Historia

Una vida no tan soñada en Dinamarca: el testimonio de un sanjuanino

Matías Zorrilla lleva casi dos años en la capital danesa donde logró alcanzar algunas de sus metas. Pero no todo fue fácil y ahora se prepara para dar un nuevo paso.
sábado, 12 de junio de 2021 · 12:55

Matias Zorrilla es sanjuanino, tiene 30 años y hace un tiempo que emprendió una aventura en el norte de Europa. Desde hace 2 años se instaló en Dinamarca con el objetivo claro de progresar, pero en el medio tuvo que soportar varias dificultades que no tenía previstas. Ahora, su viaje está a punto de dar un nuevo giro en busca de alcanzar sus metas profesionales y personales.

En este tiempo, Matías o “El Chiquito”, como llaman irónicamente sus amigos a este joven de más 2 metros, se dio cuenta de que volver a San Juan sería dar un paso atrás. En diálogo con Diario 13, contó que le costó mucho tomar la decisión de dejar la provincia e instalarse en un país desconocido, con una cultura, una vida, un idioma y un clima totalmente distinto al de San Juan.

Chiquito, siempre quiso viajar para conocer otras culturas, vivir nuevas experiencias y aprender idiomas. Pero cuando comenzaba a vivir su gran experiencia, una situación inesperada puso en duda todo lo que siempre había querido.

El sanjuanino tampoco esperaba encontrarse con un factor tan hostil que terminaría jugando un papel fundamental en su estadía en el país nórdico. Cambiar el desierto de San Juan por la nieve y el frio de Copenhague fue “matador”, afirmó. Además, el idioma danés también le resultó muy difícil de aprender.

Casi dos años después de comenzar esta aventura, Matías se siente como en una burbuja. Con un buen pasar económico y con sus objetivos encaminados, se prepara para dar el siguiente paso en busca de un nuevo destino, del otro lado del mundo.

El comienzo

Al recordar cómo empezó todo, cuenta que llegó sin nada a Dinamarca, donde lo recibieron otros sanjuaninos y argentinos que ya estaban en el lugar. “Me vine a Dinamarca hace casi dos años, en el 2019 porque toda mi vida quise viajar, pero hasta ahora no había tenido los huevos de irme del lugar de confort. Cuesta una banda. En un momento lo decidí, me tomó como un año hacer la logística. Me vine sin nada, conocía a amigos de San Juan que estaban acá y ellos fueron mi nexo para empezar”, comentó.

En ese entonces, apenas terminaba de estudiar y recibirse de la carrera de tecnicatura en animación y diseño digital. También había trabajado como community manager en un concesionario oficial de vehículos y hacia trabajos de fotografía y videos. Pero sentía que le faltaba algo más y no dejaba de visualizar en su cabeza una nueva vida en el exterior, una experiencia que fuera la puerta para su crecimiento personal y profesional. No fue fácil, pero finalmente decidió dejar todo en San Juan y cruzar al viejo continente.

El objetivo principal fue venir a conocer. Vivir tranquilo, relajarme y hacer un poco de plata. Pero con la idea de, en un par de años, ir a estudiar y vivir a Barcelona. Copenhague es un sueño, es una ciudad hermosa. Vivís en una burbuja, vivimos tan bien que nos olvidamos de los problemas que vivimos allá”, aseguró el joven. Sin embargo, aclaró que también “se hace muy difícil vivir en una sociedad tan diferente a la nuestra”.

Si bien, el joven logró una estabilidad económica con un trabajo en el que maneja su propio tiempo, hay cosas del país nórdico a las que no termina de acostumbrarse. “Es hermoso el país, pero no es un lugar en el que te puedas proyectar de acá a 10 años. Es muy grande el cambio, principalmente por el clima”.

