Un siglo de vida

Los Balderramo, la herrería familiar que forjó la historia en Jáchal

Está ubicada en el corazón del departamento. Historia, tradición y la huella del trabajo, en la voz del último de su generación.
martes, 13 de octubre de 2020 · 21:55

En 1915, José Luis Balderramo tenía 20 años. También tenía una familia a cargo y gastó sus ahorros en comprar un fuelle usado. Así, con la marca del tiempo, el fuelle dio origen a otra historia. La de la familia y una tradición de herreros que superó los 100 años. Una actividad que pasó a lo largo de toda un linaje y que hoy adquiere rasgos de museo.

'En 1915 mi papá inauguró el edificio para darle de comer a su familia. Fuimos 10 hermanos y una sola mujer, y todos fuimos pasando de acuerdo a nuestras edades. En ese momento había mucha demanda de trabajo porque era la época de la carretela y los sulkys', comentó Jorge Balderramo, hoy propietario de la histórica herrería 'Los Hermanos Balderramo', a Canal 13.

Según contó, durante mucho tiempo hubo trabajo. 'Habían muchos voluntarios, era lo que hoy sería una Pyme. Se trabajaba bien, había que herrar animales y arreglar carretelas con ruedas de 2 metros de diámetro', detalló.

Con sus 73 años, Jorge Balderramo es el último de esos 10 hermanos. Aún exhibe cada utensilio y los atesora como si fueran reliquias que llegaron para congelar el tiempo en Jáchal. 'Trabajabamos todos bajo el mismo amparo, bajo la misma tecnología, bajo el mismo cariño de mi madre y mi padre, que son los que pusieron el esfuerzo para que nosotros creciéramos bajo el trabajo', reflexionó.

En la herrería, 'el fuego abraza el hierro, le da forma y así se construyen las distintas partes de un vehículo. Lo reparábamos o lo hacíamos de nuevo'. Como todo negocio, el negocio familiar comenzó desde abajo, pero prometía mucho. 'Al principio teníamos una fragua pequeña, pero con el tiempo tuvimos una mucho más grande y eso hacía que prácticamente pasaras todo el día en la herrería. Había esperanza, una ilusión, porque con la herrería podíamos comer', añadió.

En esta historia, la herrería era solo la raíz porque la familia Balderramo y la cultura herrera se extendía mucho más. 'En ese momento existía lo que era la minga, era una costumbre tan hermosa heredada de los abuelos aborígenes, de los capellanes, donde se juntaban grupos de familias y se trabajaba con las cabras. Eso se fue transmitiendo entre las generaciones en forma oral. Mi papá me mandaba a las mingas a llantar', explicó.

'En el año 30, mi papá me mandaba a ponerle una llanta a una rueda, un trabajo duro y muy pesado. Las ruedas de carretela son realmente grandes. Los herreros eran pocos y se invitaba a que se vinieran otros con su combo. Entre todos se hacia el trabajo y se hacía rápido', comentó.

Pero la tradición de la minga no solo se trataba de usar el martillo. Con los músculos cansados, extasiados de tanto esfuerzo y las brasas de la fragua ardiendo, empezaba el ritual. 'Sobre las brasas en el llantadero, se tiraba la parrilla, se tiraba la carne y se cantaba una tonada', detalló entre risas y nostalgia.

Esto sucedía cada sábado y la tradición se trasladaba de casa de herrero a casa de herrero. 'Algunas veces nos tocaba a nosotros, otras a los Avellaneda donde se lo invitaba a don Balderramo con sus hijos a pasar una jornada muy linda de trabajo. Todos llevábamos nuestro combo', dijo.

Hoy, todo es un recuerdo. Una huella que quedó en la historia de Jáchal pero que se mantiene viva en esa estructura de adobe. 'Imagino, la fragua aún se enciende y aún calienta el espíritu y el hierro. Los pilares son los mismos, más de 100 años están construidos acá. La tenaza, los martillos, la fragua. Ya no se trabaja, la tecnología ha superado todo. Es como si el paso del tiempo se hubiera quedado en la herrería', concluyó.