OPINIÓN

Florencia: cuando la culpa es de nadie

A fines de julio entró en plena vigencia el registro de razas peligrosas de la 'Ley Lara'. No sirvió en lo más mínimo para evitar otra muerte absurda.
miércoles, 3 de noviembre de 2021 · 09:14

El absurdo no entiende razones. Una muerte absurda, tampoco. Seguramente hay una madeja de responsabilidades enredadas para explicar la muerte absurda de Florencia Ledesma, el pasado lunes por la tarde/noche en Albardón. Cuando la culpa es de todos, tristemente la culpa termina siendo de nadie.

La joven de 23 años fue atacada durante horas por una jauría integrada por 7 animales. Sobran los detalles cuando el morbo está a la vista. Solo resta decir que en esa zona rural la señal de telefonía móvil es tan débil, que tuvo que hablar varias veces y con mucha dificultad a su hermano bombero para pedirle auxilio, mientras seguía sufriendo el embate de las fauces.

La primera reacción ante la noticia fue el estupor, lógicamente. La indignación también, en la búsqueda del homicida, idealizado como ese sujeto que se desprendió de su perro, lo abandonó en el campo para sacarse un problema de encima, y al mismo tiempo estaba sentenciando a muerte a Florencia. Ese sujeto responsable del final macabro que le tocó a Florencia.

Sin embargo, difícilmente una sola persona se haya desprendido de 7 perros propios. Entonces se empieza a enredar la madeja de responsabilidades. Se hace palpable que la conducta de uno es al mismo tiempo la conducta de muchos. Es un patrón de comportamiento, arrojar a una mascota por ahí, para que sobreviva como pueda, en Albardón o en cualquier otro departamento. Hace tiempo que el problema está a la vista de todos y todas, hacia los cuatro puntos cardinales. Le tocó a Florencia pagar el costo de la manera más horrorosa.

Si no hay propietario del animal, no hay a quién imputarle el homicidio. Por eso este martes los policías buscaban a campo traviesa y con la asistencia de drones a los perros asesinos. ¿Para qué? Básicamente para intentar dar con el o los dueños. Parece más una cuestión de procedimiento que otra cosa. Posiblemente puedan hallar a los canes y mandarlos a algún sitio que tendrá que resolver el juez en turno. Pero es prácticamente imposible que alguno tenga la menor pista sobre quién lo abandonó.

El conductista canino Roberto Bastianelli dijo este martes en Banda Ancha que urge una suspensión de la denominada 'Ley Lara', porque está provocando que muchas familias con perros de razas consideradas peligrosas estén desprendiéndose de ellos. Y que precisamente eligen zonas rurales, para cortar todo vínculo con el animal y cualquier posibilidad de que regresen a su hogar. Puede ser que ocurra así, pero no hay un registro de ningún tipo para poder verificar esta información. 

Y hablando de registros, la 'Ley Lara' impuso una serie de obligaciones para los tenedores de animales de razas potencialmente peligrosas, como la colocación de un chip. Según esa norma, desde julio pasado cualquier persona que incumpla con las condiciones sería multada con dureza: 30000 pesos e incluso prisión. Claro que para ello primero habría que hacer fuertes controles. Hasta ahora no se vieron. Pasaron tres meses y los perros callejeros siguen siendo parte del paisaje. Los perros con dueño salen a la vía pública sin correa y mucho menos con bozal.

La 'Ley Lara' fue sancionada por la Legislatura como una reacción a otra muerte absurda por un ataque canino. Fue en septiembre del año pasado, cuando la pequeña Lara Rebeca Agüero, de tan solo 9 años de edad, sufrió la feroz embestida de un pitbull que se soltó de un domicilio. Prácticamente fue una cacería, en la vereda.

El perro tenía dueño identificado, por eso se pudo encausar. Braian Silva quedó procesado por homicidio culposo y después de dos semanas detenido, salió en libertad. La familia de la niña cumplió un año esperando sentencia pero fundamentalmente, un cambio de carátula, porque la figura penal aplicada en este caso es la más leve de todas. Por lo tanto, el responsable del animal asesino podrá seguir adelante con una condena simbólica, sin cumplimiento efectivo.

Entonces Lara, con tan solo 9 añitos, le puso involuntariamente su nombre a una ley. Se dijo que esa ley iba a servir para evitar más horrores como el que le tocó a ella. Prácticamente un año después, Florencia pagó con su vida este fracaso.

Un fracaso colectivo, donde cada uno tiene su parte. El Estado aprobó una ley que, para que funcione, depende demasiado de la buena voluntad de mucha gente. La norma apuesta a la generación de conciencia, al compromiso colectivo. Está cargada de buenas intenciones, una filosofía del respeto mutuo y de la responsabilidad por el cuidado animal. También está cargada con una muerte, la de Florencia, que no pudo evitar.

Así como Lara no tuvo la menor oportunidad de defenderse frente al ataque del pitbull, Florencia tampoco tuvo chances de sobrevivir a la ferocidad de la jauría. Ninguna de las dos eligió que su nombre se convirtiera en noticia. Mucho menos que se volvieran símbolos de una lucha fallida.

El absurdo no entiende razones. Una muerte absurda, tampoco. Cuando la culpa es de todos, tristemente la culpa termina siendo de nadie.


JAQUE MATE