San Juan es la provincia olivícola por excelencia en Argentina. Su aceite de oliva es premiado por catadores y gran parte de la producción se exporta. Sin embargo, este año el panorama cambió. Según explicó el investigador del INTA y CONICET, Pierluigi Pierantozzi, la campaña 2025 no fue favorable, principalmente por el impacto del clima.

"No ha sido la mejor campaña. El olivo es una planta que, por naturaleza, tiene un comportamiento alternante: un año produce mucho y al siguiente menos. Pero además, este año hubo eventos climáticos como mangas de granizo que afectaron directamente a la producción", detalló el especialista.

Según Pierantozzi, las temperaturas extremas superaron los 40 grados en febrero, y luego descendieron abruptamente con una ola polar. "La helada del 28 de mayo fue de -1,7°. Si bien no es una temperatura fuera de lo normal, el problema fue el contraste repentino. Veníamos con temperaturas altas, y el descenso brusco genera un estrés importante en las plantas", explicó.

Se calcula que en San Juan hay 15 mil hectáreas de olivos

El investigador subrayó que el impacto climático no solo afecta la cantidad de producción, sino también la calidad del aceite y la floración futura de los olivos.

San Juan, potencia olivícola bajo presión

Actualmente, San Juan cuenta con alrededor de 15.000 hectáreas cultivadas con olivos, de las cuales se obtiene una importante proporción del aceite de oliva argentino. A nivel nacional, el país tiene entre 80.000 y 90.000 hectáreas plantadas.

"San Juan es la provincia más importante en cuanto a producción y exportación de aceite de oliva. Sin embargo, este año se estima que la exportación caerá un 20% en comparación con el año anterior", afirmó Pierantozzi.

El grueso de la producción está destinado al mercado internacional, aunque el especialista lamentó que el consumo interno siga siendo bajo. "Es una lástima, porque podríamos aumentar el consumo interno de un producto tan saludable", apuntó.

El cultivo del olivo también se ha transformado en los últimos años. Pierantozzi explicó que se pasó de un sistema tradicional, con unas 100 plantas por hectárea, a modelos intensivos y superintensivos, con hasta 1.700 plantas por hectárea.

"Eso permite mecanizar gran parte de las labores, como poda y cosecha, y hacerlas más eficientes. Hoy, después de la cosecha, se realizan tareas de poda y curaciones para prevenir plagas como la cochinilla", detalló.

Aceite de oliva: se estima que se va a exportar un 20% menos en comparación con el año pasado

Además, la olivicultura sanjuanina depende completamente del riego artificial, lo que representa un gran desafío en una provincia con más de una década de sequía. "A diferencia de otros países, donde el 85% del olivo se cultiva en secano, en San Juan el 100% de los cultivos está bajo riego. Y no cualquier riego: la mayoría utiliza agua subterránea, lo que implica un alto costo energético", remarcó.

La situación actual obliga a repensar la eficiencia en el uso del agua y la adaptación a los cambios climáticos. Pierantozzi destacó que desde el INTA trabajan en estrategias para optimizar los recursos hídricos y enfrentar los desafíos del sector. "Cada gota cuenta. Vivimos en una provincia desértica, y hay que ser cuidadosos no solo por el medioambiente, sino también por el impacto económico que tiene el acceso al agua", concluyó.