JAQUE MATE

El embrollo político de la Ley de Lemas

Cambiarán las reglas para diseñar las estrategias en cada una de las categorías. Cada alianza, cada partido político, se verá en la obligación de fabricar candidatos con la esperanza de sumar.
jueves, 8 de septiembre de 2022 · 10:30

La Ley de Lemas reinstaurada en San Juan para las elecciones de 2023 tiene y tendrá todo un debate jurídico-constitucional por delante, que nuevamente quedará en manos de los jueces. Independientemente del curso que tome esa pulseada legal, en lo inmediato habrá efectos políticos. Cambiarán las reglas para diseñar las estrategias en cada una de las categorías. Cada alianza, cada partido político, se verá en la obligación de fabricar candidatos con la esperanza de sumar.

Le sucederá puntualmente al Frente de Todos en cada uno de los estamentos y en cada distrito. Días atrás hubo una charla entre un puñado de líderes sindicales -al más alto nivel- donde se habló específicamente de esto. En algunos departamentos hay uno o dos dirigentes instalados y con expectativas de competir. En otros no. En ningún caso alcanza. Habrá que multiplicar las alternativas.

Se dice fácil, pero no lo es. Instalar candidatos competitivos, con estructura propia, con trabajo territorial, no se consigue de un día para el otro.

Esa es la naturaleza de la Ley de Lemas, bautizada como Sistema de Participación Amplia y Democrática (SIPAD): ofrecer muchos sublemas o subagrupaciones para alcanzar la mayor cantidad de electores, con los más variados matices, y acumular suficientes votos como para derrotar al resto de los frentes electorales. Así funciona en teoría este nuevo sistema. En lo político, no es tan sencillo.

Por visibilidad, sirve poner a la Municipalidad de Capital como ejemplo. Tal vez así se pueda dimensionar el embrollo. El intendente Emilio Baistrocchi irá por la reelección el año que viene, por lo tanto, será uno de los candidatos y cabeza de sublema o subagrupación, con su propia lista de concejales.

Tendrá que competir al mismo tiempo con otros rivales internos. Si resulta ser el más votado de todos los peronistas y aliados, sumará los sufragios de esos sublemas para recién medirse con el candidato más votado de la oposición. Todo sucederá el mismo día. El mismo domingo de comicios.

Para el ciudadano común que nunca votó con sistema de lemas en los años '90, este modelo seguramente será confuso y necesitará bastante instrucción para comprenderlo. Para los dirigentes políticos, por el contrario, es muy claro y desde ahora se pondrán de cabeza para sacarle el jugo.

Volviendo al ejemplo de Capital, es altamente probable que Baistrocchi deba enfrentarse con otro sublema o subagrupación que encabece el asesor letrado de Gobierno, Carlos Lorenzo. Hace tiempo que le dieron el visto bueno al abogado para que trabaje políticamente en el territorio. Tiene buena llegada con una parte del peronismo.

Lorenzo habló con Baistrocchi antes del desembarco. Por una cuestión de códigos, avisó lo que estaba por hacer. El intendente no le puso objeción pero tampoco dejó abierta ninguna puerta para acordar a futuro. Si van a competir, que así sea. Y que gane el que más votos obtenga.

Pero la disputa del Frente de Todos no se agotaría en dos candidatos a intendentes por el peronismo. Tanto Baistrocchi como Lorenzo se anotarían bajo el paraguas del uñaquismo. Por la corriente del giojismo, la línea interna Lealtad Justicialista, podría asomar por ejemplo el diputado Leonardo Gioja

¿Ahí se agotaría la nómina de postulantes o podría aparecer otro u otra más? En tal caso y siendo todos peronistas: ¿cada uno tiene su propio caudal electoral o terminarían pisándose entre sí, repartiéndose la misma canasta? Por supuesto la única manera de responder estas preguntas es ir a las urnas.

El Frente de Todos es bastante más que PJ, por cierto. Podría anotarse otro sublema o subagrupación con sello bloquista. E incluso, más de una. Porque de un lado está Graciela Caselles con aspiraciones, pero otro sector impulsa a Laura Adámoli, Alejandro Bravo o Darío Maratta, que difícilmente lleguen a un acuerdo con la diputada nacional.

Nuevamente asaltan las preguntas. ¿Son votos que eventualmente terminarían sumándole a Baistrocchi o, por el contrario, son votos que ya tuvo Baistrocchi en 2019 y que en 2023 verá repartidos en numerosas porciones? 

Hay dos opiniones encontradas al respecto. La primera dice que hace mucho tiempo el voto no le pertenece a nadie, que la gente premia o castiga gestiones independientemente del sello partidario. Bajo ese punto de vista, Baistrocchi debería ser reelecto sin sobresaltos en tanto y en cuanto siga asfaltando e iluminando calles, inaugure espacios verdes y retire los residuos domiciliarios.

Sin negar el peso de la gestión, hay otra mirada que siempre rescata el impacto de la política más tradicional. Ponen como ejemplo la caída de Franco Aranda, quien podía exhibir una administración decorosa pero no le alcanzó. Sobre la hora se le dio vuelta el peronismo de las cuatro juntas departamentales que tienen asiento en Capital. Todos se fueron con Baistrocchi.

Mención aparte para Aranda: con el sello del Frente Renovador seguramente pedirá espacio para anotar su propio sublema o subagrupación en Capital. Está armando en toda la provincia, pero su fortaleza ciertamente está aquí, en el centro. Su alianza con Caselles podría resolver el asunto.

Peronismo, bloquismo y falta. Dentro del Frente de Todos también habrá otros partidos y agrupaciones que intentarán presentar su propio sublema o subagrupación. Es el caso del Frente Grande, con el sello kirchnerista y las banderas de Cristina. El diputado Horacio Quiroga viene insinuando esa intención, aunque habrá que ver finalmente si cuaja o no.

El aporte de un sublema o subagrupación kirchnerista posiblemente sea recuperar el voto que se le fue al peronismo por izquierda. Sin embargo, para Baistrocchi siempre representará otra astilla del mismo palo que buscará, de mínima, sacarle alguna banca en el próximo Concejo Deliberante.

¿Esta atomización minará la gobernabilidad a quien gane el año que viene? Con seguridad y como terminó aprobada la nueva Ley de Lemas, el reparto de concejalías reflejará bastante esas divisiones. El próximo intendente sabrá de antemano que le tocará gestionar con una multiplicidad de bloques, de acuerdo a la cantidad de sublemas o subagrupaciones que compitieron y alcanzaron el mínimo exigido.

Vale para Capital y vale para el resto también. Habrá tiempo para repasar departamento por departamento. Porque más allá de la disputa judicial, la Ley de Lemas vendrá acompañada de todo este embrollo. Interesantísimo embrollo político.


JAQUE MATE