Lo que empezó como una experiencia espontánea, impulsada por la curiosidad y el apoyo familiar, se transformó en una vocación firme que ya lleva más de siete años. Juan Vivares, un joven sanjuanino, ingresó a los 12 años al cuerpo de Bomberos Voluntarios casi sin pensarlo demasiado. “Fue por mi mamá, ella averiguó y por probar vine y me quedé. Siete años después sigo acá”, cuenta con orgullo.

Hoy, con 19 años, Juan no solo forma parte activa del Cuartel, sino que además está al frente de la escuela de cadetes. En paralelo, estudia la carrera de Contador Público en la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) y realiza trabajos informales cuando se presenta la oportunidad. Su rutina es exigente, pero su motivación lo sostiene: “Estoy a cargo de la escuela de cadetes y se ve el gran trabajo que llevaron los instructores. Los cadetes me motivan, son el gran pilar por el que estoy acá”.

El trabajo con los más jóvenes es clave para Juan, quien destaca el entusiasmo que demuestran desde el primer momento: “A los más chicos les llama mucho la atención las movilidades. Es una de las cosas que más los entusiasma al principio”.

Pero la formación no se basa solo en la emoción del primer contacto con los equipos o los vehículos. Para Juan, la disciplina y el compromiso son esenciales. “Hay que educarlos de manera disciplinada y también exigiendo con la escuela. El que le va mal lamentablemente no puede seguir”, explica, subrayando la importancia de equilibrar la vocación con la responsabilidad académica.