HISTORIA DE VIDA

Quién es Damián López, el poeta que trasciende con sus textos

En el marco del Día Mundial de la Poesía, Diario 13 charló con un escritor que, si bien no nació en San Juan, fue donde se formó y creó textos como profesional del lenguaje.
domingo, 21 de marzo de 2021 · 09:30

Damián López es de esos hombres diferentes, de esos que el arte le brota por los poros. Pero no cualquier tipo de arte: es la escritura. La creatividad es parte de su vida, pero esa es tan solo una de las muchas facetas del hombre de 37 años.

Este rosarino llegó a San Juan por el 2003. Fue un momento en que todo cambió para él, ya que inició su carrera universitaria, armó su familia y exploró creativamente en el lenguaje.

Su inicio con la creatividad en el lenguaje nació desde temprana edad, o eso es lo que le comentó siempre su madre. Sobre ello, Damián recordó: “Estar parados juntos en las esquinas, yo estar mirando los nombres de las calles y preguntarle a ella qué decía, cómo sonaba eso que estaba escrito”.

Otro de los momentos que consideró que lo marcaron fue a los 5 años. “Yo le pedí a mi mamá que me leyera ‘Pepe Grillo no puede dormir’ y ella, no sé por qué, me contestó ‘léelo vos’, así que me senté en el piso e hice el primer intento”, rememoró

Si bien en su familia no hay antecedentes de escritura, la música siempre fue parte de su ambiente. Por un lado, su madre amante y cantante de tango. Por otro lado, su hermano, quién “tiene uno de los cerebros musicales más eclécticos y formados que conozco". "Escucha desde el metal más denso hasta el jazz más experimental”, dictaminó. A través de ellos formó su gusto y parte de su vida entorno a la música.

En sus recuerdos ronda constantemente una actividad que compartía con su familia. Esa recreación eran los crucigramas, que “siempre había una revista de palabras cruzadas a mano. Eso me diversificó muchísimo el vocabulario desde chico y me generó un gusto particular por saber la palabra justa para ciertas cosas”, mencionó añorando esos tiempos.

Cuando estaba en la primaria inició con la escritura. Si bien aludió a que fueron cosas muy sencillas, aseguró que “que por suerte no sobrevivieron”. Fue en la secundaria cuando empezó a leer con mayor frecuencia por fuera de las exigencias de la escuela. “También escribía, pero era más una cuestión de querer llamar la atención que de compromiso real”, añadió.

En sus momentos de lectura descubrió la inspiración. Uno de los que lo sorprendió fue Stephen King, de quien leyó “Cementerio de Animales”. De ese texto recordó “que cuando anochecía lo guardaba para no leerlo a oscuras”. Sin duda, Gabriel García Márquez y J.R.R. Tolkien, son autores de cabecera cuyas obras pudo haber leído mínimo 10 veces en su vida.

Con Fontanarrosa sintió una gran atracción en cuanto a la forma de trabajar con el lenguaje a través del ingenio, la picardía, descubrir algo nuevo y divertido en esas palabras que uno usaba tan naturalmente todos los días. “Después me fui encontrando con muchos otros autores que compartían esa misma búsqueda: Juarroz, Galeano, Gudiño Kieffer, Escudero y un montón más”, manifestó Damián.

Otro dato importante en cuanto a quien lo inspiró sentó base en su participación en los encuentros de escritores, además en los momentos de edición. Allí encontró literatura que algunos ven como invisible, ya que no circula en las aulas o librerías. “De todos ellos fui aprendiendo, incorporando recursos y miradas para mi propia escritura”, declaró el profesional del lenguaje.

Mudarse a San Juan fue un hito importante ya que lo llevó a un taller literario donde conoció a Adriana con quien comparte un gran amor y formaron una familia. La provincia cuyana también lo llevó a iniciar la carrera de letras en la Facultad de Filosofía Humanidades y Artes. Según detalló ahí todo se volvió más serio ya que descubrió “al lenguaje como dispositivo político, la escritura como un oficio, la lectura teórica y sistemática, la importancia del libro y el mercado editorial para la circulación de los textos”.

