Una historia que comenzó con un llamado a la solidaridad en el departamento de Tunuyán, Mendoza, derivó en un episodio de extorsión que conmocionó a la comunidad. Una familia pagó $200.000 para recuperar el peluche de apego de su hijo, un niño con diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA), luego de recibir amenazas por parte de una pareja que exigía el dinero a cambio del juguete.

El peluche, que cumple un rol esencial en la rutina emocional del niño —lo acompaña en la escuela, en sus terapias y en sus actividades cotidianas— se extravió el pasado miércoles en la zona de la plaza departamental. Ante la angustia del menor, sus padres iniciaron una campaña en redes sociales solicitando ayuda para encontrar el objeto.

Al no obtener resultados inmediatos y ante el deterioro emocional del niño, la familia decidió ofrecer una recompensa de $100.000. Sin embargo, esa iniciativa desencadenó una situación aún más difícil: comenzaron a recibir mensajes falsos, promesas engañosas y finalmente, una amenaza directa.

Según detalló la madre al medio 8 Digital, una pareja se comunicó afirmando tener el peluche, pero exigió el doble del dinero ofrecido originalmente. “Nos dijeron que si no pagábamos los $200 mil, lo iban a hacer desaparecer. Fue una situación horrible, pero no podíamos arriesgarnos”, explicó.

Bajo una fuerte carga emocional y con el bienestar del niño como única prioridad, la familia accedió a negociar. La entrega se pactó en una vivienda del Barrio Bombal, donde se realizó el pago y finalmente se recuperó el objeto.

“Después de una larga negociación tengo el peluche. Hubo mensajes, llamadas, condiciones absurdas… Fue increíble todo lo que provocó ofrecer una recompensa. Pero lo tengo y mi hijo volvió a sonreír”, expresó la madre conmovida.

La historia generó indignación entre vecinos y usuarios de redes sociales, que lamentaron que un gesto de desesperación fuera aprovechado con fines extorsivos. Aunque la familia no confirmó si presentará una denuncia formal, desde sectores de la comunidad pidieron que el caso sea investigado para evitar que otros vivan una situación similar.

Más allá del desenlace, el episodio dejó al descubierto una vulnerabilidad profunda: cuando se trata del bienestar de un hijo, muchas familias están dispuestas a hacer lo imposible. Y aunque esta vez el peluche volvió a casa, la experiencia dejó marcas difíciles de borrar.