OPINION

El doble filo de las promesas

A todas luces, el presidente buscó recuperar el discurso optimista y la sonrisa borrada por los datos de la realidad. Pero decir que la inflación bajará 10 puntos el año que viene lo deja muy vulnerable a la hora de rendir cuentas en pleno año electoral.
jueves, 19 de julio de 2018 · 13:05

Por Daniel Tejada
Canal 13 San Juan

Prometer que la inflación va a bajar 10 puntos el año que viene, como hizo ayer el presidente Mauricio Macri, puede tener varios efectos. El buscado oficialmente, es a todas luces recuperar el discurso optimista y la sonrisa borrada por los datos irrefutables de la realidad, que imprimieron un inusual ceño fruncido en el rostro del mandatario el pasado 9 de Julio en Tucumán, cuando amagó con reconocer errores de su propia administración. Ya no era solamente la pesada herencia la que había detonado la turbulencia, término de moda por estos días.

La puesta de ayer en la Casa Rosada fue un regreso a las fuentes del macrismo que ganó las elecciones de 2015, bajo el colorido menú de consejos de Jaime Durán Barba. Un mensaje repleto de expresiones optimistas y mirando más al futuro que al presente. Y con alguna que otro llamado al pasado, en tono de ayudamemoria para el electorado. No vaya a ser que alguno se confunda y olvide la herencia K.

Pero sería cuanto menos inocente no medir otros efectos posibles de una promesa de tal calibre. Decir que la inflación bajará 10 puntos el año que viene deja al presidente muy vulnerable a que la gente común le mida los resultados a la vuelta del calendario, justo en oportunidad de ir a las urnas. Los pronósticos más optimistas dicen que 2018 cerrará con 30% de inflación. Los más pesimistas suben bastante esa proyección. Bastará apenas recorrer el primer semestre del año próximo para poder medir el cumplimiento del nuevo compromiso asumido por el presidente.

Si este primer semestre terminó con un índice de precios al consumidor del 16%, el del año próximo debería, al menos, cerrar unos cinco puntos abajo. Y confiar que los otros cinco puntos prometidos se puedan atajar en la segunda mitad del año. Es o será extremadamente fácil pasarle factura a Macri con el recuerdo y el video fresco de su renovado compromiso.

Otro efecto de la promesa de ayer, no consiste tanto en el contenido del mensaje, polémico y discutible, sino por las formas. Es el gran capital de Cambiemos: abrir la oportunidad de que el Jefe de Estado conteste pregunta hasta de los medios más críticos al Gobierno, como El Destape o Tiempo Argentino, sin restricciones. Claro, el presidente luego gambeteó las respuestas. Pero eso queda para el análisis y el disgusto periodístico. Para la gente, lo que queda es la imagen de un jefe de Estado que a diferencia de Cristina, sí habla con la prensa. La forma por encima del contenido es, hace tiempo, una acertada y efetiva estrategia de comunicación. 

En Cambiemos parecen haber retomado esa senda. Claro, corriendo un riesgo grande: el de cumplir las promesas. Aquellas que se hicieron en la campaña de 2015 y que la gente sigue esperando. Y las nuevas, que volvió a hacer Macri, como si apenas estuviera empezando a gobernar.


JAQUE MATE

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