Nadal gana a Del Potro en una oda al tenis y espera a Djokovic

El español encarriló un partido increíble, luego lo tuvo cuesta arriba y al final remontó para meterse en las semifinales de Wimbledon, en las que se enfrentará al serbio.
jueves, 12 de julio de 2018 · 11:58

Algo más de diez años después de vencer por primera vez en el Grand Slam británico, en aquella final contra Federer calificada por muchos como la mejor de la historia, Rafa Nadal ha escrito otra página de oro en los cuartos de final de la edición 150 del torneo. El español y Juan Martín del Potro, claro, excelso oponente que le puso las cosas muy difíciles con 77 golpes ganadores (33 de saque directo), al contrario de lo que había ocurrido no hace mucho en Roland Garros. Dicen que la hierba iguala, y se ha visto este miércoles en este partido, y sobre todo en el de Federer contra Anderson, con victoria para el sudafricano. Nadal lo encarriló primero, luego lo tuvo cuesta arriba y al final remontó de manera memorable (7-5, 6-7 (7), 4-6, 6-4 y 6-4 en cuatro horas y 47 minutos).

El 'premio, un nuevo enfrentamiento contra Novak Djokovic en las semifinales de este viernes. Será el capítulo 52 de su rivalidad, con 26-25 para el serbio, el tercero en Wimbledon (1-1). Nadal no había perdido ningún set antes de vérselas con Del Potro. Nunca antes lo había logrado hasta cuartos. Sigue invicto contra él en hierba, y sin Federer en el camino, tiene una gran oportunidad de ganar su 18º Grand Slam, tercero en el All England, y quedarse a solo dos del suizo. Haría por tercera vez en su carrera un doblete París-Londres. Casi nada.

El primer set se lo apuntó Nadal al romper el saque de Del Potro en el momento más conveniente, con 6-5 a su favor. Antes había tenido dos oportunidades más, en el octavo juego. A los puntos, se merecía sumar primero. La segunda manga la tuvo primero cuesta arriba y luego casi ganada el balear. Un break había puesto por delante a la Torre de Tandil (5-4), pero acto seguido, y como había hecho en la misma situación en anteriores partidos, Rafa se recuperó en seguida para llevar el parcial al desempate. Ahí erro, tuvo cuatro bolas para ganarlo y las desperdició.

La perseverancia dio alas a Del Potro, que mejoró y se comportó como una roca en el tercer set. Seguro, con pocos fallos (8) y más del doble de golpes ganadores que su rival (16-7). Agresivo y valiente, le devolvió la moneda de la primera manga a Nadal con una rotura para el 6-4. Momento de incertidumbre, que no de zozobra, para un luchador infatigable que no pensaba entregar el partido. Desde entonces, se animó constantemente, con cada punto ganado, con la furia incontenible que le ha llevado a levantar ya 17 títulos de Grand Slam. Minimizó los fallos, se creció y aunque no aprovechó sus dos primeras opciones de igualar el partido al resto, con su servicio y un salto marca de la casa cerró el 2-2. Otro partido épico, como el de Federer contra Anderson, al quinto set.

Un final de película

Nadal, cerca de su más alto nivel, hizo maravillas, atacó para contrarrestar la intensidad de Delpo; con su revés funcionando como si fuera un drive, ganó puntos (67 winners al final) y, además, elevó la potencia de sus saques y afinó las dejadas. Toda la artillería en el campo de batalla con su habitual despliegue físico. Resoplando y con esa expresión suya que mezcla sufrimiento y hambre de gloria se fue a por el triunfo. No iba a ser sencillo, porque en lucha no es fácil vencer al argentino, que no dudo en revolcarse por la hierba para salvar una contradejada con 1-1. Pero alternaba grandes aciertos con fallos de bulto y eso facilitaba la presión de Nadal, tan cegado que al intentar devolver un envío acabó en la grada, encima de un espectador. Poco después y tras un par de resbalones, con otro revés ganador se colocó con 3-2 y servicio. Luego salvó hasta cinco puntos de break y con un banana shot increíble, su famoso drive arqueado, cerró un juego precioso y se acercó a la victoria que certificó con una volea en la red mientras Delpo rodaba por el suelo. El público despidió a los dos tenistas, que se abrazaron como dos púgiles agotados, puesto en pie y con una ovación atronadora. El partido, fantástico, se recordará durante mucho tiempo.

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