OPINION

Uno que se fue bien y otro mal

Alto contraste entre la salida de Walberto Allende del Ministerio de Desarrollo Humano y Castor Sánchez de Salud Pública. Las razones personales de un alejamiento, a menudo, son el camuflaje de la realidad. Resolver la salud es resolverle la vida a la gente. Nunca mejor dicho.
martes, 12 de diciembre de 2017 · 11:06

Por Daniel Tejada

"Casi que no hacían falta las palabras elogiosas del gobernador Sergio Uñac este lunes al despedir al ministro de Desarrollo Humano, Walberto Allende. Que lo hubiera elegido este año para encabezar la lista de diputados nacionales era ya una declaración pública de lo que representó y lo que representa el nuevejulino en el equipo del pocitano.

Aún con momentos de mayor o menor tensión con el ex ministro del área, Daniel Molina, actual asesor de Uñac, Allende logró desplegar una gestión con mucha visibilidad y aceitada relación con los intendentes. Esa fue la premisa que recibió el 10 de diciembre de 2015 y ejecutó a rajatabla. Los operativos de abordaje territorial pasaron siempre por una cuidada coordinación con cada municipio.

Además, Allende supo articular esa otra faceta que hace de un funcionario no solamente un gestor de expedientes. La política partidaria es un terreno donde el ex intendente supo y sabe moverse. Tiene conversación con todos los sectores internos del peronismo. Tanto así que ayer -aunque fuera medio desprolijo- el cambio de autoridades en la coqueta Sala Cerdera terminara con la marchita.

Llegó a ocupar el lugar de Allende quien hasta este momento lo había secundado con un bajísimo perfil y esperó pacientemente su turno: Armando Sánchez. Una figura de la más estrecha confianza de Uñac, amigo de Joaquín padre y, desde ahora, mandatario de un cartera de extrema sensibilidad que no admite errores. La consigna que recibió del gobernador ayer fue clara: poner el acento en los sectores más castigados. No hay lugar a dudas.

Por eso contrastó la honrosa despedida de Walberto Allende, ya convertido en diputado nacional, con la silenciosa partida de su colega de Salud, Castor Sáchez. Apenas un facsímil de su carta escrita en letra imprenta mayúscula, donde comunica que el gobernador le aceptó la renuncia por cuestiones de índole personal.

Sea por los años en la profesión o simplemente por los años que uno ya carga encima, las renuncias por razones personales suelen ser apenas un formalismo para camuflar los motivos reales. Pasó con la canciller Susana Malcorra, por citar un ejemplo.

Castor Sánchez se fue sin pena ni gloria. En voz baja. Con una declaración en la que habla de inmensos logros conseguidos en poco tiempo, pero varios frentes sin resolver que complicaron su paso por la función pública.

El más ruidoso tal vez haya sido el desvío de material quirúrgico de los hospitales a centros de salud privada. Pero también podría interpretarse que los objetivos de mejorar la atención en los centros de salud periféricos no se lograron. O incluso, hacerse eco de alguna publicación del Sindicato Médico en su página de Facebook, donde habla de compras directas a espaldas del gobernador.

El ministro tuvo a su lado el ojo vigilante del secretario administrativo de Salud, Guillermo Benelbaz. Hombre de extrema confianza de Uñac, capitaneó también en la más absoluta discresión la auditoría por los elementos quirúrgicos desviados. Y todo el resto de la actividad desarrollada en la cartera. Parece ser la pieza clave más que nunca, garante absoluto más allá del nombre del ministro que venga.

Empezará la danza de postulantes en un ministerio crucial no solo para la prestación de un servicio esencial sino para la imagen de gobierno. Resolver la salud es resolverle la vida a la gente. Nunca mejor dicho".


JAQUE MATE

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