Vestidos de verde y amarillos, un millón y medio de manifestantes coparon las calles de las principales ciudades de Brasil, como Río de Janeiro, Recife, Salvador y Brasilia, donde unas 50.000 personas avanzaron hacia el Congreso, aunque la mayor convocatoria fue en la gigantesca ciudad de San Pablo. De acuerdo con datos brindados por la Policía, participó un total de 1,5 millones de personas en 65 ciudades.

Al igual que en el resto del país, en San Pablo, la capital económica de Brasil y también su ciudad más poblada, de 20 millones de habitantes con su área metropolitana, los manifestantes cantaron el himno nacional. La marcha tuvo lugar en la Avenida Paulista, una amplia vía de tres kilómetros en el centro comercial, y es ya una de las protestas más multitudinarias registradas en esta ciudad, la mayor de Brasil.

Las protestas contra el gobierno de Dilma Rousseff se sustentan en el megaescándalo de corrupción en la estatal Petrobras y la compleja situación económica. Es la mayor manifestación desde las revueltas que se produjeron a mediados de 2013, durante la Copa Confederaciones.

"Hoy somos miles y miles de personas que pedimos la de Rousseff. El gobierno está en una situación lamentable", dijo a la agencia de noticias AFP Rubens Nunes, asesor jurídico del Movimiento Brasil Libre, uno de los grupos que organizó la protesta en las redes sociales.

"Estamos cansados de pagar tantos impuestos y ver este país convertido en chatarra", añadió este joven de 26 años desde lo alto de uno de los grandes camiones con equipos de sonido que lideraban la marcha en San Pablo.

La consigna principal era la destitución de la presidente, que asumió su segundo gobierno el 1° de enero. Sin embargo, muchos presentes reclamaban solo una reacción del gobierno en materia económica. Un puñado de manifestantes llegó a pedir una intervención militar para "poner fin" al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

Rousseff fue elegida en octubre pasado. En segunda vuelta, se impuso por un escaso margen de tres puntos sobre Aécio Neves, quien clamó que le robaron la elección y hoy es referente de la oposición. Su popularidad se ubica en el 23 por ciento, según una encuesta de febrero.

"Es el comienzo del cambio", consideró Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). "Después de reflexionar mucho, opté por no estar en las calles el domingo para dejar muy claro quien es el protagonista principal de estas manifestaciones. Es el pueblo brasileño, el pueblo cansado de tantos excesos, de tanta corrupción", agregó.

La protesta de Río de Janeiro, a la que asistieron unas 15.000 personas, se desarrolló en las playas de Copacabana y superó con creces las expectativas de público de los organizadores, que son grupos de ciudadanos opositores sin vínculo declarado con partidos políticos. Los manifestantes corearon consignas contra Rousseff y el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) y en rechazo de la corrupción.

"Fuera PT", "el PT robó" y "PT nunca más" fueron cánticos cantados en repetidas veces por los manifestantes cariocas, que estaban vestidos en su gran mayoría de amarillo y verde, colores de la bandera brasileña. Un orador fue muy aplaudido cuando afirmó que el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva es el "jefe de la banda" de corruptos y cuando dijo que "hay que colocarlo en la cárcel".

"Valoro mucho el hecho de que, hoy en Brasil, las personas pueden manifestarse libremente y no podemos aceptar cualquier tipo de violencia que impida ese derecho. Soy a favor de la democracia. Espero que mañana Brasil pruebe su madurez democrática", dijo ayer la mandataria a través de su cuenta oficial en Facebook.

Varios ministros y fuerzas oficialistas han denunciado que las protestas tienen carácter "golpista" puesto que algunos de los convocantes proponen que se impulse un juicio político con miras a la destitución de Rousseff, cuyo segundo mandato se inició el pasado 1° de enero. El ministro de Justicia de Brasil, José Eduardo Cardozo, afirmó que carecen "de base jurídica" los pedidos de destitución de la mandataria