Con carteles coloridos, sonrisas contagiosas y mensajes de esperanza, decenas de jóvenes del Movimiento Emaús salieron a las calles del microcentro sanjuanino durante Semana Santa para compartir un mensaje claro: el amor de Dios está presente para todos.

Este sábado decenas de jóvenes colmaron las calles del microcentro para difundir la palabra de Dios

Divididos entre la Plaza 25 de Mayo y la Peatonal, los chicos y chicas entregaron lo que ellos llaman bocados de fe, pequeños recordatorios del mensaje cristiano, escritos de forma anónima, pero con el corazón abierto.

“Nuestra misión es que las personas puedan ver una parte del amor de Dios. Eso es lo que traemos a la peatonal y a San Juan”, expresaron desde el grupo, que todos los años repite esta experiencia evangelizadora.

Semana Santa: bocados de fe, el mensaje anónimo de Dios para los sanjuaninos

Los transeúntes no tardaron en responder con entusiasmo: bocinazos, aplausos y sonrisas se multiplicaron en medio del bullicio del centro sanjuanino. “La gente lo recibe muy bien, se prenden. Esta misión es algo que hacemos todos los años en Pascua, pero también salimos durante el resto del año. Es parte de lo que somos”, contaron los integrantes del movimiento.

La participación juvenil fue total. La mayoría de los misioneros son adolescentes que decidieron destinar su tiempo a compartir con otros su espiritualidad.  Una de las jóvenes que vivió su primera experiencia en Emaús y aseguró que se sintió transformada: “Es algo muy lindo. Nos sirve para recordar lo que sufrió Jesús por nosotros, pero también para predicar que nos ama y siempre va a estar para nosotros. Está bueno recordárselo a los demás, por si se les olvida”.

Josefina Turel, también primeriza en esta misión, llevó con orgullo un cartel que decía: “Tengo la palabra de Dios en mi bota”. Con entusiasmo, contó que fue invitada por amigos y que decidió sumarse sin pensarlo demasiado: “Es muy lindo volver a encontrarte con Dios y llevarlo a otras personas. Capaz alguien tuvo un mal día o se siente solo, y esto puede cambiarle algo. Sentir a Dios te hace otra persona, más feliz”.

Ambas coincidieron en que el grupo y los acompañantes hacen que la experiencia sea todavía más significativa: “Son unos chicos increíbles y los profes también. Lo recomiendo de corazón”.