Empezar de cero en Dinamarca fue duro. Ni bien llegó, Matías necesitaba un trabajo para obtener la residencia y dinero para sustentarse. Además, durante dos meses fueron muchos trámites para legalizar su estadía en el país europeo.  “Lo más rápido que conseguí fue como repartidor de diarios. Trabajaba desde las 12 de la noche a las 8 de la mañana. Laburé el invierno pasado de eso hasta fin de año, hasta las fiestas. Un horario jodidísimo”, recordó. Es que además del trabajo nocturno, el crudo invierno de Dinamarca pegaba como una piña de nocaut, con nieve y temperaturas que alcanzaban los 18º bajo cero de sensación térmica. 

Un momento crítico

Luego de casi 6 meses en este trabajo, Matías ingresó a trabajar un restaurante de comida asiática perteneciente a una conocida cervecería danesa. Allí estuvo cerca de 8 meses. “Era muy buen laburo, trabajaba con gente de muchos países, hablaba todo el día en inglés, y así me perfeccioné en el idioma. Pero llegó un momento donde me cansé y se me rompió la espalda”, relató.

Diariamente, el joven hacía turnos de entre 10 y 12 horas de trabajo con el fin de recaudar más dinero, pero este duro régimen le pasó factura a su cuerpo. De un momento a otro sufrió un dolor intenso que lo dejó prácticamente postrado en una cama. Esta situación, lo motivó también a repensar su vida en Dinamarca. “Pensé en volver de nuevo a la Argentina. Fue un momento muy duro”, confesó.

Sin dudas este fue uno de los momentos más críticos. Cuando todo comenzaba a estabilizarse en cuanto a lo económico, sus problemas físicos le jugaron “un mal viaje”. El dolor de espalda era insoportable y el sanjuanino no lograba sentir alivio. Varias veces acudió a centros de salud en Dinamarca, pero los médicos solo le recetaban calmantes.

“No lo podía parar, me acostaba con tranquilizantes. Acá los médicos son bastante raros. Tenes la posibilidad de ir al médico cuando quieras, pero la medicina no se parece a lo nuestro. Me sentía muy mal y me mandaban de nuevo a la casa con unos tranquilizantes y no se me pasaba. Recién a la cuarta vez que fui me hicieron una resonancia y no tenía nada, estaba todo bien, pero me quería sacar esa dudad. Realmente no te dan mucha bola. A mí y a varios amigos nos pasó lo mismo”, comentó Zorrilla sobre esta experiencia no grata.

Después de aproximadamente un mes, logró recuperarse gracias a sesiones de masajes y la atención de profesionales. “Como yo soy muy alto y el restorán en el que trabajaba estaba preparado para gente más baja, pasaba mucho tiempo encorvado. No fue de un día para el otro, pero fue una época en la que trabajé muy fuerte en ese lugar, como 10 o 12 horas diarias”, recordó.

Una vez recuperado, Matías volvió a la carga para conseguir un nuevo trabajo y así fue como comenzó su actual empleo como repartidor de delivery.  “Con ese laburo me mantengo hasta el día de hoy porque me permite trabajar cuando yo tengo ganas. Si no tengo ganas de trabajar hoy, no lo hago. Si tengo muchas ganas salgo todo el día, la reviento, gano plata y listo”, detalló.

La estabilidad económica y la libertad

El joven comentó que la principal ventaja de este tipo de empleo es la libertad que le brinda. “Está bueno porque no tengo que darle explicaciones a nadie. Si quiero viajar lo hago, y cuando vuelvo sigo trabajando. Es una ventaja esa libertad y vivo bien con ese laburo”, aseguró.

“Encontré ahí una brecha en la que no tengo que cumplir horario ni nada. Esta bueno cumplir horario también, tal vez así no sería tan vagoneta como hoy en día. Pero bueno. Es otra cosa”, bromeó.

A su vez, este trabajo es estratégico para Matías pensando en su futuro. En las próximas semanas espera viajar a Estados Unidos y luego instalarse en Barcelona.

 

En cuanto a lo económico, el joven aseguró que “dentro de todo es buen laburo, te da buen redito. Te permite tener una vida decente, bien piola y me permite tener tiempo para mis hobbies como la fotografía”.

