JAQUE MATE

Fabián Martín tiene ganas pero ¿le conviene?

Ya no es una conjetura. El intendente no descarta ser candidato a gobernador el año que viene. Hace rato le endulzan los oídos. Pero el escenario todavía es difuso.
miércoles, 31 de agosto de 2022 · 10:33

Fabián Martín no descarta ser candidato a gobernador el año que viene. Ya no es una conjetura sino un reconocimiento expreso del intendente de Rivadavia, sin rodeos, plasmado este martes en vivo en Banda Ancha. Ganas no le faltan, tiene vocación de poder. Pero hay una pregunta todavía sin respuesta acerca de la oportunidad. ¿Es su momento?

Hace tiempo que dentro y fuera de Juntos por el Cambio las mesas de café especulan con la posibilidad de que Martín haga punta. En cierto momento algunos aventuraron la posibilidad de que desafiara al mismísimo Marcelo Orrego. Eso no ha sucedido hasta ahora ni parece que fuera a suceder al menos en 2023.

En público y en privado, Martín advierte que hay una prelación. Orrego sigue siendo el que mejor mide. Todo indica que es el tiempo del santaluceño y su colega del Oeste lo repite cada vez que recibe algún entusiasta en su despacho. Hace rato le vienen endulzando los oídos para que sea él.

Entonces, ¿qué cambió de un día para el otro, para que Martín repentinamente diga que no descarta ser candidato a gobernador el año que viene? Las reglas electorales.

La restauración de la Ley de Lemas -con otro nombre- pondrá a la oposición en situación de diseñar una estrategia totalmente diferente a la que venía imaginando hasta ahora. Juntos por el Cambio necesitará presentar varios candidatos en cada categoría si pretende ser competitivo, porque el sistema permite la transferencia de votos entre unos y otros. Es decir que ir a las urnas con listas de unidad siempre significaría darle ventaja al oponente, en este caso al Frente de Todos. 

El peronismo y aliados tendrán varios candidatos a gobernador, aunque todavía no se sepa con exactitud. Suenan desde Sergio Uñac hasta José Luis Gioja, Franco Aranda y algún bloquista como Luis Rueda. Todo puede suceder en el abanico oficialista. La oposición, que se jactaba de marchar ordenadamente, sin grandes diferencias, hoy tendrá que salir a fabricar la interna.

Decir que el único candidato a gobernador dentro de Juntos por el Cambio es Orrego, ya no se acomoda a la realidad. Tendrán que ofrecer más opciones para sumar puntos, porque esas son las reglas del futuro sistema electoral. Buscarán por todos los medios ponerle un freno a la Ley de Lemas, acusándola de tramposa, fraudulenta e inconstitucional. Pero en el fondo saben que lo más probable es que termine siendo el escenario definitivo.

Por eso algunos dentro de Juntos por el Cambio ya ven con buenos ojos un acercamiento a Consenso Ischigualasto, porque permitiría que Orrego sume votos de otros candidatos a gobernador como Martín Turcumán, por ADN. Este ensayo salió de boca de ellos, no es una especulación periodística. 

Sin embargo, para sellar un acuerdo semejante todavía falta una inmensidad. Hoy el oficialismo les puso por delante un punto de encuentro, que es resistir la Ley de Lemas. Hasta ahí llegan las coincidencias. Por ahora no hay más que eso.

Entonces, frente a las ganas y la vocación de poder de Martín, hay una cuestión de momentos. De medir los tiempos. El intendente de Rivadavia aprendió esa lección de la manera más difícil, perdiendo. Fue concejal opositor durante la gestión del peronista Elías Álvarez entre 2007 y 2011. Cada semana convocaba a conferencia de prensa para lanzar durísimas críticas y denuncias.

Levantó mucho el perfil, al estilo de Patricia Bullrich o Elisa Carrió en Buenos Aires. Pero cuando fue candidato a intendente en 2015 las urnas le dieron la espalda. Ganó Ana María López de Herrera. Martín modificó el tono. Se volvió más mesurado. Activó la militancia de base, territorial. 

Le tocó ser precandidato a diputado nacional en 2013 por Producción y Trabajo, porque se lo pidió Roberto Basualdo. Tuvo que enfrentar en aquella primaria a varios peso pesados como Enrique Conti, Rodolfo Colombo y Mauricio Ibarra, todos mucho más instalados que él. También estuvo en esa continenda el macrista Eduardo Cáceres, quien terminó imponiéndose al final.

Sin embargo, en esa campaña legislativa de 2013 Martín empezó a consolidar la que sería su primera victoria en Rivadavia dos años después. Con tono sereno. Con la experiencia insustituible que da la calle.

En 2023 el intendente tendrá que demostrar que puede retener Rivadavia, por interpósita persona. Diseñar un esquema de sublemas para que el peronismo y el bloquismo no le pasen por arriba, como hubiera sucedido en la primaria de 2019. Revalidando credenciales de local, podrá tener otras aspiraciones. 

Es decir: sería inimaginable que Martín aspire a la gobernación si antes no consigue retener el municipio. Si sufriera una derrota en Rivadavia. Para el PJ y aliados, ganar en ese departamento sería un trofeo doble, no solo por sumar un distrito que no les pertenece desde 2015 sino porque es uno de los bastiones de Juntos por el Cambio.

Pero tal vez los tiempos se adelanten para Martín. Las reglas de la Ley de Lemas forzarán a recalcular estrategias. El plan oficial según dijo el vicegobernador Roberto Gattoni es que el nuevo sistema sea discutido en el transcurso de septiembre y de inmediato sea aprobado, para tener certidumbre sobre las reglas de juego. 

Aunque Orrego y compañía vayan a la Justicia contra el régimen de lemas, ya tendrán un tablero bastante definido. Entonces tuvo razón Martín cuando dijo que no puede descartar ser candidato a gobernador el año que viene.

No puede ni quiere apartarse de los primeros planos. Ganas no le faltan. No sabe si le conviene aún.


JAQUE MATE