OPINIÓN

Una semana para hacer las cosas bien

Después del grosero error cometido con el pago a los adultos mayores, la reacción oficial y las pistas de cómo será la salida de la cuarentena.
lunes, 6 de abril de 2020 · 12:44

Este lunes comenzará la cuenta regresiva para salir de la cuarentena preventiva obligatoria que encerró a millones de argentinos y argentinas en sus hogares a las cero horas del viernes 20 de marzo. No fue sorpresiva la decisión del presidente Alberto Fernández, porque en verdad ya se preveía. Pero hasta que no se consumó el anuncio, hasta que no entró en vigencia, hasta que no quedaron cerrados los edificios públicos y privados, las calles repletas de controles policiales y los hospitales preparados para el peor escenario, el fantasma del Coronavirus era poco menos que una abstracción. Se convirtió, de la noche a la mañana, en una realidad tangible. Innegable.

Extensión mediante, el confinamiento domiciliario finalizará el próximo lunes 13 de abril. Hay elementos suficientes para no pensar en una nueva prolongación, pero también para anticipar que la vida no volverá a ser la de antes, bajo ningún concepto, al menos durante un tiempo prolongado, cuya duración es todavía un enigma.

Lo dijo el viernes pasado la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti. La virtual viceministra de Ginés González García utilizó cuatro palabras muy precisas para definir bajo qué parámetros avanza la planificación. Prevén una salida gradual, escalonada, cuidadosa y realista. Será lento, no para todos al mismo tiempo y sin perderle pisado a la pandemia. Lo de realista podría entenderse, tal vez, como una mirada política más abarcativa, que coloca sobre el tablero también las urgencias económicas del país. Hay que poner la rueda a girar, luego de un costoso parate que habrá que remontar.

El presidente de la Nación se refirió en el mismo sentido el pasado sábado, en una extensa entrevista en Radio Mitre. Fue al día siguiente del error más grosero cometido hasta el momento: mandaron a todos los abuelos y abuelas a cobrar a los bancos juntos el mismo día. El resultado quedó plasmado en las dolorosas imágenes que provocaron el estupor colectivo. San Juan no fue la excepción, tristemente.

Luego del traspié, corregido desde la Quinta de Olivos ante la negligencia atroz de ANSES y el Banco Central, Fernández eligió uno de los grupos mediáticos opositores. Fue una decisión inteligente de quien pretendía enmendar la equivocación. Haber elegido un interlocutor amistoso, algún periodista cercano, hubiera sido interpretado como un montaje acomodado para fabricar la indulgencia de la gente. 

Alberto puso la cara allí donde estaba concentrada la audiencia más enojada. En ese territorio hostil es donde dio las explicaciones para recuperar la confianza dañada.

Terminado el capítulo de los bancos y los adultos mayores, se refirió a la salida de la cuarentena. Así como había anticipado la doctora Vizzotti, el presidente dijo que habrá una gradualidad muy fina. Advirtió que habrá que esperar al mismo fin de semana de Pascuas, para conocer la resolución. Escuchará primero a los especialistas que han venido monitoreando la epidemia en el país.

Pero dejó varias pistas acerca de que su voluntad es empezar a buscar una normalidad. No la normalidad. Sino una nueva versión de normalidad, ajustada a esta realidad internacional. Comparó la curva de contagios y fallecimientos con la de España en el mismo periodo y señaló que los números argentinos siguen mostrando un achatamiento de la gráfica. 

Para el próximo lunes, habrán pasado dos ciclos del Covid-19 de acuerdo a los científicos. Será apenas una primera batalla ganada, con varias decenas de fallecidos, pero habiendo prevenido un desastre peor. 

No volverán las clases de inmediato. No hay fecha siquiera para ello. La Universidad de Buenos Aires ya anunció que su actividad se retomará en junio, pero el presidente, que es docente de esa casa de altos estudios, sugirió que se mantenga la educación a distancia para las carreras en las que sea posible. Abogacía por ejemplo. 

Tampoco habrá oficinas públicas. Ni comercio abierto libremente. Se buscará fomentar una metodología de entregas a domicilio. A toda costa, intentarán que el transporte público no se convierta en un foco de transmisión del virus por la saturación de pasajeros. Y la única manera de garantizarlo será dosificar muy bien las actividades.

Nuevamente habrá sectores más favorecidos que otros. El viernes se constituyó una mesa con cámaras empresarias y la CGT para analizar cómo debería funcionar el aparato productivo el día después de la cuarentena.  Todavía no está claro a quién le podrían pedir que permanezca sin trabajar, sin llevar el pan a su mesa. 

Queda una semana para hacer las cosas bien. Y todo un año para no echar el esfuerzo por la borda.

JAQUE MATE