OPINION

El miedo no indulta

Detrás del descargo del "amante" de Brenda, cuyo silencio colaboró con el asesinato cometido por el marido, hay una negación. En el fondo, una utilización de la muerte en beneficio propio.
miércoles, 21 de agosto de 2019 · 11:11

Resulta difícil no caer en lugares comunes al analizar el silencio de José Guajardo, el joven de 24 años que tenía una relación sentimental con Brenda Requena, fue testigo del ataque violento que sufrió la chica de parte de su marido, Diego Álvarez, y se escapó en salvaguarda de su propia integridad, abandonando a su suerte a la única víctima de esta historia.

Resulta difícil no repetir la infinidad de comentarios condenatorios ya realizados en redes sociales, todos unificados bajo el concepto de la cobardía. Y por lo tanto, de la responsabilidad directa por no haber denunciado de inmediato a la Policía lo que estaba sucediendo. Una acción semejante, posiblemente, le hubiera salvado la vida a Brenda. Y a sus dos hijitos, que no solamente perdieron a su mamá sino también a su padre, convertido en femicida.

Es necesario seguir desmenuzando esta historia, porque detrás del silencio de Guajardo, ante las preguntas insistentes del cronista de Canal 13 Alejandro Sánchez, estuvieron las justificaciones de su padre, Miguel Ángel. Un señor mayor que sí aceptó poner la cara delante de las cámaras para defender a su hijo ante la opinión pública.

El padre de Guajardo dijo que estaba "re-asustado" y por eso salió corriendo. Que no hizo la denuncia en la Comisaría 18° de Albardón porque igual no se la hubieran tomado. Que hoy es una víctima más de un psicópata como Álvarez. Que tiene la vida destrozada.

El incidente, la discusión violenta entre los tres y la fuga de Guajardo ocurrió un día jueves. Recién el sábado fue detenido Álvarez, porque el presunto amante lo denunció no por el ataque a Brenda, sino por el que sufrió él personalmente. Fue así, de carambola, que el agresor quedó detenido. Tres días después aparecieron los restos calcinados.

El miedo de Guajardo no lo exculpa ante la Justicia, donde hoy va directo a un procesamiento por el delito de "omisión de auxilio". Tampoco lo justifica frente a la opinión pública, que ya lo condenó por su indolencia. Pero más profundamente, su actitud revela una estructura de pensamiento donde la mujer fue y continúa siendo una actriz de reparto.

Lo fue el día de la pelea, cuando lo que importaba era poner el propio pellejo a salvo. Extremando los recaudos hasta el punto de no dar aviso a la Policía. Buscando desvanecer el vínculo amoroso que alguna vez tuvieron. Poniendo a Brenda en condición de objeto prescindible.

Consumado el asesinato, la familia de ella entendió que Guajardo no podía seguir tranquilamente con su existencia sin siquiera dar alguna explicación ante la Justicia. Solo por esa reacción de los Requena Montaño es que el hombre terminó sentado este martes ante el juez. Y allí nuevamente quedó manifiesta la indolencia. 

Brenda ya no está, fue víctima de un asesinato por su condición de mujer. Sin embargo, ese lugar también resulta aprovechable para intentar una nueva escapatoria. Por eso Guajardo, a través de su padre, intenta compartir la categoría de víctima de un psicópata. Nada más lejos de eso. Para ser víctima, antes que nada, Brenda tuvo que ser mujer. 

Es la piedra angular para entender la violencia de género. Tal vez la prueba más cabal, irrefutable, sea el resultado al día de hoy. Un sujeto está preso. El otro, señalado en la justicia por su omisión. Pero hay una sola persona muerta. Única víctima. El miedo no indulta.

JAQUE MATE


 

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