OPINIÓN

¿En qué se parece el cambio de gabinete de Uñac al de Alberto?

Apostar por funcionarios jóvenes implica, en el fondo, extender la expectativa de vida del gobierno. Todo un mensaje explícito para empezar a mirar el 2023.
martes, 7 de diciembre de 2021 · 12:30

El cambio de gabinete de Sergio Uñac es y será mucho menos traumático que el que tuvo que realizar intempestivamente el presidente Alberto Fernández, tras el mal resultado de las primarias del 12 de septiembre. La de San Juan será una transición salida estrictamente de la lapicera del gobernador, en tanto que la de Nación sucedió luego de la renuncia en cadena de funcionarios alineados con Cristina y finalmente la explosiva carta de la vicepresidenta.

Aún así, hay un factor común a ambas modificaciones. Todo cambio de gabinete implica una oxigenación. Un barajar y dar de nuevo. Una pretensión de cobrar nuevo impulso para los tiempos que vienen. Todo esto es deseable para Uñac, que empezó a transitar su segunda mitad de mandato y, haga lo que haga en 2023, siempre necesitará llegar de la mejor manera, con los mejores resultados en la gestión.

La partida de Felipe De los Ríos no debería interpretarse como un apercibimiento hacia la figura del futuro exministro. Su delicada condición de salud hizo que se alzara más de una voz en gobierno, recomendando su descanso. Nada compatible, por cierto, con el estres que implica la conducción de una cartera tan delicada como la educativa, en tiempos de pandemia.

Como a todo funcionario, a De los Ríos se le pudo criticar desaciertos. Entre otros, su personalismo para la conducción. Ninguna medida salió sin su verificación personal y esto, a menudo, le imprimió cierta lentitud a los expedientes. Sin embargo, en Paula y Libertador le reconocen al profesor haber sobrellevado muy dignamente los peores tiempos de la pandemia y fundamentalmente la relación con los sindicatos.

Su sucesora, Cecilia Trincado Moncho, tendrá varios desafíos. Dos por encima del resto: seguir remendando los daños infligidos por la pandemia en el proceso de enseñanza y aprendizaje, por un lado, y pilotear la paritaria con los gremios docentes de la manera menos traumática posible, por el otro.

Es portadora de apellidos ilustres. En 1990 fue ministra de Educación su madre, Antonia Moncho de Trincado, designada por el gobernador bloquista Carlos Enrique Gómez Centurión. Para Cecilia Trincado no será una cuestión de estirpe solamente. Tiene un currículum propio para acreditar gestión, aunque nunca llegó tan lejos como ahora.

La salida de Andrés Díaz Cano del Ministerio de la Producción y su reemplazo por el joven Ariel Lucero contiene una declaración política absoluta. Son momentos críticos para el campo, en medio de la peor sequía de la que se tenga memoria. El bloqueo de rutas 40 y 150 en Jáchal en la víspera de las elecciones legislativas por un reclamo de regantes es tal vez la postal más representativa del cuadro de situación.

Lucero es un funcionario joven formado políticamente en la gestión de Uñac. Más allá de su idoneidad técnica, puede ser considerado como un dirigente formateado bajo el sello del pocitano. No es poca cosa, en una estrategia tendiende a proyectar nuevas caras.

La partida de Raúl Tello de la Secretaría de Estado de Ambiente se veía venir por una simple razón: ciclo cumplido. El funcionario de largísima trayectoria pudo implementar el sistema de tratamiento de residuos sólidos urbanos, que incluyó la eliminación de todos los vertederos municipales. Tuvo un traspié público que expuso a Uñac hasta en medios porteños, cuando en un curso de formación política peronista, un niño recibió un certificado de adoctrinamiento.

Tello venía en el ámbito de Ambiente desde la gestión de José Luis Gioja. Ahora le entregará el cargo al joven diputado nacional Francisco Guevara, otro dirigente nacido a la política en plena era uñaquista. ¿Cuánto sabe de gestión ambiental? Seguramente bastante poco. Tendrá que encontrarle el ritmo a la cartera de rango ministerial al poco andar. 

Su mejor antecedente es precisamente ese: la capacidad para adecuarse al entorno con rapidez. A Guevara le alcanzaron dos años de diputado nacional para proyectarse y codearse con Sergio Massa y Máximo Kirchner. Su voto a favor del aborto legal, que le costó muchos reproches en la provincia, le permitió elevar el perfil también.

La eyección de Tulio Del Bono de la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación y su reemplazo por la ascendida Marita Benavente, llevará implícita fundamentalmente la renovación generacional. En Casa de Gobierno no hay nada para reprocharle al ex rector de la UNSJ. Se va con el mejor de los conceptos, aunque el veterano peronista se retire sin ganas de irse.

Benavente no es una dirigente nacida en el seno del uñaquismo. Su trayectoria es mucho anterior y de hecho confrontó con Uñac en 2015, cuando acompañó en la fórmula para gobernador y vice a Ruperto Godoy. Tiene línea directa con el Instituto Patria. Es una referente del kirchnerismo en San Juan y ese fue el lugar que le tocó ocupar en la lista de candidatos a diputados nacionales este año.

Desde ese sitio ideológico, Benavente se convirtió en la versión kirchnerista más tolerable para Uñac, la que mejor pudo convivir. Lograron sintonizar. Hoy es una funcionaria muy escuchada en Paula y Libertador.

Salvo para los que se van, el cambio de gabinete de Uñac no será traumático en absoluto. Mucho menos en comparación con el cimbronazo que representó para Alberto Fernández. No tendrá el cariz de relanzamiento de gobierno, porque de hecho en la mayoría de las áreas sensibles todo seguirá como hasta ahora. Pero le permitirá al pocitano retomar la iniciativa política. Apostar por funcionarios jóvenes implica, en el fondo, extender la expectativa de vida del gobierno. Todo un mensaje explícito para empezar a mirar el 2023.

 

JAQUE MATE