OPINIÓN

Sin soltarle la mano a nadie

Un repaso por las medidas adoptadas a nivel nacional y provincial, desde las más crueles hasta las más necesarias. Y una moraleja de estos tiempos.
jueves, 26 de marzo de 2020 · 13:12

Por supuesto que tiene una cuota de crueldad la medida anunciada por el presidente Alberto Fernández ayer, en el sexto día de cuarentena obligatoria, acerca de no repatriar más argentinos en el exterior. Resulta inimaginable el dolor de esas familias que están varadas en el limbo de algún aeropuerto, abandonadas a su suerte por las agencias de viajes y las aerolíneas privadas que contrataron para sus días de disfrute.

Pero la emergencia llegó a un punto crítico. Seguir repatriando argentinos desde el exterior implicaría fundamentalmente abrir las fronteras al Covid-19. Ya no hay margen para cometer un acto de tamaño riesgo. No al menos por ahora, según dijo el propio Fernández.

La contracara de una medida tan amarga y hasta cruel - permítase la insistencia con el adjetivo- es una necesaria cadena de asistencias para contener no solamente la demanda sanitaria, que es lo esencial, sino también la economía estancada. Como siempre, hay sectores que tienen mayor rango de tolerancia. Y otros que directamente están en riesgo de perder el plato de comida sobre la mesa.

Por eso lo primero que se anunció fue el bono de 3.000 pesos para jubilados y pensionados que perciben la mínima, y un monto similar para beneficiarios de Asignación Universal por Hijo y Asignación por Embarazo.  Luego siguió el turno de los trabajadores de la economía informal, no registrados, más los monotributistas de las categorías inferiores, que no perciben ningún otro ingreso. Ellos recibirán 10.000 pesos por única vez en abril, previa registración en ANSES.

Esta semana el presidente agregó además un alivio en cuanto al pago de boletas de energía, agua, gas, telefonía, internet y hasta televisión por cable o satelital. Por 180 días las empresas no podrán cortarle el servicio a familias que perciban no más de dos salarios minimos, vitales y móviles. También quedaron blindadas contra estos cortes de servicios las empresas de salud y los comedores comunitarios, por ejemplo.

En lo sucesivo vendrá también una protección para inquilinos, con el congelamiento de alquileres por 180 días. Y un freno a los desalojos por idéntico término, incluyendo a los deudores hipotecarios.

Queda por delante el capítulo de las pymes, las empresas pequeñas y medianas que tendrán, tienen, un drama mayúsculo: en apenas unos días más tendrán que liquidar salarios, a pesar de haberse reducido drásticamente sus ingresos, debido a la recesión forzosa que vino con la cuarentena.

Para este sector, el gobierno nacional prepara algún alivio a través del histórico REPRO, un programa que traslada parte del costo de los salarios privados al Estado. 

Mientras tanto, el gobierno de la provincia hizo su propio esfuerzo, destinando unos 1.000 millones de pesos para aplicar en líneas de crédito con tasa subsidiada, del 19,9%, para pagar salarios o adquirir insumos e incluso bienes de capital. 

Esto vendrá acompañado por una agresiva campaña de distribución de alimentos incluso en aquellas familias que tienen ingresos, pero no les alcanza para costear sus propios gastos. Se anticipará también el Fondo de Emergencia Municipal por 25 millones de pesos entre los 19 departamentos.

Siguiendo esta línea, solo se puede esperar que lleguen las respuestas para cada situación. Algunas estarán antes. Otras después. La desesperación social marcará el pulso a las decisiones oficiales. No son tiempos de soltarle la mano a nadie. En esta coyuntura que obliga a repensar los sistemas, también el mundo se enfrenta a nuevas reglas. Hoy más que nunca, con la certeza de que el Estado no puede mirar para otro lado.


JAQUE MATE