Las madres, protagonistas silenciosas de la histórica final entre Alcaraz y Sinner en Roland Garros
Mientras Carlos Alcaraz se consagraba campeón y Jannik Sinner protagonizaba una batalla épica, las cámaras apuntaron a dos figuras fuera de la cancha: Siglinde y Virginia, las madres de los finalistas, símbolos del acompañamiento y la tensión que se vive más allá del juego.
El tenis de élite suele colocar el foco en los protagonistas dentro de la cancha, pero en la final más larga de la historia de Roland Garros, disputada el domingo 8 de junio entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, hubo dos presencias fuera del polvo de ladrillo que captaron la atención del público: las madres de los finalistas.
Con 5 horas y 29 minutos de partido, la tensión no solo afectó a los jugadores. En las gradas, Siglinde Sinner, madre del tenista italiano, fue una de las figuras más comentadas en redes sociales por la visible angustia con la que siguió cada punto. A su lado, Virginia Garfia, madre de Alcaraz, vivió el duelo con similar nerviosismo, en especial cuando su hijo enfrentaba bolas de partido en contra.
La imagen de Siglinde, con el ceño fruncido y la mirada fija en la cancha, se viralizó rápidamente. “Todos somos mamá Siglinde ahora mismo”, escribió un usuario en X, mientras otros compartían memes y mensajes, destacando la tensión que reflejaba su rostro. La escena no fue distinta del lado español, cuando Virginia optó por taparse los ojos con las manos en los momentos más críticos, sin poder soportar el suspenso.
El encuentro, que terminó con victoria de Alcaraz por 4-6, 6-7, 6-4, 7-6 y 7-6, no solo se convirtió en una batalla física y mental entre dos de los mejores jugadores del circuito actual, sino también en una demostración del papel que las familias siguen jugando, incluso en los niveles más altos del deporte.
Al finalizar el partido, el propio Alcaraz reconoció el sufrimiento reflejado en los rostros de ambas madres. En un gesto que resume la conexión entre lo emocional y lo competitivo, el murciano agradeció su apoyo y remarcó que, en días como estos, el tenis también se juega desde las gradas.
La final de Roland Garros 2025 será recordada por su duración, por el nivel exhibido por ambos tenistas y por el dramatismo del marcador. Pero también quedará grabada como una postal del rol silencioso, firme y muchas veces invisible que juegan las madres en el recorrido de los deportistas de élite. Sin raquetas, sin trofeos, pero siempre ahí.