Los ingresos por esta tarea dependen exclusivamente de él. “Haciendo un buen mes de Wolt (la empresa de delivery) puedo llegar a hacer 20.000 coronas danesas que son unos 2500 euros. Te podés ahorrar unos 1000 o unos 800 euros, a diferencia de países en os que no podés ahorrar esa guita. Por eso digo que acá es como una burbuja y vivís muy bien”, comentó. Sin embargo, aclaró que los alquileres y la comida son muy caros.

En este sentido, Matías comentó que para poder vivir en Dinamarca se necesita entre 1500 y 2000 euros por mes o unas 10.000 o 12.000 coronas danesas. Y para ahorrar, es necesario sacrificar algunos “lujos”.

“Salir a comer acá, ni en pedo. No se puede salir a comer como allá una o dos veces a la semana que vas a comer una pizzita o algo así. Acá podés hacerlo, pero así no vas poder ahorrar mucho. Si tenes la costumbre de hacerlo una vez por semana se te va la plata muy rápido”, comentó.

No bajar un escalón

Con un buen pasar económico y sus objetivos a la vista, volver a San Juan no está en los planes de Matías. “No soy de organizar tanto a futuro. Siento que mi lugar es San Juan y voy a terminar muriéndome ahí seguramente. Pero por el momento no volvería. No porque no quiera a mi país, sino porque acá seguro voy a poder lograr las cosas más rápido”, dijo.

“No sé qué me depara el futuro la verdad, pero seguro voy a ir a visitar, aunque no tengo planificado volver a vivir allá. No tengo nada que me motive a ir a vivir allá. Lamentablemente no. Además, ya estoy medio viejo choto, ya empecé a pasar los 30, y ya es el momento donde tenes que encontrar lo que vas a hacer el resto de tu vida. Creo que sería bajar un escalón si vuelvo a la Argentina a estar otra vez en la misma. Por el momento no creo que vuelva, solamente iría de visita, una larga y prolongada visita quizás, pero no creo que vuelva a vivir en San Juan. Y me cuesta, porque tengo hermanos, también amigos, mis viejos y los extraño. Pero son decisiones y cada uno tiene que vivir con las decisiones que toma día a día y esto es lo que decidí”, aseguró.

Matías junto a otros sanjuaninos en Dinamarca

“Es triste para mí, porque a me encantaría volver. Yo siempre discutía con un amigo que se fue a San Juan de nuevo y que tenía pasaporte. Él estaba concentrado en que quería volver después de haber viajado varios años por el mundo. Yo le decía que volver sería bajar un escalón. Yo creo que no me sentiría tan bien volviendo allá a empezar de cero. Me da tristeza porque me encantaría que sea así y que Argentina sea algo parecido a donde estoy viviendo, pero no lo es”, comentó.

“En Argentina no se puede planificar a futuro. Acá es mucho más fácil. Cuesta horrores porque estas lejos y tenés que trabajar en un país que no entendés nada y es totalmente diferente, pero es más fácil. Es alcanzable”, señaló.

Cada vez menos argentinos

Sin embargo, cada vez son menos las oportunidades para los argentinos en el país nórdico. Matías comentó que ya no queda ninguno de los sanjuaninos y argentinos que lo recibieron en Dinamarca. Todos se fueron porque se les venció la visa de trabajo o porque quisieron regresar.

Además, Dinamarca ha limitado la entrega de visas de trabajo para extranjeros y cada vez son menos los que llegan. “Primero bajaron a 150 las visas y entró la última camada de argentinos de los que he conocido a algunos. De mi grupo de amigos todos tenemos pasaporte, sino no hay. Las visas ya se están por terminar y cada vez habrá menos. Asique mucha más gente no creo que haya. Pero al principio, cuando llegué, era una mina de argentinos. Había mucha gente., era una infinidad de personas”, aseguró.

Una vida no tan soñada en Dinamarca

Adaptarse a su nueva vida no fue nada fácil. Matías relató que existen marcadas diferencias sociales, culturales y climáticas con respecto a la Argentina. “Venimos de un lugar que tenemos otra manera de pensar. Ellos son tan prolijitos, tan derechitos que a veces asusta. No me gusta tanto. Es lindo vivir acá, pero cansa. Con el grupo de amigos que tenemos y que hemos hecho acá decimos lo mismo. Como que nos queremos ir porque ya basta. Es hermoso, pero no es un lugar que te puedas proyectar de acá a 10 años. Es muy grande el cambio. Principalmente con el clima”, explicó el joven.

