La celiaquía es una enfermedad crónica, es decir, una patología que no tiene cura para quien la padece. En pleno 2025, todavía hay quienes desconocen lo que el gluten puede ocasionar en una persona y, mucho menos, cuál es la solución: una dieta libre de gluten.

Los celíacos pertenecen, estadísticamente, al 1% de la población. En San Juan, hasta el año 2022, había 2.700 personas celíacas con diagnóstico. En San Juan la División de Alimentos, que dirige la nutricionista Salomé Rodríguez, es el organismo encargado de llevar el registro de los locales gastronómicos y las habilitaciones para vender comida sin gluten.

Esta área no brindó datos oficiales sobre la cantidad de locales autorizados para vender alimentos sin gluten en San Juan. El dato que si confirmaron es que los lugares donde más se concentran locales habilitados son los departamentos de Rivadavia y Capital.

“Hay que tener en cuenta que la Ley de Celiaquía obliga a determinados rubros a tener opciones sin TACC, entre ellos, locales gastronómicos, kioscos e instituciones”, aseguró Rodríguez. Otro dato relevante, según el área, es que “el rubro sin gluten creció hasta un 30% en toda la provincia, comparado con el 2024”.

Por otro lado, aclararon que insisten con los cursos de capacitación para que los empleados de los locales gastronómicos tengan en cuenta qué es la celiaquía y cuáles son los cuidados al atender a alguien con la patología.

Pero, ¿cómo es la vida de un celíaco dentro de la provincia? Según Silvina Montaña, de la Asociación de Celíacos San Juan, conseguir un menú sin gluten no es tan fácil como se piensa: “Parece simple, pero no lo es. La ley dice que cualquier negocio que ofrezca comida tiene que tener una opción”, señaló.

Si bien se reflejan las intenciones de los gastronómicos por cumplir con la ley, surge otro conflicto: ¿qué tipo de opciones ofrecen? Desde la Asociación aseguran que no se brinda un menú similar al que ya venden. 

“Muchos locales te dicen que sí tienen una opción y te ofrecen un chocoarroz. El alimento tiene que ser parecido a lo que ya venden. Es decir, si venden pizza, no tendrían que ofrecerte unas papas fritas”, comentaron.

Esto implica que en el ejemplo de la pizza, para cumplir realmente la ley el local de comidas debería contar con una pizza hecha con harina común y otra en condiciones de ser consumida por una persona celíaca, es decir, elaborada con harinas que no contengan gluten.