OPINIÓN

Efectos colaterales

No todo es sentarse a esperar la estadística de contagios. En sincronía, el goberandor Sergio Uñac y el presidente Alberto Fernández empezaron a mostrar agenda política.
viernes, 29 de mayo de 2020 · 13:05

Tener la iniciativa política, marcar la agenda, fue siempre un atributo de quien tiene la responsabilidad de gobernar. Básicamente significa ir delante de los acontecimientos, dentro de lo posible. Algunas veces no quedará otro remedio que reaccionar ante los hechos consumados. De un trance semejante venía Sergio Uñac, tras el cuarto caso positivo de Covid-19, bisagra en la trayectoria de la pandemia en la provincia.

Ese contagio, hoy bajo investigación judicial, fue el primero por contacto estrecho. Su aparición sirvió también para ventilar las condiciones en que se produjo el tercer caso, importado de Buenos Aires por vuelo sanitario. Cosa de hermanos, aparentemente, con contactos e influencias en el sistema. De esa bisagra también se desprendió el quinto caso.

El Primer Juzgado Correccional investiga también si la médica, cuando presentó síntomas sospechosos, en vez de dar aviso inmediato al 107, fue a atenderse a una clínica privada poniendo en riesgo no solo al neumonólogo que la atendió y contrajo también la enfermedad, sino a la totalidad de las personas con las que se cruzó en esa institución de salud.

Fueron días aciagos. Para el gobierno, porque se vio obligadamente envuelto en una situación de crisis. Nadie lo anticipó. Sucedió. Para los médicos y todo el personal del Hospital Rawson también fue un golpe, contando desde el riesgo de contagio hasta la sospecha arrojada al voleo, con suspensiones de jefes de servicios incluidas. Y para la gente común, fundamentalmente, porque el virus se materializó como la amenaza real que es.

Hubo una decisión oficial de dejar el tema en manos de la Justicia y virar la política. Confrontar con los médicos siempre fue una mala idea. Es una grieta imposible. El propio Sergio Uñac buscó bajar los decibeles y retomar la iniciativa desde otro lugar. Una alternativa era sentarse a esperar la evolución de los contagios provocados por el cuarto caso. La otra era salir al ruedo con acciones más abarcativas que la sola administración de la cuarentena.

En este contexto se inscribió el inédito desembarco en tres municipios del eje Este-Oeste, ocurrido inesperadamente este jueves. Primero fue el turno del intendente de Capital, Emilio Baistrocchi. Uñaquista de primera línea y señalado como eventual heredero político del gobernador, el jefe comunal ayudó a mostrar el gesto como toda una innovación. En verdad, cuesta encontrar fotos de mandatarios provinciales visitando a los hermanos menores.

Luego fue el turno de Santa Lucía y de Rivadavia. Si es infrecuente que un gobernador visite a un intendente, es una rareza que se haga cuando los colores políticos son opuestos. También hubo foto con Juan José Orrego y Fabián Martín. Toda una gestualidad para exhibir convivencia. Frente a la división áspera, palpada en las calles y en las redes sociales la semana pasada, el remedio lógico es retomar el espíritu de unidad que se respiró durante los primeros días de confinamiento.

En tiempos de normalidad, previos a la pandemia, Uñac y sus antecesores recorrieron toda la provincia pero siempre con agenda de inauguraciones. Asistir a los despachos comunales sin otro motivo que el diálogo adquiere otra dimensión. Por eso se debe interpretar como una acción concreta para retomar la iniciativa política.

Con dilemas propios, Alberto Fernández también reaccionó. Retomó los viajes a las provincias, empezando por Tucumán y Santiago del Estero. Ayer estuvo en Formosa y Misiones. En cada posta dejó declaraciones para todo el país. Junto a Gildo Insfrán, el presidente destacó que Argentina se extiende mucho más allá del área metropolitana de Buenos Aires, donde hoy se posan todas las miradas.

“El país centralista piensa que estamos en una cuarentena que no permite producir, pero no es así”, dijo Fernández. Fue su respuesta a la ola de cuestionamientos que empezó a recibir tras superar los dos meses de confinamiento, con el consecuente deterioro de la economía.

En este marco de acciones articuladas, pareció funcionar bien como engranaje de esta etapa el secretario Administrativo de Salud Pública, Guillermo Benelbaz. "El virus va a llegar, lo importante es la administración de esa crisis", sintetizó con una necesaria sencillez. Que el daño pueda acotarse al mínimo, es la consigna por estas horas. Por supuesto, también apuntar a los efectos colaterales.


JAQUE MATE