Emigrar es una decisión íntima, transformadora y, muchas veces, dolorosa. Así lo vive Mariam Yomaha, una cordobesa que hace tres años y medio dejó su país para instalarse con su familia en Tenerife, España. Aunque reconoce que no fue una decisión fácil, hoy se siente gratificada por los logros alcanzados y, sobre todo, por el desarrollo que ha tenido su hijo gracias a la experiencia de vivir en otro país.

Yo emigré a los 40 años, cuando ya estaba muy asentada en Argentina con mi trabajo y mi vida. Pero quería un cambio radical, una experiencia nueva también para mi hijo”, relató en Canal 13. El deseo de ampliar horizontes culturales, conocer otras formas de vida y darle nuevas oportunidades a su familia fueron más fuertes que el arraigo a su Córdoba natal.

El proceso no fue sencillo. Mariam aclaró que “emigrar es muy personal”, y que no solo se trata de trámites: “Hay que estar preparado psicológica y espiritualmente para dejar todo lo conocido por lo completamente desconocido”. A la incertidumbre de lo nuevo se suman los aspectos legales, fundamentales para una migración segura y ordenada. En ese sentido, destacó que “el primer paso para establecerse legalmente en España es tener ciudadanía europea. Sin eso, el acceso a la residencia y al trabajo formal se vuelve muy complicado”.

Uno de los principales desafíos para quienes llegan, incluso con papeles en regla, es el acceso a la vivienda. “Hoy en España, alquilar es un problema grave, no solo para los migrantes sino también para los residentes. Hay muy poca oferta porque muchos propietarios prefieren alquilar a turistas. Eso encarece todo”, explicó. En el sur de Tenerife, donde ella vive, los alquileres rondan entre los 900 y los 1000 euros mensuales por una vivienda de dos o tres habitaciones. Mientras tanto, los sueldos promedian los 1400 euros. “No se puede sostener un alquiler con un solo salario. Por eso la mayoría tenemos dos trabajos, como en Argentina”, comparó.

A pesar de las dificultades económicas, Mariam encuentra sentido en su decisión cada vez que ve a su hijo crecer y avanzar en el sistema educativo español. “La escuela pública es de excelencia, no tengo nada negativo para decir. Le enseñan tres idiomas y todo eso lo recibe gratuitamente. Como mamá, eso me llena de gratificación”, dijo.

La distancia con su país de origen todavía pesa, pero ha encontrado formas de sobrellevarla. “Tengo la suerte de poder viajar a Argentina y de que mi familia también me visite. Eso hace que la cuestión afectiva sea más llevadera”, comentó. ¿Volvería? “Hoy no. Mi hijo está escolarizado, estamos adaptados y tenemos nuestra vida armada aquí. Esta etapa de mi vida está acá”, concluyó.