MIGUEL DE LA 14

El Libro

La Sociabilidad esta débil, eso es: la trama social, en la que sostenemos nuestra cotidianeidad en lo público, está débil, es precaria. Y es precaria por la debilitación de la Subjetividad de los individuos.
sábado, 11 de mayo de 2019 · 10:58

Un objeto primordial, para la producción de nuestra Subjetividad es el Libro. Un libro es “la Palabra”. La Palabra es la morada del Ser- M. Heidegger.

La Palabra está asociada al Pensamiento.

Un libro es: nuestra formación como Sujeto Cognoscente. Entonces hace a nuestra formación como Sujeto Social.  

Un Libro, es la expansión de nuestra mundaneidad-“mundaneidad”: intersección de nuestro Mundo con los Mundos de otros. El Libro provoca relación con los conceptos, con la belleza, con la interioridad, con la Libertad. Provoca la pluralidad de Conciencias. Frente al Libro no es posible el aislamiento, entonces hace a la Humanización de los individuos, hace a la Espiritualidad de los individuos, que es lo mismo.       

Si es un Libro de “ficción”, nos protege de lo dañino de nuestra exterioridad. Si es un Libro de Poemas, no pone frente a lo esencial para lo posible, nos hace a los individuos videntes para lo realmente existente, por donde nos movemos a ciegas. Nos pone en la proximidad del Sentido. En la vecindad del texto filosófico.

Por tanta necesidad, los dictadores prohíben el libro. Queman los libros. Prohíben canciones y exilian a Escritores, Poetas, Cantantes. No porque, los dictadores, puedan pensar esto que yo apunté anteriormente. Si no porque la oposición a la barbarie y a la ignorancia, define al Libro. La dictadura prohibió “el Libro”, sin conocer lo que trata. Le temen “al libro”.

¿Entonces, porqué la actitud de una mayoría de individuos, de esta Sociedad democrática, frente al Libro?

El Libro, es expuesto a la indiferencia, a la no atención. Provoca menos interés, menos  importancia que cualquier  útil. Es considerado como si fuese un artificio más, de la multiplicidad de artificios, que nos impone el mercado, para debilitarnos la Subjetividad.

¡No es indispensable!

El Libro no provoca, no conmueve. No despierta, contra el Autor o el Librero, preguntas inmediatas, averiguaciones, cuestionamientos. Aun, queda ajeno al sentimiento de propiedad. Y en el par: Libro-individuo indiferente, lo que sucede, no sucede por los dos. Sucede sólo por el individuo. Y no sucede por los dos porque no se ha establecido relación.

Pueden vaciarse las Librerías y la Bibliotecas, y la multitud pasará por la vereda de enfrente arrastrando en sus pies descalzos toda la grasa del cálculo. Con los bolsillos repletos de vidriecitos de colores, y con callos en la ignorancia porque van y vienen por la vacuidad del positivismo y del mercado, sin Suelo. Individuos que no pudieron construir su Suelo.

El Hombre es interpelado: por lo que hace falta y por lo conforme a esencia.

Si nos limitamos a prestar atención a aquello que nos propone el sistema, como que nos hace falta, entonces estamos sujetos al imperativo de la inquietud de “la utilidad” y de la instrumentalización de lo cotidiano. Sujetos al imperativo de la exterioridad.

Y ahí aparece, la apariencia de libertad

“La servidumbre, sometida al señorío de lo que constantemente “hace falta”, o sea, de lo útil, se muestra como libertad y soberanía respecto al consumo e incremento de lo útil”. Y este “útil” del que hablo, es un ente intramundano. Es un objeto de la exterioridad, uno de los artificios que nos perturba la humanización. Que no tiene que ver con nuestra salubridad.

 

 Miguel A. Montoya Jamed

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