Catedral

En la Misa de Acción de Gracias, Lozano apuntó contra la ley del aborto

Monseñor Jorge Lozano fue tajante y habló de las 'decisiones políticas'. Lo hizo frente al gobernador Sergio Uñac y autoridades locales.
miércoles, 23 de diciembre de 2020 · 20:56

Este miércoles, en la Iglesia Catedral de Capital, se llevó a cabo la Misa de Acción de Gracias, en la previa a la Nochebuena. Allí, monseñor Jorge Lozano, máxima autoridad católica en la provincia, fue tajante en su lectura de la homilía y apuntó contra la ley del aborto. 'Como si tuviera algo que ver con los padecimientos, los temores y las preocupaciones de la mayor parte de los argentinos', dijo.

En la celebración estuvieron presentes el gobernador Sergio Uñac, junto a ministros y funcionarios del ejecutivo provincial. En este marco, Lozano comenzó hablando de la pandemia y acentuó el carácter sorpresivo que tuvo la llegada del virus Covid 19. 'La pandemia significó vivir situaciones complejas de dolor, de heridas que no cierran', dijo.

'Si algo hemos aprendido es que “no somos omnipotentes”. Insistentemente nos decimos que “estamos todos en la misma barca”, y justamente por eso sabemos que “nadie se salva solo”, ni a sí mismo ni aislado de los demás', expresó.

También, acentuó el momento que le toca atravesar a los sanjuaninos. 'Esta Navidad nos encuentra en un momento histórico donde necesitamos una ardua reconstrucción', pidió.

 

EL DISCURSO COMPLETO

Desde el mes de marzo fuimos sorprendidos por un acontecimiento que transformó nuestras vidas; el trabajo, la familia, los vínculos sociales. La pandemia significó vivir situaciones complejas de dolor, de heridas que no cierran.

Hay corazones que son invadidos por la angustia existencial, provocada por una vida carente de sentido. De alguna manera todos experimentamos la debilidad y fragilidad, y nos hemos enfrentado a las inconsistencias de nuestras opciones de vida.

Si algo hemos aprendido es que “no somos omnipotentes”.

Insistentemente nos decimos que “estamos todos en la misma barca”, y justamente por eso sabemos que “nadie se salva solo”, ni a sí mismo ni aislado de los demás.

Este año “las Fiestas” son distintas. En varios hogares encontraremos sillas vacías por la distancia, la enfermedad, la muerte. En las mesas de los pobres habrá menos comida. Será mayor la cantidad de personas haciendo guardias y trabajando en centros de salud.

Decíamos los obispos el lunes 21 de diciembre que “esta Navidad nos encuentra en un momento histórico donde necesitamos una ardua reconstrucción: de las fuentes de trabajo, de la educación, de las instituciones, de los lazos fraternos. Muchas cosas se han roto y necesitan ser sanadas. Es momento de agradecer al pueblo argentino su paciencia, su cooperación, su resistencia.

Sin embargo, en estas últimas semanas el panorama se ha ennegrecido: la opción política pasó a ser una incomprensible urgencia, una febril obsesión por instaurar el aborto en Argentina, como si tuviera algo que ver con los padecimientos, los temores y las preocupaciones de la mayor parte de los argentinos. Otra cosa sería defender los derechos humanos de los débiles de tal manera que no se los neguemos aunque no hayan nacido”.

Conferencia Episcopal Argentina. “¿Por qué no renovar la esperanza?” 21-

XII-2020

Esta preocupación en torno a la ley de aborto nos está alterando y quitando la paz en medio de una celebración tan cercana al pueblo. Nos  obliga a debates y energías que quisiéramos dedicar a la búsqueda de logros comunes y espíritu de unidad.

Desde las comunidades de fe hemos realizado y motivado la oración fervorosa ante la crisis sanitaria.

La respuesta de Dios no se hace esperar. “Encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 12). Un Niño que es Dios. Un Niño que nos hace hermanos. Un Niño que nos brinda horizontes de ternura revolucionaria que no endulza ni maquilla la realidad.

Un Niño que nos trae la Paz que no adormece, sino que desinstala y nos pone en camino. Una Paz que no anestesia, sino que nos hace sensibles al dolor de los pobres, los enfermos y excluidos. Una Paz que no es fruto del aislamiento individualista del yo, sino recompensa de la entrega de la vida.

La Navidad acogida vitalmente nos vuelve apasionados por escuchar el clamor de la tierra y el gemido de los pobres. Apasionados por cuidar la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

Podemos preguntarnos, ¿se puede esperar tanto de un Niño?

Con la encarnación Dios se pone del lado de los pobres y frágiles. Si queremos encontrarlo tenemos que alejarnos de la superficialidad y el despilfarro, y acercarnos a la debilidad.

Es tan fuerte este mensaje que nos incomoda, y solemos edulcorarlo rodeando la imagen del recién nacido con aspectos que ocultan el realismo: colocamos en el pesebre un niño bien peinado, rozagante, pastores bien vestidos, unos animales limpios, un pesebre bien ordenado.

El nacimiento se produce en la ciudad de Belén, que significa “casa del pan”. La palabra “compañero” se refiere a quienes comparten el pan, la mesa, el camino. Dios en Jesús se hace “compañero” en el camino que transitamos como pueblo.

Jesús nace de María, y quiere ser arropado en mi corazón.

Vivimos en una sociedad un tanto contradictoria. Nos damos tiempo en abundancia para mirar el eclipse que hace oscurecer, y no un rato a contemplar en el pesebre al que nos trae la luz del mundo. Nos atrae más mirar la oscuridad que buscar la luz.

En esta Navidad date tiempo ante el pesebre.