En la Catedral, los sanjuaninos hicieron a un lado las diferencias y oraron por Francisco
Durante la noche de este lunes, el templo máximo de la Iglesia Católica realizó una celebración para orar por el alma del Papa Francisco, quien falleció en las primeras horas de este lunes.
Si hubo algo que pregonó siempre el Papa Francisco fue la aceptación de las diferencias entre los hombres, desde el inicio hasta el fin de su mandato como Sumo Pontífice. Quizás fue eso lo que más se vio reflejado este lunes en la misa de la Catedral de la provincia de San Juan. A la que asistieron y oraron más de 200 personas, tanto católicos como judíos. Personas de todas las edades, desde niños hasta adultos mayores.
La imagen de Marcelo Orrego el gobernador actual y el exgobernador peronista José Luis Gioja fue digna de ver: Los dos dirigentes fueron a rezar por Francisco. Orrego se encontraba sentado en las bancas del medio confundido entre las cientos personas, que cumplieron con el pedido de Jorge Mario quien pedía a todos que recen por él.
Gioja quien se encontró sentado en el primer banco mostró desde el inicio hasta el fin múltiples gestos conmovedores: su mirada reflejaba angustia y, con sus 75 años al hombro, participó activamente de la misa. Cuando el padre Andrés Rivero dedicó sus palabras a su Santidad: "Era el que oraba por los que menos tenían y siempre logró transmitir esa visión", en ese momento la angustia y algo de nostalgia invadió el gesto del exgobernador.
En el principio de la ceremonia que será recordada por todos, no solo por la muerte del argentino Papa Francisco, sino por lo que se vivió allá adentro, los sanjuaninos ingresaron y se tomaban su tiempo para escribirle unas palabras, algunos pidieron milagros, otros estaban agradecidos y otros más le desearon la paz eterna.
Inclusive, algunos solo se quedaron admirando la imagen de Jorge Bergoglio que estaba en la puerta de la Catedral, junto con algunas velas y flores en símbolo de luminiscencia.
Luego, una parte de los presentes, sobre todo mayores de edad, llevaron sus remeras y mochilas que tenía la cara del Papa para que sean bendecidas por Monseñor Lozano, quien gustoso lo hacía y luego procedió a bendecir con sus manos las cabezas de los fieles.
Al principio de la misa, la gente aún seguía acomodándose como podía y donde entraba. La Catedral sanjuanina estaba repleta por donde se la mirara. La gente parada en los pasillos y quienes se encontraban sentadas lucían ansiosos, y en su mirada se reflejaba la angustia de un momento que marcó la vida de varios.
En los primeros asientos se encontraban algunos funcionarios actuales, como la intendenta Susana Laciar del partido Juntos por el Cambio y Daniela Rodríguez del Partido Justicialista, dos mujeres fuertes denla política local que se olvidaron de las diferencias y rezaron por el Papa.
Francisco, el que luchaba por los descartados, el mismo que promovió la acción pastoral en los lugares más desolados del mundo, como lo son las villas, pudo tener un homenaje este 21 de abril en la Catedral con el pueblo sanjuanino presente para orar por y para él.
Luego del saludo de la paz, la angustia y las lágrimas invadieron toda la parte trasera del templo católico. Los sanjuaninos llenaron los pasillos con abrazos sentidos y algo de dolor por la ausencia de uno de los argentinos más importantes de toda la historia.
Entre lágrimas, se formaron filas enormes para recibir el cuerpo de Cristo. La gente fue tanta que casi llegaban a las escaleras de la iglesia. Todo era silencio. No había ni una sola palabra entre los más creyentes, solo la espera para recibir la eucaristía y nuevamente sentarse a pedir por el "mejor de los nuestros".
Tras la Santa Misa el aire se llenó de calma, de paz. El gobernador se reunió con Monseñor Lozano y se comunicaron su sentir durante la ceremonia. Los y las sanjuaninas buscaron la bendición del representante católico sanjuanino para proseguir con los días de duelo que se viene.
Así fue la despedida a Francisco, Jorge Mario Bergoglio, en la provincia de San Juan. Tanto histórica como dolorosa, todos los sanjuaninos, sin importar clase política, clase social o religión, lloraron por la muerte de Su Santidad, que abandonó el mundo a sus 88 años, luego de padecer un ACV.