Este jueves, el hockey sobre patines perdió a uno de los suyos. Kike Carvajal partió de este mundo llevando consigo la pasión que lo acompañó durante toda su vida: el amor por el deporte, los patines y la camaradería que se forja en cada cancha.

Ricardo Rodriguez

Con los patines sobre sus hombros, como quien cierra una etapa con dignidad y orgullo, Kike se despidió, dejando tras de sí una estela de momentos compartidos que hoy giran como un carrusel de recuerdos entre ruedas, sticks y abrazos. Su presencia fue sinónimo de entrega, compañerismo y alegría en cada partido, entrenamiento o encuentro casual que tuvo con quienes compartieron su pasión.

No solo fue parte del hockey como jugador o técnico, sino también como ese ser humano que deja marca por su calidez y su generosidad. La noticia de su fallecimiento sacudió a la comunidad deportiva, que lo despide con una oración al cielo, esperando que Dios premie sus virtudes y lo reciba con la paz que merece.

Las condolencias se multiplicaron en redes sociales y en los clubes donde su nombre será siempre recordado. La familia de Kike, sus amigos y compañeros encuentran hoy consuelo en el legado que deja: una vida vivida, con pasión, sobre ruedas y con el corazón en cada paso.