Leyenda

La gente acá es muy fría, no es muy dada. Tuve la oportunidad de trabajar con daneses y son compañeros y muy buena onda, pero saliste del laburo y no son amigos tuyos. No tienen esa conexión o humanidad que tenemos nosotros los argentinos. Tenemos un calor humano que no lo vas a conseguir nunca acá. No son todos iguales, pero tienen esa característica que no conectan mucho más allá que del trabajo”, dijo.

Otro de los factores a los que debió adaptarse fue el clima. El crudo invierno danés este año tuvo dos meses seguidos de nevadas y la temperatura perforó el termómetro hasta los 18º bajo cero de sensación térmica.

 “Yo amaba el frio, pero no. Me desgastó, súmale la pandemia que nos ha partido la cabeza a todos y seguramente ha ayudado a tomar una decisión. Nos ha agarrado una época en que el frío era inhumano. No sé si me bancaria otro invierno acá. Y eso, quieras o no, te cambia el bocho”, comentó el sanjuanino.

“Ahora estamos entrando en el veranito. Acá en verano no existe la noche prácticamente. Ves el cielo dividido. Ves claridad permanente y nunca llega la noche totalmente. Y en invierno pasan días que a las 14.30 ya es de noche y se hace de día a las 10 de la mañana. No hay nada de sol y el sol te falta y la piel te cambia, la cabeza, todo te cambia” agregó.

Esto, ha motivado a Matías a considerar cambiar de destino. “Es difícil, por más que ganes guita, por más que estés bien, es difícil aguantar. Y eso que para mí el invierno es para hacer guita. Después en verano te vas, pero te cansa. Ya he pasado dos inviernos acá. Asique el 75% de lo que te puedo decir de Dinamarca es que hace mucho frio. Son cosas que sabía que iban a pasar, pero las tenés que vivir”, sostuvo.

Sin embargo, destacó la buena oportunidad en lo económico y lo laboral. “Tenes sueldos muy altos para personas como nosotros que venimos a trabajar en lo que ellos no quieren laburar. No tenemos los sueldos más altos del mundo, pero podemos ahorrar, podemos viajar, podemos hacer lo que queramos y tenemos plata. Si nos ponemos a compararnos con ellos es una estupidez la diferencia que hay de sueldos. Ganan 3 veces más que nosotros. Pero nosotros hacemos cosas que ellos no quieren hacer”, analizó Matías.

“Por eso digo que vivimos en una burbuja, porque cobramos bien, tenemos laburo, estamos estables, podemos comparar lo que queramos o gastar la plata en viajes o hacer esas cosas y vivís bien. Pero tiene otros puntos que te cansan como el clima y la gente. No tener la relación que tenes con la gente allá”, insistió.

Por otro lado, el joven se refirió a las relaciones humanas. “Una de las cosas que más noto acá es el respeto que hay hacia los demás. Es el país con mayor aceptación cultural y en todo. Aceptan todo y son respetuosos, en el tránsito, en la vida, en las contestaciones, como te sonríen, son muy amables, pero son fríos en las relaciones”, contó.

También, comentó que la mayoría de las personas no solo hablan danés, sino también en inglés y eso le permitió poder interactuar mejor. Pero, también hay personas que pueden hostigar a los extranjeros. “Hay algún pelotudo, mala onda que te dice: ¿qué haces en mi país si no hablas danés? Típico, hay. Me ha pasado y hay gente así. En ese caso no haces nada. Yo soy medio leche hervida y les puedo llegar a contestar un poco mal, pero no es algo que me interese tanto y no es algo generalizado”, manifestó.

