San Juan

Desgarrador testimonio: parejita de abuelos fue desalojada por su propia hija

Aurora Pérez y su marido Daniel, contaron el duro momento que atraviesan, luego de que su hija los corriera de la casa que les entregó el IPV. Viven en una construcción sin techo, sin agua, ni servicios básicos.
jueves, 19 de diciembre de 2019 · 19:04

Aurora Pérez y su esposo Daniel, viven en el barrio Valle Grande en Rawson, donde les entregaron una vivienda del IPV. Tras años de espera, finalmente la familia tuvo a suerte de recibir su casa propia pero a partir de ese momento, comenzó la pesadilla para la parejita de abuelos.

La abuela, contó que durante 13 años, esperó por una casa del IPV y cuando le informaron que se la iban a entregar, le dijeron que su sueldo no era suficiente (es pensionada). Ante esta situación, Aurora, decidió que le entregaran la casa a nombre de su hija que tenía un trabajo estable porque es empleada del gobierno, según contó la mujer.

Cabe aclarar que, según el testimonio de Aurora, en el grupo familiar inscripto para la vivienda se encontraba junto a su marido y su hija, quien tiene dos hijos menores de edad.

“Ella me presionaba porque me decía que yo usurpaba a sus hijos para tener vivienda. Con la edad que tengo no me voy a llevar una vivienda a la tumba. Ella es madre soltera y tiene dos hijos. Yo luchaba por la vivienda para todo el grupo. Lógicamente que ellos se van a quedar con la casa. Tanta presión, amargura, incertidumbre, que se la pase a ella”, comentó la abuela.

“A los cuatro meses salió la casa y ella me dijo que tenía la llave y se vinieron con los dos niños solos. Esta casa es para discapacitados porque yo estaba inscripta como titular. Ella me tiene en el grupo que me corresponde”, dijo Aurora.

La mujer, contó que a su marido “le dieron dos infartos, lo operaron del corazón, le dio un ACV, nos quedamos viviendo solos y ella nos empezó a llorar porque no podía vivir sola, porque los vecinos los maltrataban, que los asustaban a los niños, tenían miedo, nos pedían que nos fuéramos con ella”.

Finalmente, la pareja de abuelos, decidió finalmente mudarse con su hija a la vivienda en el barrio Valle Grande. Aurora, contó que una vez instalados en la casa, la hija le pidió que comenzaran a vender sus pertenencias, autos, herramientas para realizar una ampliación en la casa.

Los abuelos, accedieron al pedido de su hija y comenzaron a construir. Sin embargo, cuando la construcción estaba llegando a su fin, la hija de la pareja los echó de la vivienda. “Aunque ella me haya escupido en la cara me duele porque es mi hija. Pero esto no tiene perdón. Como dos viejos tontos, vendimos todo, era lo único que teníamos para construir y cerrar la vivienda”, comentó.

“Nos sacó a la calle, me planteó una denuncia penal que yo la torturaba, la hostigaba, que la hemos querido matar. Es una mentira muy grande. Tengo 68 años, mi marido 72, ¿cómo nos va a hacer eso?”, dijo Aurora.

La abuela, contó que su hija, Marcela Aurora Díaz, “se metió con un hombre vividor de 64 años. Se metió a perturban nuestra armonía. Ella lo toleró y no puedo aguantar más”.

“Sin tener el techo compuesto con los materiales nos tuvimos que venir. Se volvió torpe. Todo lo que decía él era la palabra. No puedo entender. Estamos como en un algodón, o en un barquito a la deriva sin saber dónde vamos a ir”, dijo la mujer.

“Mi hija no se merece nada. Nos ha matado en vida. Nos puso denuncias que jamás me imagine con tremendas mentiras. El novio es un psiquiátrico. Ella vive con los dos hijos y yo con mi marido. A mis nietos no los vemos, no los voy a presionar porque me vengan a ver. Los hemos criado desde la panza de la madre. Los hemos llevado a la escuela de jardín a la secundaria”, dijo la abuela.

Aurora, comentó que le realizó una denuncia penal a su hija porque “se lo merece. Ella nos ha hecho algo muy aberrante. Nos hizo gastar nuestras últimas cosas de valor para hacer una construcción y después nos echó a la calle”.

Los ancianos, viven en la construcción que no tiene techo y no está terminada. Incluso, les cortaron el agua y tienen que bañarse con bidones. 



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