La Casa Rosada, ícono inconfundible de la Argentina, no solo guarda secretos de la política nacional, sino que también es testigo de una decisión tan insólita como simbólica. Fue el presidente Domingo Faustino Sarmiento quien, según comentó el periodista Luis Eduardo Meglioli, eligió pintar el edificio de color rosado, mezclando cal con sangre de buey.

“La casa siempre había sido blanca, pintada con cal. Pero eso requería mantenimiento constante, por la humedad y el sol”, explicó Meglioli en una entrevista reciente. “Sarmiento, siempre curioso y práctico, decidió mezclar cal con sangre de toro, y así nació el rosado característico que conocemos hoy”.

Para entender el origen del edificio, hay que retroceder hasta el siglo XVI. Allí, en la ubicación actual de la Casa Rosada, se encontraba el antiguo Fuerte de Buenos Aires, construido durante la colonización española como sede del poder virreinal. A partir de 1810, con la Revolución de Mayo, el lugar siguió siendo un espacio de autoridad, aunque adaptado a las nuevas estructuras políticas del país.

“Era un sitio estratégico dentro de la ciudad, equidistante de muchas otras instituciones nacionales”, explicó Meglioli. “Por eso se mantuvo como espacio de gobierno, aunque no siempre fue habitado por los presidentes”, añadió.

De hecho, el mismísimo Juan Manuel de Rosas, caudillo federal, despreciaba el lugar: “Dijo que era un nido de ratones, y por eso se fue a residir a Palermo”, relató el periodista.

El giro estético de Sarmiento

Con la organización nacional y la sanción de la Constitución de 1853, el edificio recuperó su relevancia institucional. Bartolomé Mitre lo restauró y, años después, Sarmiento continuó las reformas. Fue entonces cuando surgió la necesidad de cambiar el color.

No existía la pintura como la conocemos hoy”, explicó Meglioli. “Por eso usaban cal para blanquear. Pero mantenerla era difícil, así que surgió esta idea: mezclar cal con sangre animal. Y así nació el tono rosado”.

Existe otra versión, más romántica, que sostiene que el color surgió de la mezcla simbólica entre el rojo federal y el blanco unitario, como un gesto de unión nacional. Pero Meglioli es contundente: “Eso lo habrá escrito algún poeta. Lo cierto es que fue sangre y cal”.

Con el paso del tiempo, el color se mantuvo intacto, sin intentos serios de modificarlo. “Nunca hubo un presidente que propusiera cambiarlo. Ya forma parte de la identidad del país”, sostuvo el periodista. “Es como la Casa Blanca de Estados Unidos. Acá, la Casa Rosada”.

Durante la presidencia de Nicolás Avellaneda se anexó el edificio del correo al complejo original, dándole la estructura amplia que conserva hasta hoy. “Cada presidente democrático dejó su impronta en el interior. Por eso, recorrerla es también recorrer la historia política argentina”, destacó Meglioli.

“Fijate que no hay ninguna otra casa de gobierno en el mundo que esté pintada de rosa”, reflexionó el periodista. “Generalmente son grises, negras, colores formales. Esta es distinta. Audaz. Y todo empezó con Sarmiento”.

Un balcón con historia propia

Otro de los espacios más emblemáticos es el famoso balcón de la Casa Rosada, símbolo de discursos memorables y celebraciones populares. “Ese balcón no siempre estuvo”, aclaró el periodista. “Se construyó tras las reformas posteriores a Sarmiento y se hizo realmente popular en 1946, con Juan Domingo Perón”.

Desde entonces, se transformó en un escenario cargado de significado. Allí saludó Maradona al regresar campeón del Mundial de 1986 con la Copa en alto. En contraste, Lionel Messi y la selección campeona en 2022 decidieron no visitarlo. “No querían politizar la victoria”, explicó Meglioli.