JAQUE MATE

Los hilos del boleto y la cruda realidad

Los empresarios de colectivos demandan un ajuste de la tarifa por razones obvias. Gobierno quiere evitar que el hilo se corte por lo más delgado, pero el reparto de subsidios nacionales parece blindado.
miércoles, 27 de julio de 2022 · 10:30

Entre el hilo más delgado y el hilo más gordo se ubica la cruda realidad. Esa podría ser la moraleja de las últimas dos semanas para el ministro de Gobierno, Alberto Hensel, a quien le tocó no solo acomodar la novísima Red Tulum sino también enfrentar una inflación galopante y una corrida cambiaria que empuja el valor del pasaje de manera inevitable. Aumentar la tarifa a los usuarios del transporte público sería la medida más ingrata de todas. Por eso siguen buscando alguna alternativa.

Hace un par de semanas, el jueves 14 de julio, el ministro Hensel pasó por Banda Ancha y dijo que la decisión política del gobierno es no subir el boleto. Sostuvo que seguirán dando la batalla en Buenos Aires por un reparto más justo de los subsidios que se llevan de manera impúdica la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el primer cinturón del conurbano bonaerense, zona que hoy es definida como AMBA.

Vale la pena repetir los números, por si queda alguien que todavía no los ha asimilado. El AMBA, que no llega al 40 por ciento del total de pasajeros de toda la Argentina, embolsará este año 210.000 millones de pesos por subsidios de Nación. El resto del país, que tiene más del 60 por ciento de los pasajeros del país, recibirá apenas 46.000 millones de pesos.

Dicho de otro modo, las 23 provincias argentinas, incluida San Juan, reciben una quinta parte de los subsidios al transporte público que hoy está llevándose la Ciudad Autónoma y municipios vecinos. Es escandaloso.

Por eso el pasaje en Buenos Aires -el ombligo de la Argentina- cuesta apenas 18 pesos. A partir de agosto subirá el 40 por ciento, pero aún así quedará muy lejos de los casi 40 pesos que se pagan en San Juan por idéntico servicio. O los casi 70 pesos que ya se están abonando en otras provincias.

La disparidad está dada precisamente por ese reparto desigual, unitario, que privilegia a la Ciudad Autónoma y perjudica al resto de los argentinos y argentinas. Son 210.000 millones para los favorecidos, contra 46.000 millones para todos los demás.

Hensel dijo el 14 de julio en Banda Ancha que la inflación aprieta la ecuación de los empresarios de colectivos y que a mediados de año, es decir ahora, habrá que pasar en limpio los números. Pero la decisión política es o era no aumentar la tarifa para los usuarios porque eso sería dejar que el hilo se corte por lo más delgado. Habían decidido dar la batalla más difícil, ir por el hilo más gordo, en el Congreso Nacional y en el Ministerio de Transporte. Reclamar un trato más equitativo en la Casa Rosada. 

Sin embargo, poco y nada ha progresado esa gestión. No porque haya faltado esfuerzo, porque de hecho hubo un frente provincial bastante sólido para plantarse ante el reparto injusto de subsidios. Pero el statu quo parece impenetrable. Siempre duele más la disconformidad de los pasajeros que suben y bajan de los colectivos en los alrededores de la Casa Rosada y el Congreso, que alguna queja cuyana, norteña o patagónica a tantos kilómetros de distancia.

'Estamos en el podio de las provincias que tienen el boleto más barato', dijo con orgullo Hensel aquel 14 de julio. Eso solo es posible porque San Juan aporta, de sus propias arcas, subsidios que triplican los fondos nacionales que llegan para la contención tarifaria. ¿Tiene margen la provincia para seguir amortiguando el golpe? ¿Hasta cuándo?

A la inflación galopante que ya venía azotando todas las ecuaciones empresarias se sumó la brutal corrida cambiaria de los últimos días. Entonces, desde aquel 14 de julio la situación se agravó y los tiempos empezaron a apretar. Los dueños de los colectivos le hicieron una presentación formal a Hensel el lunes. Piden un reconocimiento de sus mayores costos. 

En los papeles, corresponde hacer esa revisión ahora, como sucedió a principios de año. Los empresarios velan por su rentabilidad, mientras el gobierno tiene otra preocupación: el humor social. ¿Es oportuno tocar el valor del boleto ahora? ¿Quién pagaría el costo político de una medida semejante? La respuesta está cantada.

'Nosotros no somos una empresa, somos el Estado. Y el Estado mira el bolsillo del usuario', dijo el ministro Hensel este martes, un día después de haber escuchado el rosario de pedidos de la cámara que nuclea al sector. En rueda de prensa, el funcionario ya no dijo tajante que no habrá aumento del boleto, como lo había sostenido hace un par de semanas en Canal 13. Hubo eventos que no estaban en el cálculo de nadie. Simplemente sucedieron.

Por el momento la instrucción de Uñac es seguir dando la batalla de fondo por los subsidios nacionales. La pregunta es cuánto más podría demorar una respuesta de ese tipo, ahí donde los hilos son más gordos y resistentes.

No parece ser el momento apropiado para hablar de subsidios, cuando la ministra de Economía, Silvina Batakis, está prometiendo en Washington que habrá más y más ajuste fiscal. Frente a eso, las provincias argumentan que no se trata de una mayor erogación, sino de barajar y dar de nuevo. 

¿Está en condiciones el gobierno de Alberto Fernández de ir contra el principal núcleo urbano, el de mayor densidad poblacional, cuando su nivel de popularidad está en el piso? Claramente la respuesta es no.

Entonces, antes que el hilo se corte por lo más delgado, es decir, aumentar el boleto a los pasajeros, siempre será preferible ir por el hilo más gordo, el de los subsidios nacionales. Pero entre uno y otro, siempre estará la cruda realidad.

 

JAQUE MATE