Si bien encontró la carrera por la simple casualidad de que se cursaba en la tarde, se enamoró de inmediato. “Con la escritura siempre tuve una relación un poco superficial: era una manera que tenía de hacerme notar”, aseveró. No estaba en sus planes la literatura, pero el tiempo lo fue llevando a enseñar escribir y sostener su editorial.

Sus primeros textos “en serio” salieron del taller del que participó y que coordinaba Adriana, quien es hoy esposa. Allí nació el amor y un proyecto que se convirtió su primer libro “la otra cara de la almohada”. En torno a ello sostuvo “el mayor asombro para mí no fue escribir sino reescribir, volver a mirar un texto, prestarle atención al lenguaje, a las palabras, a los significados que esas palabras activan. Eso realmente me marcó, al punto de que lo trasladé afuera de mi propia escritura”. Es decir que lo llevó a la edición y a la coordinación de talleres literarios, para poder compartirlo con otros.

Adriana Luna y Damián tienen una vida atravesada por el lenguaje. “Soy editor, ella es docente, los dos somos lectores, los dos somos escritores (ella mejor que yo). Pero lo vivimos de formas un poco diferentes”, pronunció. Es que para el profesional es un proceso mucho más racional y ella es muy cuidadosa de lo emocional.

El profesor se sinceró detallando que cada vez le cuesta más la escritura. Esto se debe a que trabajar en permanente contacto con el lenguaje suele agotarlo, por lo que el momento de escribir es difícil. “Para colmo, cada vez que empiezo a escribir algo siento que es innecesario, que no sirve, que estoy hablando otra vez de lo mismo, que estoy escribiendo por escribir, para aumentar el número de textos. Descarto mucho porque desconfío mucho de mi propia escritura”, enfatizó.

El escritor no dudo en pronunciar que “hay un rinconcito del cerebro que siempre está escribiendo, garabateando ideas, pensando en las cosas que me preocupan, que me asustan, que me interesa expresar”.  Luego explicó que en el momento de escribir hay decisiones que se toman previamente, ya sea con el uso del lenguaje, ideología o enfoque. Esas ideas van tomando forma poco a poco. Por lo que precisó que “el laburo es 90% mental, no soy de escribir en libretitas ni anotar frases sueltas: está todo en la cabeza hasta que cuaja de alguna forma y lo paso a la computadora. Hay mucha escritura y reescritura ahí, en la cabeza”.

Sin embargo, no descartó que hay otro proceso. El mismo inicia cuando el texto llega a la página, allí se debe ajustar en base a un lenguaje “vivo”. Para ello lo lee en voz alta o lo comparte para ver si funciona.

Sus facetas como profesional son muchas, pero ninguna prevalece más que otra, por lo que se le haría imposible elegir tan solo una. “Tengo la suerte de trabajar de lo que me gusta, de compartir la vida con una persona que entiende ese compromiso con la literatura y con compartir con otros todo lo que uno ha tenido el privilegio de aprender”, subrayó. Además, cree fervientemente que hay un complemento perfecto entre ser escritor, editor, docente, coordinador de talleres. Es decir que todas se retroalimentan para él. 

Uno de sus proyectos más importantes, que dio inicio a una nueva arista de su profesión es Elandamio. Este nació porque su esposa Adriana tenía un libro para publicar, pero los costos no daban la posibilidad. Dos escritores (Victor Nobre y José Campus) les enseñaron mucho sobre cómo hacer libros artesanales. Y ese fue el punto de inicio.

Damián quedó gustoso del mundo editorial por lo que se lo ofreció a sus amigos escritores que son excelentes, aunque los medios para publicar no se los permite. Esa práctica llevó a la idea de hacer circular obras, por lo que puntualizó: “en mi editorial el autor no debería pagar para publicar su obra. Y de ahí viene el nombre: el libro no es el fin, el libro es el medio, el libro no es el edificio, el libro es el andamio”.

Luego de dos años complicados teniendo en cuenta la economía y la pandemia, sus proyectos no decaen. Por lo que con su editorial volvió a hacer una convocatoria para el catálogo del Elandamio. Ahora le resta leer y seleccionar los libros que editará, entre los 80 que recibió provenientes de Argentina, Latinoamérica y Europa. También está en sus planes “participar de algunas ferias y encuentros y tratar de cerrar un libro de poesía en el que estoy trabajando hace un tiempo” cerró.