No obstante, el sanjuanino cree que la capital danesa es una de las ciudades con mayor aceptación cultural del mundo. “Ahora hay muchas noticias que hablan de las decisiones que están tomando con los refugiados que no denotan la política que tiene de inserción social. Hoy en día, parece que están queriendo que se vayan los refugiados sirios y de algunos países. Es medio raro, pero es una de las ciudades que más bancan los movimientos LGBT, por ejemplo. El orgullo gay es una fiesta acá. Tienen mucha aceptación cultural en todo. Desde cualquier punto de vista y respeto, sobre todo. Y tienen muchas normas. Vos tenes que respetar como ellos viven, sino te van a putear”, describió.

La Dinamarca “liberal”

Una de las cosas más llamativas que descubrió Matias en el viaje fue el barrio de Christiania. Se trata de un lugar ubicado en la capital danesa donde viven unos 1000 habitantes. Christiania se estableció a principios de la década del 70’con un estatus semilegal de comunidad de vecinos que se autoproclama independiente del Estado danés. En el barrio de unas 34 hectáreas, se pueden encontrar algunos bares, tiendas, souvenires y centros culturales.

Este lugar también es famoso porque allí se permite el consumo y venta de drogas blandas como marihuana. Muchos conocen esta zona como “green district”. La zona es diariamente visitada por turistas y residentes del país. Cabe mencionar que los habitantes de Christiania no se consideran pertenecientes a la Unión Europea.

“Acá son muy borrachos. Si te ven tomando en la calle y no te dicen nada. A menos que estés muy borracho te van a poner una multa capaz. En cambio, la marihuana no es legal, pero hay un lugar que se llama Christiania donde se puede consumir. Está en el centro de la ciudad y antes era una base militar. En la década del 70 los hippies tomaron el lugar que estaba abandonado”, comentó el joven.

“Está muy bueno el lugar porque es el fiel reflejo de la aceptación cultural de Dinamarca. Es un lugar muy hippie, muy verde, muy de una cultura de los 70’ y lo que refleja el tipo danés. Nos son todos los daneses así, pero es un lugar en el que está todo bien. Es un lugar lleno de casas y edificios, está lleno de barcitos para tomar y fumar”, relató.

Para Matías, Dinamarca es el más liberal de los países nórdicos. “Agradezco haber llegado a Dinamarca y no a Noruega o Suecia. Capaz que son más cerrados. Igual me queda pendiente ir a esos lugares. Literal estamos a 40 kilómetros de la costa y del otro lado esta Suecia, ahí cambian las leyes. Como que Dinamarca es el único país de los nórdicos más liberal”, contó.

¿Qué fue lo que más te marcó del viaje?

“Me marcó mucho estar lejos de mi lugar. Me costó horrores. Pero creo que estar lejos te fortalece. Lo estás haciendo porque vos querés triunfar en algún momento o porque querés estar bien. Pero algo que me marco mucho fue encontrar gente que estaba en la misma”, dijo Matías acerca de su experiencia.

“Una cosa que siempre marco desde que llegué fue que me recibió un amigo de San Juan que estaba acá y me llevó a vivir con los pibes que él conocía, que no me conocían a mí. Y tenían una habitación y ellos me dijeron que iba a vivir con ellos. La hospitalidad. Aprender a ser hospitalario, en los momentos de viaje es esencial porque todos estamos en la misma. Estamos lejos de nuestra tierra, de nuestro lugar y ser hospitalarios y mostrar eso que tenemos nosotros como argentinos, ese calor humano te hace cambiar la forma de pensar y eso te ayuda a estar mejor acá y olvidarte un poco que estás lejos”, describió.

“Al principio extrañaba mucho. Mantenía el contacto seguido con la familia y algunos amigos. Pero con el tiempo hace que vaya cambiando ese contacto con la gente de allá. Yo soy una persona muy amiguera, tengo mil amigos y está todo bien, pero cuando te distancias no tenés tanto contacto. Igual cuando te volver a ver es como si no hubiera pasado nada. Me costó horrores eso, no estar en contacto permanente con la gente”, reveló el joven.

Aparte de Messi y Maradona, ¿qué conocen los daneses de Argentina?

