El invierno llegó y con él, las heladas que, aunque temidas por los productores, también pueden convertirse en aliadas si se gestionan adecuadamente. Así lo planteó el ingeniero agrónomo Cristian Albors, durante una charla organizada por Coviar y los Centros de Desarrollo Vitícola, en la que también participó el especialista mendocino Francisco González.

Las heladas invernales son inevitables, lo que sí hemos determinado es que en los últimos 35 años en San Juan hemos crecido en la cantidad de heladas, sobre todo en la parte baja del valle de Tunuyán”, explicó Albors. Este dato se vuelve crucial para los productores locales, que deben anticiparse a estos cambios climáticos para evitar pérdidas.

Durante su exposición, Albors hizo foco en las heladas meteorológicas, explicando cómo han ido modificándose en el tiempo: “Hemos pasado de tener la primera helada la primera semana de junio a registrarla, en promedio, la última semana de mayo. Ese pequeño corrimiento en fechas impacta directamente en la producción agrícola”.

San Juan ya experimentó las primeras heladas este año: “El 21 de mayo tuvimos heladas en Caucete y San Martín. Y la próxima semana podrían intensificarse, especialmente en zonas bajas como 25 de Mayo, Sarmiento y otras regiones del este provincial”, advirtió.

El especialista resaltó que tanto las heladas tempranas como las tardías son claves en la planificación agrícola. “Hace tres años tuvimos una helada tardía el 2 de noviembre, la famosa helada de Todos los Santos, que marcó los rindes del año porque se llevó muchos kilos de uva”, recordó.

Preparación, prevención y poscosecha

Las heladas no sólo se enfrentan durante su ocurrencia, sino también antes y después. “La fecha de la primera helada nos obliga a preparar nuestras cepas para que pasen el invierno sin sufrir daños”, señaló Albors. Y agregó: “También debemos pensar en guardar reservas para ese inicio que se da en septiembre, cuando comienza la brotación”.

Con un enfoque didáctico, el ingeniero explicó que los frutales de hoja caduca, como la vid, “entran en un estado de dormancia durante el invierno para tolerar los fríos”. Es por eso que los manejos previos al invierno y las decisiones de poda o nutrición son fundamentales.

El especialista también se refirió al comportamiento climático de las últimas décadas: “Hemos detectado un aumento en las heladas invernales y mayor inestabilidad en las fechas de ocurrencia”. Esto complica la planificación: “Si tenemos flores o frutos y la helada se corre, perdemos producción”.

En este contexto, la amplitud térmica —diferencia entre la temperatura máxima y mínima diaria— cobra un rol protagónico. “En enero suele notarse mucho: tardes cálidas y noches frías. Esta variación también incide en los cultivos”, explicó.

Si bien la vitivinicultura fue el eje de la charla, Albors subrayó que otros cultivos también son sensibles: “La fecha de la última helada atraviesa toda la producción frutal y hortícola de la provincia. Desde pistachos hasta frutas con carozo o el melón, todos se ven afectados”. Y agregó: “En Sarmiento, por ejemplo, se busca la primicia del melón y una helada tardía puede arruinarla”.