OPINIÓN

Comerciantes en guerra

Más allá de una indisimulable interna sectorial, hay una legítima preocupación porque la recuperación puede demorar bastante.
martes, 5 de mayo de 2020 · 12:40

Según la Cámara de Comercio de San Juan, las ventas en la provincia en abril se derrumbaron el 70 por ciento. Pero ya en abril de 2019 habían sufrido una caída del 13,4 por ciento. El subsuelo del subsuelo. El año pasado fue por la recesión de la política económica de Cambiemos. Y en esta oportunidad, por la cuarentena dispuesta por Alberto Fernández, con motivo de la pandemia Covid-19.

Lo real es que el comercio sanjuanino venía muy castigado por el enfriamiento de la economía. En 2019 cerró con una baja del 7,45 por ciento al cabo de 12 meses de inflación galopante, disparada del dólar y tarifazos sin tregua. La expectativa con la llegada del nuevo gobierno era una urgente reactivación. Hubo medidas concretas para inyectar recursos al consumo, como los bonos de fin de año para jubilados. Pero nadie contaba con la peste.

La angustia por los alquileres, los impuestos y las tasas municipales, además de los salarios del personal, hizo estallar el malestar. Un grupo de comerciantes salió a protestar por su propia cuenta el jueves pasado, por fuera de la Cámara de Comercio y por fuera de la Federación Económica. Las instituciones no avalaron la manifestación porque, a decir verdad, el diálogo con las autoridades locales siempre estuvo abierto.

Tampoco confrontaron los dirigentes empresarios con los pequeños comerciantes porque son conscientes de su situación terminal. Pero esquivaron darles respaldo. Una alta fuente de la Federación Económica reconoció que el gobierno de Sergio Uñac estuvo atado de pies y manos durante todo este tiempo, porque las reglas del confinamiento vinieron dadas desde Nación. Y claramente, había pánico ante la posibilidad de una ola de contagios y muertes por Coronavirus.

Ni a Hermes Rodríguez, presidente de la Cámara de Comercio, ni a Dino Minozzi, presidente de la Federación Económica, les gustan los piquetes. Por eso pudo advertirse, más allá del genuino motivo de la protesta del jueves pasado, que hubo también alguna disidencia interna. No fue manifiesta, no la blanquearon, pero funcionó como tal. Los autoconvocados se desmarcaron de las instituciones y actuaron en paralelo.

Esta reacción dificultó las conversaciones oficiales. Porque tanto la Cámara como la Federación tuvieron que sostener el diálogo con el gobierno aclarando que no tenían responsabilidad en la ruidosa protesta. No podían acompañar el pataleo, si las puertas del despacho del ministro de Producción, Andrés Díaz Cano, siempre estuvieron abiertas. Hubo posiblemente otros factores en el medio, alentando la pelea.

Pero, quienes esperaban y alentaban la ruptura, se vieron defraudados. Lejos de cortarse la comunicación, la semana hábil comenzó con mucha actividad tras bambalinas. Las cámaras empresarias volvieron a reunirse con Díaz Cano y con el secretario de Industria y Comercio, Alejandro Mestre, para hablar sobre el protocolo de apertura de locales individuales, shoppings y galerías. 

También se entrevistaron con el intendente de Capital, Emilio Baistrocchi, y el de Chimbas, Fabián Gramajo. Todo el mismo lunes. Y este martes seguirá la maratón con el jefe comunal de Rawson, Rubén García. No son momentos de distraerse con internas sectoriales sino de encontrar soluciones.

Y vaya que urgen las respuestas. Aunque el fin de semana trascendió que el gobierno analiza habilitar el ingreso de clientes a los comercios sanjuaninos por terminación de documento, esa idea genera poco entusiasmo. Tanta restricción serviría únicamente ante la hipótesis de una avalancha de consumidores, volcándose todos al mismo tiempo al centro, ansiosos por comprar.

Recomponer el poder adquisitivo en tiempos de recortes de salarios a cambio de evitar despidos, es imperativo pero no será inmediato. Por lo tanto, quienes están a la cabeza de las organizaciones empresarias son conscientes de que no habrá una muchedumbre en el centro comercial. No ocurrirá el lunes 11 de mayo, al menos.

"En Argentina tenemos sinicatos que en vez de pedir aumentos, están negociando bajas de salarios para evitar despidos. Eso enfría la economía", reflexionó en voz alta un reconocido dirigente del sector. Es paradójico, porque el recorte de sueldos alivia las cargas del empleador. Sin embargo, a la vuelta del circuito es una medida recesiva. Siempre que hubo pérdida de ingresos en un hogar, se terminó sintiendo en la economía.

Mientras tanto, los empresarios apretados por el pago de salarios y de otros compromisos financieros, echaron mano al capital de trabajo. Esto significa que, cuando haya una salida de la cuarentena, no podrán reponer stock en las mismas cantidades que antes. Poner a funcionar la máquina otra vez, no será tan automático como podrá imaginarse.

 

JAQUE MATE