Desde hace unos días, la sede de la Agencia Nacional de Discapacidad en calle Santa Fe se convierte en escenario de largas filas desde la madrugada. Decenas de sanjuaninos llegan a la espera de uno de los 100 turnos diarios que se entregan a partir de las 7, en medio de un proceso de auditoría nacional que obliga a validar las pensiones no contributivas por invalidez.

La incertidumbre y el malestar son moneda corriente entre quienes deben presentarse con telegramas, mails o mensajes de texto que los notifican sobre la necesidad de actualizar su documentación médica. Muchos aseguran que nunca recibieron la notificación, pero se acercan igual, por miedo a perder la única ayuda económica con la que cuentan.

“Estoy desde las 4 de la mañana. No me llegó ninguna carta, pero vine igual porque tengo miedo de que me la quiten. Es lo único que tengo para sobrevivir”, expresó un hombre que logró obtener el turno número 76.

Otra de las personas en la fila contó que también llegó en plena madrugada. “Me vine porque quiero que me vuelvan a operar. La prótesis que tengo es vieja, hago kinesio, voy a paliativos del dolor… pero tengo miedo de que me la saquen. No tengo otra cosa. A mí me prestan donde vivo, no pago nada, pero tengo que comer”, señaló  a este medio.

El proceso en curso responde a una resolución nacional —aunque recientemente derogada— que implicó el inicio de auditorías para validar las pensiones por discapacidad. Pese al cambio normativo, las revisiones continúan. En el lugar, sólo dos o tres personas están abocadas a la atención, y quienes llegan deben presentar su documentación y ser evaluados por un médico del PAMI. Luego, disponen de 30 días para presentar nuevos estudios que respalden su condición, ya sea de forma presencial o virtual.

“No entiendo por qué no hacen un sistema de turnos por WhatsApp. No puede ser que haya gente parada desde las 2 de la mañana. Hay quienes vienen desde muy lejos”, comentó otro vecino, visiblemente molesto por la organización.

La falta de claridad en la información también genera confusión. “En el telegrama que me llegó figura otra dirección, en Costanera. Pero otros dicen que es en una villa en Chimbas. Me dicen que debo presentarme el 28, pero no me da el tiempo para hacer todos los estudios de nuevo”, lamentó un adulto mayor de 64 años. “Imagínese, ¿quién me va a dar trabajo a esta edad? La pensión es lo único que tengo.”

En paralelo, también se presentan casos como el de una madre que acudió en representación de su hijo. “Tiene Parkinson hace años y nunca le dieron la pensión. Vengo a ver qué pasa, porque iniciamos el trámite hace dos años y no tuvimos respuesta. Vivo cerca, así que me animé a venir. Ahora me toca esperar.”