“Conocíamos un chabón fanático de Argentina. Sabia muchas cosas de los lugares aparte de Messi y Maradona. Sabia muchísimo”, bromeó el joven. Pero, comentó que la mayoría no tienen ni siquiera idea de dónde queda el país.

“Conocí algunas personas que han vivido en Argentina y son daneses que hablaban español. Les gustaba el calor humano que tenemos. Saben que somos un amor, pero en general no tienen idea. Acá hay gente de todos los países y hay mucha variedad de culturas en Dinamarca”, añadió.

¿Cómo se ve desde afuera la realidad argentina?

Me gusta leer y trato de mantenerme informado de lo que pasa en argentina. Sé que la situación está bastante mal. Pero desde lejos, veo lo mínimo e indispensable. Yo creo que si estuviera viviendo ahí lo sabría mejor. Por lo que leo o escucho por la familia y algunos medios, está complicado.  

La fotografía, más que un hobbie

En Dinamarca, Matías aprovechó su tiempo libre para continuar desarrollando una de sus pasiones: la fotografía. Pero también este hobbie le trajo un fuerte dolor de cabeza.

Cuando llegó al país, se pudo comprar la cámara de fotos que siempre había soñado, pero al poco tiempo se la robaron. “Después trabajé y me compré otra cámara y de ahí decidí hacerme una página en Instagram”, comentó.

Si bien, el sanjuanino considera esta actividad como un hobbie, comienza a dar pasos cada vez más firmes. “Me hice la página solo para tener ahí las fotos y tener un lugar para almacenarlas”, comentó modestamente. “Empecé a sacar fotos y la idea es avanzar con eso. Sacar fotos, hacer videos y animaciones. Es algo que lo podría estar haciendo, pero me lleva tiempo y ahora tengo en la cabeza trabajar. Si tuviera más tiempo para dedicarle a eso lo podría hacer 100%, pero por ahora sigue siendo un hobbie”, agregó.

Su página dedicada a la fotografía en Instagram se llama Zetam.edia

Nuevo destino

Luego de su estadía en Dinamarca, Matías proyecta viajar a un nuevo destino. Por el momento, será una especie de paréntesis para tomar envión hacia su objetivo final. “Como he estado encerrado prácticamente un año y medio y solo estaba trabajando y no se podía salir por la pandemia, he decidido empezar a viajar. Hemos organizado algunos viajes a Alemania y otros lugares ante de irme a Estados Unidos”, adelantó.

“Eso me lo tomo como un nuevo viaje. Y en realidad es para seguir juntando plata y poder estudiar. Todo el fin es el estudio. El objetivo es conseguir la guita para ir a estudiar. Una vez que junte todo voy a ir a vivir a Barcelona. Quiero seguir estudiando”, sostuvo el joven.

Consejo para los viajeros indecisos  

Por último, Matías Zorrilla dejó un mensaje a quienes están pensando en viajar por el mundo. “Si en algún momento piensan en viajar, lo primero que tienen que saber es que son muchos los que lo han pensado. No tengan miedo. Y pregunten a gente que ya está en el viaje, o en algún país lo necesario para poder viajar. La decisión lleva tiempo, mucho tiempo. Yo me demore mucho en confiar en que me tenía que ir. Pero cuando se decidan, junten las agallas correspondientes y tomen la decisión. Hay gente que está en la misma y te va a ayudar. Viajar te nutre un montonazo”, sugirió.

No obstante, advirtió que viajar también puede ser una experiencia poco feliz. “He conocido gente que ha viajado y no le ha gustado una mierda y se quieren volver, pero no lo sabes hasta que no lo experimentas. Yo por ejemplo digo, cómo no lo hice antes, con 22 o 23 años. Pero bueno, cada uno tiene su tiempo en la vida. Hay personas que con23 años estaban decididas a viajar, yo en ese momento tenía la cabeza en otro lado”, dijo.

El consejo es que apoye la cabeza en la almohada y que piense en todas las que pueden venir buenas y tome la decisión. Sé que es difícil porque hay que juntar plata, pero la plata sale. De algún lado sale. No la duden ni un segundo, si querés viajar y experimentar otra cosa viaja. Venite a donde sea”, finalizó.