DOLOR

Conmovedores testimonios en honor al profesor que murió con miedo a ser olvidado

Profesores de Educación Física y ex alumnos de Carlos Ganci lo recordaron al compartir cómo fue su tiempo con él.
miércoles, 16 de junio de 2021 · 23:22

Carlos Ganci dedicó su vida a la docencia y pasar a trabajar en la Secretaría de Deportes le generó el temor de que sus alumnos y colegas lo olviden. Tenía miedo de que al jubilarse nadie lo despida, pero no llegó a hacerlo. Este miércoles murió de un infarto. Se fue solo y sin el adiós que deseaba para cuando finalice su etapa laboral. Sin embargo, su partida dejó en claro que su preocupación era errónea. La triste noticia despertó los más lindos recuerdos que Ganci sembró durante su vida profesional.

La repentina muerte del profesor de Educación Física y trabajador de la Secretaría de Deportes a sus 58 años generó una profunda conmoción. Sus ex alumnos y colegas lo recordaron en Diario 13 por su forma de ser, tan agraciada, imponente, firme y simpática.

El "gordito" y el profe "bonachón"

Carlos fue mi profe de Educación Física toda la primaria en el Colegio Luján. Yo siempre fui gordito y la verdad me costaba y no me gustaba 'Gimnasia', como le decíamos en esa época. Pero él hizo la diferencia. Su personalidad bonachona daba alegría y confianza. La risa era protagonista en sus clases y el ánimo que nos daba a los menos agraciados hizo que no suframos los ejercicios. Así nos criamos; acostumbrados a su voz; a sus gritos que eran como un código cómplice entre él y los alumnos. Con cariño forjó una autoridad única en la escuela. Charlatanes y revoltosos se callaban y atendían cuando el lanzaba su grito: "¡Atender!' y todos respondíamos '¡Atención!"; quedando todo en silencio. Recuerdo que más de una vez fue requerido por las docentes para poner orden en actos y otras actividades. El profe era cariño puro.

Cuando crecimos ya sus comentarios eran mas profundos y mas serios. Sus valores eran transmitidos con franqueza. Una vez en 6to grado hizo que armáramos equipos de 6 chicos; y pusi+eramos un nombre. A un compañero se le ocurrió ponerle "los comandos" y dibujaron su distintivo con un soldado armado. Él muy seriamente dijo: "Armas de fuego, no". El mensaje fue claro, y fue suficiente para entender donde iba su enseñanza. Querido por todos, 0 problemas con nadie. Simpático y de buen humor siempre. Un tipazo que no olvidaremos nunca.

Testimonio de Julio Fonseca, ex alumno del Colegio Nuestra Señora de Luján.

Los "gorditos" no van al arco

Era un tipo inclusivo. Algunos profesores llegaban y tiraban la pelota, pero los que no son buenos para el fútbol o eran gorditos la pasaban mal. Él nos hacía jugar al fútbol pocas veces y en su lugar nos hacía divertirnos de muchas maneras. Hacía chistes.

El profe era un tipo que nunca vi mal y eso en la docencia es muy importante, porque cuando vos estás mal los alumnos nota y el transmitido mucha alegría transmitida bienestar. Como alumnos lo sentíamos. También nos inculcó mucho la importancia de hábitos saludables como la higiene y la hidratación. Recuerdo que era fanático de Boca, siempre jodía con eso.

Testimonio de Juan Guevara, ex alumno del Colegio Nuestra Señora de Luján.

SABA DUBI, SABA SIBI SABA

Voy al colegio nuestra señora de Lujan desde el jardín de infantes. Él fue un profesor único con sus ocurrencias, cantos y carisma. Era protector. Siempre sacándote una sonrisa.  Mi viaje de estudio, ¡Cuantos recuerdos! Exhibiciones, desfiles, actos y su famoso "SABA DUBI SABA DUBI, SABA SIBI SABA, OAEOO OAEOO".

Después la virgencita nos volvió a encontrar. Mi profe Carlos seguía en el colegio y yo entré como profe suplente de Artes visuales. Que alegría me dio verlo, ahora como compañeros, siempre generoso, alegre, consejero, prestando su oído y hasta último momento su casa para juntarnos "Los Grosos" un grupo de compañeros, mas que compañeros, familia, siempre logrando la unión. Siempre va a estar presente en mi corazón. Te quiero mucho profe.

Testimonio de Eli Sosa, docente del Colegio Nuestra Señora de Luján.

El anfitrión

Hablar de Carlos Ganci podría llevarme un día entero. Era un ser increíble y como profe el mejor. Entregado a sus alumnos y a su profesión, siempre buscando crecer. Pero como persona era aún mejor. Era mi amigo y compañero. Muy generoso, siempre atento a las necesidades de los demás, cariñoso, sociable, pero sobre todo extremadamente divertido y ocurrente. Salía con cada cosa. Compartimos muchísimos momentos, en el colegio y también fuera, sobre todo en su casa (la cabaña, como él la llamaba), ya que era un excelente anfitrión, donde nos recibía a los Grossos (el grupo de profes de especialidades del Colegio de Luján) con exquisiteces preparadas por él mismo, allí pasábamos momentos de interminables anécdotas y risas. A pesar de la tristeza que siento, agradezco a Dios que nuestros caminos se hayan cruzado, porque nos enseñó a sus compañeros el verdadero amor por por la docencia, pero por sobre todas las cosas nos enseñó el valor y la importancia de la unión entre los docentes de un mismo colegio. Carlitos era la unión y la amistad.

Testimonio de Marce Gizzi, docente del Colegio Nuestra Señora de Luján.

El gran confidente y su terrible miedo

He trabajado con él toda la vida, más de 30 años. Hemos sido compañeros de trabajo primero amigos, después terminó siendo mi hermano. Compartimos historias tristes, historias felices, viajes, él con los varones y yo con las chicas así que compartimos también espacio en el polideportivo, eventos deportivos, fiestas, procesiones con su familia, nacimiento de nuestros hijos, penas familiares.

Armamos un grupo de profesores de especialidades, "Los Grossos", los cuales nos reuníamos siempre en su casa. Él nos invitaba, hacíamos terapia general. El asador era él, el que movilizaba la fiesta. Generaba esa alegría propia su temperamento, de ese vozarrón que tenía que siempre hacia que te estaba estimulando.

Era el que nos hacía los chistes y era el alma en todo lugar donde estaba. Una persona muy querida. Cuando se enfermaba alguien él estaba ahí y si alguno estaba internado solo él iba a acompañar, hasta plata prestaba. Era un hombre con un corazón increíble. Todavía no caigo que no esté, me da mucha pena la forma cómo falleció porque estaba solito.

Yo me jubilé dos años atrás y me hicieron una fiesta bellísima. Se disfrazaron todos con pelucas rubias porque se jubilaba "La rubia". Hubo mucha felicidad y él fue uno de los idearios y gestor. Él tenía mucho miedo de jubilarse, decía: 'Yo ya estoy trabajando en la Dirección Deporte, ya no voy a tener la jubilación que tuviste vos Karen, que todos te despidieron, todos los alumnos, toda la escuela. Fue tan hermosa y yo quisiera tener esa despedida, pero ya no se van a acordar de mí los chicos'. Pero yo creo que sí lo van a dejar porque ha dejado tanto cariño y tantas cosas tan bellas que se va como un grande. Se va, pero queda acá.

Testimonio de Karen Yacante

Más de