OPINIÓN

Un Estado que no haga la vista gorda

Uñac dejó un parámetro bastante claro acerca de los tiempos difíciles que vienen tras la pandemia.
viernes, 19 de junio de 2020 · 12:19

Si la economía mundial va a caer en 2020 por efecto de la pandemia, ¿por qué no la economía Argentina también? La misma lógica aplicó el gobernador Sergio Uñac para proyectar los números negativos de San Juan cuando pase el Coronavirus. El Producto Bruto Geográfico no será el mismo, ni la tasa de empleo, ni la de pobreza. Dejó de ser una estimación dicha entre dientes en alguna oficina reservada para convertirse en un diagnóstico oficial y público.

Si bien Uñac dejó liberado el diálogo para que avance con relativa horizontalidad, más allá de la coordinación de cada mesa a cargo de cada funcionario, igualmente sentó posición respecto al rol del Estado. Es un tema crucial, sometido a discusión a nivel nacional tras la decisión de intervenir y expropiar Vicentín.

Dijo el gobernador que hay que caminar rumbo a una economía menos contributiva hacia el Estado y más distributiva hacia la sociedad. No hay mucho margen para interpretar. Habló claramente de menor carga impositiva y sus palabras habrán endulzado los oídos del sector privado convocado para celebrar el acuerdo.

Sin embargo, Uñac no habló de libremercadismo al estilo Cambiemos. No es ni será lisa y llanamente resignar recaudación en pos del sector productivo, a cambio de seguir ajustando la inversión pública. Por eso advirtió que también imagina una sociedad más equitativa, con igualdad de oportunidades. Y eso, sin Estado de por medio, es inviable. 

La meritocracia fracasa cuando la línea de largada es tan asimétrica, como ocurre en un país con el 50 por ciento de la población pobre. No hay mérito que valga cuando las posibilidades nutricionales, habitacionales, educativas y tantas otras más, están restringidas desde la cuna. Quien no quiera verlo, es porque tomó la decisión de mirar para otro lado.

Esa declaración política, define el marco en el que tendrán que encuadrarse las propuestas elaboradas por cada una de las 16 mesas de trabajo, a partir del 1 de julio y por 60 días, para ser compiladas en un documento final. Sin embargo, no se puede esperar que termine la pandemia para actuar. La emergencia es ahora.

El secretario de Promoción Social y virtual viceministro de Desarrollo Humano, Lucio González, reveló en Banda Ancha que tienen una gran preocupación porque si la macroeconomía no arranca, difícilmente se pueda proyectar una mejor calidad de vida para las familias menos favorecidas. Si no hay dinero en circulación, si no hay consumo, los planes para estimular los microemprendimientos no tendrán viabilidad.

Entre el Ingreso Familiar de Emergencia y la Tarjeta Alimentar, San Juan sigue recibiendo fuertes inyecciones de fondos federales para su circuito económico interno, que se vuelcan rápidamente al consumo de bienes y servicios de la economía social. Pero el problema es estructural y no se resuelve con parches, como viene haciendo el país desde hace décadas.

La canasta familiar supera los 43.000 pesos de acuerdo a los datos oficiales del INDEC. Aunque la inflación se esté achatando, el poder adquisitivo también se derrumbó. El deterioro de los ingresos se profundizó con la política de "sinceramiento", tarifazos y devaluaciones constantes de Mauricio Macri. La pandemia y la cuarentena terminaron de sofocar a los hogares.

Desarrollo Humano está comprando frazadas porque es lo que está pidiendo la gente. Así de cruel se presentó la temporada a partir de las primeras bajas temperaturas. La situación se agrava en las familias numerosas con empleos informales. En el mejor de los casos, les quedó alguna asignación estatal para sobrevivir. Y nada más.

Este es mínimamente el cuadro que enfrenta la provincia y que será tema de discusión. Compatibilizar intereses será una tarea no sencilla, pero necesaria. Uñac ya trazó un parámetro para encauzar el diálogo, con un Estado que no asfixie al sector productivo, que lo deje crecer para generar riqueza, cada vez con más empleo. Agravar las asimetrías en la abundancia, sería imperdonable.


JAQUE MATE