OPINION

Un simulacro de peronismo

Las medidas anunciadas por el presidente Mauricio Macri para contener el costo de vida son todas transitorias y reñidas con el modelo que llevó Cambiemos al poder.
viernes, 16 de agosto de 2019 · 11:36

A la lista de mejoras transitorias en salarios y asignaciones, a la nebulosa del congelamiento de precios de combustibles que finalmente sale a disgusto de las petroleras, el presidente Mauricio Macri le sumó otros dos anuncios de gran impacto en la carrera por acortar la brecha de votos con Alberto Fernández. En primer lugar, la eliminación del IVA en los alimentos básicos y, en segundo lugar, el congelamiento de las cuotas UVA de créditos hipotecarios.

El factor común a todas estas decisiones de gobierno, precipitadas en 48 horas, es que todas se agotarán a fin de año o antes, básicamente porque el modelo no contempla que se puedan sostener indefinidamente en el tiempo. No son producto de una modificación sustancial en el esquema de la administración de los recursos, sino un gesto, una cortesía con los votantes que le dieron su apoyo a Macri en 2015 y se lo quitaron drásticamente el pasado domingo.

Pero hay otra lectura que se desprende visiblemente de este paquete de medidas y es que todas se dan de bruces contra el discurso original de Cambiemos. Llegaron a la Casa Rosada con una propuesta diametralmente opuesta a la de "los últimos 70 años". Exigieron a la población que acepte vivir con lo que tiene, sincerar tarifas y combustibles. En consecuencia, retocar toda la cadena de formación de precios. Y los salarios a la baja, también.

En gran medida, una porción importante de la población acompañó esta plataforma. Se hizo visible en el mapa coloreado de amarillo en las elecciones legislativas de 2017. El pueblo es soberano y el gobierno tuvo legitimidad para actuar.

Pero después pasaron cosas, parafraseando al presidente de la Nación. El Gobierno culpó al contexto internacional y a la sequía que impactó en la cosecha de granos de la Pampa Húmeda, la eterna gallina de los huevos de oro de Argentina. Pero lo cierto es que, sin posibilidad de colocar más deuda en el sector privado, tuvieron que acudir al Fondo Monetario Internacional.

A partir de entonces, junto con el mayor crédito de la historia del organismo multilateral, vino un manual de política económica que debía aplicarse a rajatabla, con el eufemismo de "metas" o algo similar. El recetario imponía entre otras cosas secar de billetes circulantes el país, como fórmula infalible para detener la inflación. Para sorpresa hasta de la mismísima Christine Lagarde, no funcionó. Si lo sabremos los argentinos.

En esta apretada sítesis transcurrió el gobierno del presidente Macri. Levantó el combate a la corrupción como bandera. Lo hizo con teatralidad, en cuclillas, tocando el pavimento con fuerza cada vez que inauguró alguna autopista, por lo general en Buenos Aires. Paradójicamente, en la provincia más grande del país sufrió un golpe contundente en las primarias, a punto tal de quedar pendiendo de un hilo la reelección de la otrora imbatible María Eugenia Vidal.

Frente a la realidad de los números, los 47 puntos de Fernández y los 32 de Macri, hubo cirugía mayor. Miguel Pichetto prácticamente asumió el lugar de Gabriela Michetti, con una visibilidad que la actual vicepresidenta jamás tuvo. Un halo de peronismo se apoderó de la Casa Rosada, con todo un abanico de medidas despreciadas hasta no hace mucho, tildadas de populistas, con marcado tono peyorativo. 

Es evidente que la coyuntura no deja lugar para purismos ideológicos. Empezó la temporada alta de cacería de votos. Y el simulacro peronista de ocasión.


JAQUE MATE
 

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