JAQUE MATE

De Máximo a Patricia, de Uñac a Orrego

En la primera columna del ciclo 2023, el escenario nacional crítico que determina las condiciones para votar dentro de tres meses en San Juan.
lunes, 13 de febrero de 2023 · 10:00

Ojalá pudieran ponerse en pausa las pasiones, aunque sea por un instante. Abrir un paréntesis para la razón. Idílico, ¿verdad? Aun así vale la pena el esfuerzo. Caso contrario, esta columna no tendría demasiado sentido. 

El pacto consiste en apagar la grieta durante los próximos minutos y atender los argumentos sin reparar demasiado en los protagonistas. El primero de ellos es Máximo Kirchner. Mala palabra para muchos.

En una entrevista publicada por el sitio El cohete a la luna, el 29 de enero pasado, el hijo de la vicepresidenta habló sobre la crítica situación que atraviesa la Argentina -imposible disfrazarla de otro modo- y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que dejó de ser un problema del Frente de Todos o de Juntos por el Cambio o de los Libertarios, para convertirse en una espada de Damocles sobre la cabeza del que venga, sin importar su afiliación política.

Máximo propuso una fantasía. Le pidió al periodista Marcelo Figueras que imagine a Horacio Rodríguez Larreta junto a Sergio Massa, a Wado De Pedro, a Cristina, a Facundo Manes y a la izquierda, sentados ante el FMI para plantear que Argentina simplemente no puede ni podrá cumplir con los términos del acuerdo.

La fantasía de Máximo no es más que eso, imposible desde que los puntos de vista de los actores son irreconciliables. Las culpas saltan de un extremo al otro sin atenuantes. Sin embargo, a todas luces hay una situación terminal.

Algunos números de la macroeconomía son auspiciosos. Argentina tuvo un crecimiento del 5,2 por ciento en 2022 y será bastante menor en 2023, del 2 por ciento, según la proyección del Banco Mundial. Pero de nada le sirve este crecimiento al ciudadano común si hay salarios por debajo de la línea de pobreza y aunque circunstancialmente sean acomodados, rápidamente las paritarias son devoradas por la inflación.

¿Esto se arregla renegociando con el FMI solamente? De ninguna manera. No hace falta demasiada profundidad en la reflexión para entender que el problema es bastante más complejo. Pero ciertamente los desembolsos complican más la escasez de divisas.

Desde que asumió Massa al frente del Ministerio de Economía aplicó un fuerte ajuste. Argentina pasó de no cumplir las metas de déficit acordadas con el FMI a sobrecumplirlas. Y lo hizo en apenas cuatro meses, entre agosto y diciembre. El recorte se sintió no solo en políticas sociales sino también en fondos para viviendas, según publicó el diario Página 12 el 30 de enero pasado.

Al gobierno no le gusta llamarle ajuste a estas medidas económicas. Pero lo son. Aún así hay propuestas electorales que hablan de cerrar más el grifo de los fondos públicos. Patricia Bullrich se lanzó por la presidencia proponiendo 'sacrificio' y no le va mal en las encuestas. La pregunta sería: ¿quién está en condiciones de perder? ¿Sería sostenible eliminar de un día para el otro todos los planes sociales? Y aún en esa hipótesis, ¿alcanzaría para enderezar el rumbo de la Argentina?

Vale el mismo razonamiento que para la renegociación con el FMI: el problema es mucho más complejo. Mauricio Macri ganó en 2015 diciendo que era fácil bajar la inflación. Alberto Fernández ganó en 2019 prometiendo heladera llena. El remate se cuenta solo.

El desencanto moja a todos por igual. También está plasmado en las encuestas de intención de voto presidencial, donde nadie levanta demasiado la cabeza. Hay algunos más competitivos, con techo más alto o más bajo. Pero nadie se despega demasiado de los 30 puntos. A los candidatos y candidatas les costará muchísimo recomponer el contrato social. Votar es un acto de esperanza o debiera serlo.

Aunque se hayan despegado mucho las elecciones provinciales de las nacionales y los sanjuaninos vayan a las urnas el 14 de mayo, sería imposible separar realidades. Porque la realidad es una sola y es la que le toca diariamente al trabajador, sea cual fuere su oficio o profesión, al empresario micro, pequeño o mediano.

A tres meses de definir el próximo gobierno de San Juan, la próxima Legislatura, los próximos intendentes y concejales, ningún candidato podrá mirar para el costado o abstraerse del escenario general. Vienen tiempos difíciles. San Juan tiene una alta dependencia de recursos coparticipables que no siempre acompañan a la inflación, mientras el reclamo social levanta temperatura. Cayendo en un lugar común se podría sintetizar bien: las necesidades suben por ascensor y los recursos por escalera.

Llegó el momento de pinchar la burbuja. No habrá paréntesis para las pasiones en año electoral, mucho menos en una provincia que votará dentro de tres meses. La clase política se juega la parada más importante de los últimos 20 años. De uno y otro lado admiten que hay una paridad inquietante entre los dos polos, con varios cabos sueltos todavía. Por ejemplo, qué sucederá con la pretendida unidad del oficialismo y de la oposición.

Sergio Uñac y José Luis Gioja parecen dispuestos a confluir finalmente y a pesar de algunas asperezas todavía pendientes. Marcelo Orrego emerge como el gran retador pero tiene una amenaza latente: la imposibilidad de sumar al sello de Javier Milei. Esa división podría jugarle en contra. La única manera de superar ese obstáculo sería que la elección se polarice al extremo y los terceros se vean reducidos a su mínima expresión.

Pero esta elección, la del 14 de mayo, podría definirse por una cabeza. Como la legislativa de 2021, que terminó dándole la victoria al Frente de Todos por apenas un punto y medio sobre Juntos por el Cambio. Cada voto tendrá un peso superlativo.

 


JAQUE MATE