Tiembla el bolsillo de la Mona Jiménez: deberá pagar 300 millones de pesos
El cuartetero está obligado a indemnizar a Natalia, su hija extramatrimonial, por daños y perjuicios.
Carlos “La Mona” Jiménez fue condenado, recientemente, a pagar una millonaria indemnización a Natalia Jiménez Rufino, a quien reconoció legalmente como hija recién en 2021, luego de que un análisis de ADN confirmara el vínculo.
La sentencia establece un resarcimiento superior a los 300 millones de pesos por daño moral. Aunque el fallo aún no está firme, puede ser apelado por la defensa del cantante.
La demanda había sido iniciada en 2015 por Natalia, tras fracasar los intentos de alcanzar un acuerdo en una instancia de mediación judicial. En su presentación, la mujer solicitó una compensación económica por los perjuicios emocionales y sociales derivados de la falta de reconocimiento paterno durante gran parte de su vida.
“Es un fallo histórico, no solo por la cifra sino también por la celeridad con la que actuó el Poder Judicial de Córdoba”, aseguró la abogada Carolina Farías en diálogo con ElDoce.tv.
Una historia marcada por el silencio
Según consta en el expediente judicial, la madre de Natalia, Liliana Beatriz Echevarría, conoció a Jiménez a los 18 años, durante unas vacaciones en Córdoba. Por entonces, el cantante ya estaba casado, y la relación entre ambos se mantuvo en secreto. Al enterarse del embarazo, Jiménez se negó a asumir su paternidad por temor a conflictos familiares, y Echevarría regresó a Buenos Aires, donde nació su hija.
Natalia supo la verdad a los ocho años, tras una conversación con su abuela. A lo largo de los años, aseguró haber visto a su padre en contadas ocasiones, sin establecer nunca una relación estable. Según su testimonio, solo recibió de él “algunas cuotas escolares”.
La causa judicial por filiación concluyó en 2021, cuando el Juzgado de Familia de Octava Nominación ordenó la modificación registral de su identidad, reconociéndola oficialmente como Natalia Romina Jiménez Rufino.
“Lo más doloroso es que no me escucharon”
En declaraciones al programa A la Tarde (América), Natalia expresó su alivio por el fallo, aunque también dejó entrever el dolor acumulado: “Hoy puedo verme al espejo y decir quién soy. Ahora tengo un papel. Pero lo que más me duele es que esta situación podría haberse resuelto en silencio, si hubieran querido escucharme. Como no tuve respuesta, no me quedó otra opción que ir a la Justicia”.
Durante el juicio se presentaron cartas manuscritas, fotografías y videos que acreditaban algunos encuentros esporádicos entre padre e hija, pero que, según la querella, no fueron suficientes para establecer un vínculo real.
La sentencia marca un hito en materia de filiación y resarcimiento por daño moral en el ámbito del derecho civil argentino, y abre el debate sobre las consecuencias legales del abandono emocional prolongado, incluso cuando existen contactos puntuales entre progenitor e hijo.