INCREIBLE HISTORIA

La habitación del horror en donde una mujer estuvo secuestrada por 23 años

El horrible hecho ocurrió en Rosario. Una joven estuvo cautiva y su ex pareja la amenazaba constantemente con matar a su hijo y padres.
martes, 3 de agosto de 2021 · 09:45

Una historia que bien podría llevarse a la ficción, pero que lamentablemente le tocó vivir a una joven que en aquel entonces tenía 23 años, y perdió más de dos décadas en una habitación de horror. El horripilante hecho ocurrió en Rosario, Santa Fe. Una mujer estuvo secuestrada por su ex pareja por 23 años. ‘Nunca pensé que iba a salir de lo que estaba viviendo', expresó la víctima, según detalló el Diario La Capital.

Al hombre que la mantuvo cautiva por tanto tiempo lo están enjuiciando y podrían darle hasta 18 años de prisión. Se trata de uno de los casos de violencia de género más terribles de Argentina, en el cual la mujer estuvo alejada de su hijo y sus padres por años. Su madre pensó que estaba en una especie de secta y se conformaba con verla desde la verdea, su padre murió sin poderla ver nuevamente.

En el juicio oral que se lleva adelante en Rosario contra el captor de 60, se están conociendo detalles de lo vivido por la víctima que son escalofriantes. Todo ocurrió en el barrio Cura de la ciudad de Rosario. María Eugenia tenía 18 años y un hijo de dos cuando conoció a Oscar,  de quien  se enamoró y empezó una relación. El hombre al principio era atento y protector, pero en poco tiempo aparecieron los celos obsesivos y los primeros golpes. Cuando cumplió los 19, su pareja la secuestró y mantuvo en una habitación por 23 años, solo salía en raras ocasiones.

El captor encerró a la joven María en un altillo, el cual tapó con diarios las ventanas y sacó el picaporte de la puerta. El miedo era el arma del hombre para mantenerla en ese horrible lugar, puesto que la amenazaba con matar a su hijo y a toda su familia si intentaba salir.  En sus años de cautiverio fue violada por el sujeto, golpeada debajo del agua, tuvo dos abortos y  le suprimieron la identidad. 'Estuve un año viviendo con un pijama, no tenía contacto con el afuera', contó la víctima con el medio rosarino.

 ‘Es el precio que tenía que pagar por todo lo que le había hecho, según él. Pero hasta hoy no entiendo qué hice. Era una forma de sacrificarme para que a los míos no les pasara nada”, manifestó. Además, se lamentó diciendo que ‘no me alcanzaría ni 23 años, porque la vida no me la devuelve. Lo único que me sacaría de todo esto es una máquina del tiempo, que me mande 25 años atrás’.

Según contaron sus familiares, los padres pensaban que estaba en una secta. ‘Yo no tenía oportunidad de decirles lo que ocurría’, aseguró María Eugenia, y rememoró: ‘Cada vez que mi mamá pasaba por la casa, me veía sentada en la puerta o barriendo el cordón. Ahora me cuenta que se conformaba con saber que estaba viva. Y cuando pasaba y estaba Oscar en la puerta, le decía ‘gorda, hija de p.., ¿qué querés acá?’. Yo le decía que se fuera porque no sabía cómo terminaría eso’.

El padre de la secuestrada le escribía cartas, pero nunca le llegaron en tiempo y forma, puesto que Oscar, su captor, las retenía en una parte del patio junto a otros papeles judiciales que iba acumulando, producto de las veces que fue preso por ser denunciado por su ex pareja, también por violencia de género. ‘Pasaba y las tiraba en el jardín de la casa. Las pude encontrar mucho tiempo después. Encontré una caja grande de cartón, donde había papeles judiciales de Oscar, donde consta que estuvo varias veces preso, la denuncia de su primera mujer por agresiones, hasta con arma de fuego, el caso de una moto robada, otra denuncia de una mujer, a la que corrió en un campo con una carabina. Y encuentro una sola carta de mi papá, en un sobre chiquito que tenía por lo menos 15 años de escrita’.

El padre de María Eugenia con el tiempo cayó en una profunda depresión y hace 13 años murió. ‘Todavía siento que necesito ese último abrazo con mi viejo, pero es una de las cosas que no voy a conseguir nunca. Son los dolores de esta vida’, se lamentó la secuestrada.

En mayo de 2019 en un descuido de su secuestrador, que olvidó poner el candado en la entrada y se fue a bañar, la mujer vio la oportunidad de salir. Agarró 640 pesos que había en un monedero sobre la mesa de la cocina, dos fotos de su hijo y la carta de su papá que había encontrado. ‘Nunca pensé que iba a salir de lo que estaba viviendo’, contó al medio rosario.