OPINIÓN

Quién sabe

No hay un manual para actuar en una crisis como la que atraviesan el mundo, el país y la provincia. Fernández elige su camino y Uñac también.
viernes, 26 de junio de 2020 · 12:54

No terminaron de ponerse de acuerdo este jueves el presidente Alberto Fernández, el jefe de Gobierno Porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, acerca de los términos de la cuarentena recargada que entrará en vigencia desde el próximo lunes. Por eso el anuncio oficial pasó para este viernes. La anécdota puso nuevamente en evidencia la necesidad de muchas horas de diálogo a puertas cerradas, ensayos hipotéticos y también una dosis de aceptación acerca de que cualquiera sea la resolución, siempre traerá costo político, desgaste.

¿Quién sabe cuál es la receta apropiada para combatir el avance de la pandemia en la Argentina, que este jueves superó la barrera de los 50.000 casos positivos? El presidente eligió imitar a Noruega, frente a la sugerencia opositora del modelo de Suecia. De ahí partió para imponer un confinamiento drástico que agravó la crisis económica pero logró frenar significativamente la curva de contagios. Con el advenimiento de las bajas temperaturas y la flexibilización de las actividades, el germen se tonificó. La temida curva llegó a niveles que amenazan el sistema sanitario porteño y bonaerense.

¿Quién sabe si Alberto tiene razón? El sentido común indica que no hay valor superior a la vida humana. Aún admitiendo que habrá pérdidas económicas, esa caída siempre se podrá remontar. De eso los argentinos saben bastante, tristemente acostumbrados a volver a empezar una y otra y otra vez. Pero esto no acalla las protestas de los sectores radicalizados que igualaron la cuarentena al comunismo de la Unión Soviética y el Muro de Berlín, en una creativa regresión histórica. Insólita también.

El gran dolor de cabeza presidencial es sin dudas el área metropolitana de Buenos Aires, donde el Covid-19 es amo y señor. Allí logró penetrar incluso en los sets televisivos, en los despachos oficiales, en cada rincón más allá de los barrios vulnerables donde explotó la bomba inicialmente.

Este escenario temible es el espejo que observa de lejos Sergio Uñac. Sabe el gobernador que la pandemia podría entrar a la provincia de un momento a otro. Por eso se han extremado los controles en las fronteras, al límite de la tolerancia de los transportistas de cargas. Su malhumor es el mal menor, claramente. Pero hay un factor común entre Fernández y Uñac, a pesar de las escalas diferentes y de las realidades particulares: ninguno tiene un manual de acción frente a una situación que no conoce precedentes.

Lo dijo con sinceridad en Banda Ancha el diputado nacional Walberto Allende, un dirigente cercano al gobernador. "La situación actual excede a la plataforma de los partidos políticos, nadie estaba preparado", dijo el nuevejulino que peina canas ganadas a lo largo de décadas de militancia territorial. Su perspectiva fue atinada.

Desde esa mirda, Uñac hizo la convocatoria para el Acuerdo San Juan. Es el reconocimiento de que aquí está todo por definirse. Que hubo medidas adoptadas en la emergencia para contener la peste, para proteger al mundo del trabajo precariamente, pero que no hay margen para imaginar un futuro en soledad. Es una tarea colectiva que no admite soberbia ni vanidad.

Allende valoró que Uñac, que ganó holgadamente la reelección para la Gobernación el año pasado y se impuso en marzo en la interna del PJ, haya hecho una convocatoria abierta. Pudo haberse parado arriba de ambos resultados y haber avanzado sostenido por los votos. Pero esa vía era demasiado riesgosa. Nadie tiene garantías de éxito en un terreno tan inexplorado como esta pandemia.

Montar las 17 mesas sectoriales, ponerlas a trabajar y convertir sus conclusiones en letra muerta, también tendría un costo político enorme. "Como gobierno tenemos que estar predispuestos a escuchar y a cambiar algunas cuestiones que se van a resolver en esas comisiones", reflexionó Allende. Hay consciencia en los altos círculos oficiales de que este llamado no puede ser simplemente un acting para la tribuna. La tolerancia está en su punto más frágil de los últimos años.

La meta es ambiciosa. Apunta a que los sanjuaninos fijen políticas de Estado que excedan a los gobiernos de turno. Está tan gastada la consigna que invita a la incredulidad. Un buen primer paso fue la unanimidad de todos los bloques de la Legislatura y todos los diputados departamentales, que avalaron el llamado al consenso. Pero esto todavía no empezó.

¿Quién sabe cómo salir de la cuarentena? La respuesta deberá salir del conjunto, pero luego ser ejecutada por quien tiene la responsabilidad de gobernar. Quién sabe. A lo mejor funcione.


JAQUE MATE