de 23 metros de diámetro y toda la parte superior de la mezquita, completado con arañas colgantes que le dan un aire misterioso. Su cúpula se encuentra a más de 60 metros de altura y está sostenida por 4 columnas de 25 metros de diámetro. A sus costados la custodian 6 minaretes que la diferencian de Santa Sofía y mostrando también su imponente vista.

Tras el resultado negativo de las guerras, el sultán ordenó construir ésta mezquita en Estambul para apaciguar a Alá y ésta fue la primera mezquita imperial que se construyó después de más de cuarenta años. Mientras sus predecesores construyeron mezquitas con el botín de las guerras, el Sultán Ahmed I tuvo que retirar fondos del tesoro, ya que no se había ganado ninguna batalla importante. La mezquita se construyó en el lugar que ocupaba el antiguo Palacio de Constantinopla y fue necesario comprar diferentes palacios que se encontraban en la zona y derribarlos, lo que encareció los costos de construcción. Eso tampoco cayó bien entre los estudiosos del Islam.

La Mezquita Azul es una de las pocas de Turquía que cuenta con 6 minaretes y cuando eso se supo, se acusó al sultán de presuntuoso ya que en aquel momento, era el mismo número de minaretes que tenía la Mezquita de La Kaaba, en La Meca. El sultán solucionó el problema construyendo un séptimo minarete en la de La Meca. El diseño mezcla elementos bizantinos de Hagia Sophia con la arquitectura islámica tradicional, con espesas alfombras que fueron tejidas en los telares imperiales, con cristales de lámparas de aceite, cubiertas de oro y gemas, que fueron traídas del extranjero y hoy se encuentran en museo, con gigantescas caligrafías árabes y además una inmensa piedra negra situada en el mihrab traída desde la propia Kaaba y un mimbar tallado en mármol blanco, siendo considerada la última gran mezquita del periodo clásico otomano.

Por su parte, Santa Sofía o Hagia Sophia fue construida desde el 532 al 537, durante el mandato de Justiniano en Constantinopla, quien al finalizar la obra exclamó: “Salomón, te he vencido”, aludiendo que con ésta obra superaba el templo de Jerusalén edificado por el rey israelí. Santa Sofía fue por más de 1000 años la iglesia más grande del cristianismo hasta que se terminó la obra de la Catedral de Sevilla en 1520.

Famosa por su enorme cúpula, está considerada la mayor obra bizantina y se dice que a partir de ella cambió la historia de la arquitectura. La Iglesia contenía una gran colección de reliquias de santos, siendo la sede del Patriarca de Constantinopla y de la Iglesia ortodoxa oriental por casi mil años. En 1453, Constantinopla cae en manos de los otomanos bajo las órdenes Mehmed II, quien decide que el templo se convierta en mezquita. Las campanas, el altar y todos los elementos religiosos fueron retirados. Sus muros cubiertos de mosaicos y frescos bizantinos, fueron revestidos por filigranas islámicas. Luego se agregaron algunos detalles arquitectónicos islámicos, como el mihrab, el mimbar, los grandes medallones decorativos interiores y cuatro minaretes.

El edificio se mantuvo como mezquita hasta 1931, fecha que el gobierno de Turquía lo cierra hasta su apertura como museo en 1935 cuando reconoce su importancia histórica. Durante su restauración reaparecieron imágenes cristianas y mosaicos que habían sido cubiertos durante la época otomana. Santa Sofía fue el principal templo de Estambul durante 500 años y sirvió como modelo para muchas otras mezquitas otomanas, como la mezquita del Sultán Ahmed entre otras. Ahora, cuando los visitantes vienen a Santa Sofía pueden ver la amalgama de los estilos bizantino y otomano, convirtiéndolo en un edificio único en el mundo.

Hoy y gracias al gobierno del presidente Recep Tayyib Erdogan, la Basílica de Santa Sofía se volvió a convertir en mezquita debido a una reivindicación religiosa y política, ya que el partido de Erdogan perdió las elecciones en Estambul y esto supone que de ésta forma intenta reivindicar su poder. Muchos musulmanes ven esta reapertura de Santa Sofía, para el culto, como algo positivo y hace unos días se cubrieron con telas las imágenes bizantinas y el mismo presidente de Turquía recitó versículos del Corán, mientras cientos de fieles oraban. Esto generó una gran polémica con la Iglesias cristiana ortodoxa griega y rusa, tensando las relaciones entre esos países, mientras El Vaticano se mostró afligido por la decisión tomada por Turquía, en donde un museo, Patrimonio de la Humanidad, sea tomado para orar.

Algunos creen que con esto, Erdogan muestra su vuelta al pasado quien añora la época otomana, antes de la llegada de Atatürk al poder en 1923. Muchos ven a esto como una política expansionista de Turquía y otros lo ven como venganza ya que muchos países reclaman que Turquía acepte su responsabilidad por el Genocidio Armenio.

Los países critican la postura de negación turca e incluso hubo cruces dialécticos con el Papa Francisco quien, al igual que muchos estudiosos, llamó a estos sucesos como “El Primer Genocidio del Siglo 20”, donde, entre 1915 y 1923, se exterminaron a más de 1,5 millones de armenios, en un tiempo que abarca también a la Primera Guerra Mundial.

Turquía aún niega que esas muertes hayan sido un genocidio, y que se sólo se debió a luchas inter étnicas y agitación social, que las cifras fueron infladas y que los fallecidos fueron víctimas de las enfermedades y el hambre sufrido durante la guerra.

Muchas películas reflejan lo que los turcos no quieren reconocer públicamente, algunas de ellas de la época del cine mudo en 1919, pero las más recientes son “La Promesa” que narra la historia de los sucesos desde el punto de vista de una familia armenia en donde todo su pueblo fue arrasado y “El Teniente Otomano”, que básicamente es la tesis del gobierno turco, que dice que hubo un levantamiento y que fue malo y que se tuvo que sacar a la gente de la zona de combate y muchos murieron.

También los artistas le dedicaron su música a esa parte de la historia y uno de ello fue el cantante franco-armenio Charles Aznavour quien escribió la canción “Ils sont tombés” (Ellos Cayeron), dedicada a la memoria de los víctimas del genocidio. Escuchala.

Hasta acá llegamos hoy con nuestra visita a mezquitas de Estambul. La semana que viene seguimos visitando la ciudad. Los esperamos.

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