OPINIÓN

El día que tuvimos miedo

El sábado pasado quedará en la historia de los sanjuaninos, grabado en la memoria colectiva. El temor no es mal consejero.
lunes, 24 de agosto de 2020 · 10:29

De ninguna manera, ni siquiera en la peor de las hipótesis, alguien pudo haber imaginado que el sábado 22 de agosto San Juan asistiría a una pesadilla solo imaginada por el cine hollywoodense en sus películas apocalípticas. El momento traumático se puede repetir. La realidad cacheteó el adormecimiento y puso en práctica lo que estaba en los papeles.

Curiosamente, todo lo que sucedió, el operativo sin precedentes para acordonar complejos habitacionales en Rivadavia, Capital en los alrededores y en pleno centro también, Sarmiento y Santa Lucía como ya había pasado en Caucete el miércoles anterior, estaba escrito y era público. Se había presentado en sociedad el 28 de julio en la Sala Rogelio Cerdera de Casa de Gobierno. El plan de seguridad ante la eventual circulación viral funcionó como un manual. Se implementó cada paso. Aún así el día que la teoría se materializó fue estremecedor.

Canal 13 San Juan TV registró, minuto a minuto, cada evento de una jornada memorable. Fueron miles y miles de sanjuaninos y sanjuaninas quienes siguieron por esta pantalla, atónitos, el momento en que barrios completos quedaban cercados, empezaban a sonar los altoparlantes con indicaciones sanitarias, llegaba el personal completamente cubierto con mamelucos y máscaras para realizar los testeos rápidos masivos. Una verdadera cacería simultánea en distintos puntos de la provincia. Una cacería viral.

En buena medida, el asombro obedecía a la magnitud del operativo, que posiblemente haya tenido parangón solo con las acciones posteriores a los terremotos de 1944 y 1977. O no. Tal vez no sea comparable con nada.

El paso de las horas permitió ver el cuadro completo, para entender que no hubo sorpresas y que, nuevamente, estaba todo escrito. La secuencia se podría sintetizar de la siguiente manera:

El miércoles 19 de agosto aparecieron los primeros casos de Coronavirus en Caucete autóctonos y sin nexo epidemiológico. Al primero sucedió el segundo y luego el tercero y el cuarto. De luz amarilla se pasó a emergencia, porque por primera vez había un indicio de circulación viral comunitaria. 

El jueves 20 aparecieron los primeros nueve casos por contacto estrecho detectados en Caucete. Al día siguiente, otros nueve casos similares. El gobernador Sergio Uñac pidió a los enfermos que colaboren con honestidad descarnada, para poder llegar a fondo y trazar con precisión la red de contagios posibles.

El viernes 21 a la tarde, con un mapa bastante preciso acerca de la ruta del Covid-19 desde Caucete hacia el resto de la provincia, se decretó el regreso a Fase 1 desde las cero horas del sábado 22. El objetivo, claramente, era tener a todo el mundo guardado en su domicilio. Entonces sí, se detonó el procedimiento de burbujas simultáneas, en una estrategia direccionada. Con la intención de diagnosticar absolutamente a todo aquel que pudiera haber contraído el germen en este brote. Aún cometiendo alguna equivocación. Fue el precio de cortar la transmisión viral, aunque todavía sea pronto para evaluar el éxito total o parcial de la estrategia.

La cadena de barrios aislados el sábado no fue un arrebato desordenado, instintivo, conducido por la aparición de nuevos casos aleatorios. Por el contrario, representó la pesquisa del Coronavirus en la ruta reconstruida con los testimonios de los infectados. Porque la peor de las hipótesis sería que quede algún asintomático dando vueltas por ahí, regando la peste sin tener consciencia de ello. Es la historia del Covid-19, desde China en adelante.

Pasado el traumático sábado, el domingo 23 San Juan tuvo paz. Casi como el séptimo día de la creación bíblica. Fue el momento de metabolizar lo sucedido. De reflexionar en cada hogar cómo seguirían las cosas hacia adelante. De sacar cuentas sobre el nuevo daño económico que genera no la cuarentena, sino la pandemia. De acomodar el temor para convertirlo en anticuerpo y seguir adelante.

El miedo fue tema también en las redes sociales. Infundir miedo está asociado a una forma tirana de gobernar. Fabricar miedo implica que la población se subordine a las decisiones más drásticas del poder, sin chances de objetar las medidas. No parece haber sucedido en esta ocasión. No faltaron los cuestionamientos, algunos por el simple hecho de que se dificultó la compra del pan del domingo, por encontrarse dentro de una de las zonas aisladas.

El miedo es irracional, pero también es un mecanismo de defensa que funciona en buena parte del mundo animal. Está asociado al instinto de supervivencia. Es aquella sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. Está claro que aquí no hay ficción, cuando continúa creciendo la cantidad de personas internadas en terapia intensiva del Hospital Rawson.

El sábado fue el día que tuvimos miedo. Ojalá haya sido también, el día que aprendimos un poco más. 


JAQUE MATE