OPINION

El ponchito de los pobres

El invierno impiadoso somete a los que menos tienen. Las personas en situación de calle se volvieron noticia. Pero hay otras historias aún invisibles.
lunes, 8 de julio de 2019 · 12:22

Por Daniel Tejada
Canal 13 San Juan


El refranero popular, ingenioso, descriptivo, emanado del saber cimentado por generaciones, lo define con claridad. El sol es el poncho de los pobres. Es una forma criolla de marcar las bondades del verano, que no solamente abriga hasta el exceso, sino que también prodiga una acequia fresquita para meter los pies y algún racimo por ahí, pintando todavía colgado de la parra. La frase incluye también tácitamente la sentencia sobre el invierno, esa estación carente de los favores del astro rey, cuando el frío aprieta y le pasa como aplanadora especialmente a los que menos tienen.

Toda la semana pasada se instaló en Buenos Aires el drama de los más de 7.000 argentinos que viven en situación de calle en la Ciudad Autónoma, la más rica del país, la de mejor ingreso per cápita, la rutilante, la parisina, la aspiracional. Eso que es todo lo que debe ser. Pero que se las ingenia para hacer convivir los contrastes más brutales. La gente durmiendo en las veredas, por ejemplo, hace tiempo es parte del paisaje urbano. Invisible para muchos.

Hubo toda una disquisición politiquera acerca de la supuesta "opereta" de Juan Carr y su Red Solidaria, en coordinación con Rodolfo D'Onofrio para abrir River y allí cobijar a cientos de personas desamparadas. No vamos a detenernos en esa pequeñez, porque las cosas obvias no necesitan defensores: donde hay una necesidad, nace un derecho. Y quien permanece a la intemperie, debe estar bajo techo al menos a la hora de dormir. Así se simple. Nada rebuscado.

Pero nosotros estamos en San Juan, donde la situación social también tiene filos que cortan y provocan sangrado. Los últimos días de la semana pasada, con la tremenda caída de temperaturas, los refugios para personas en situación de calle, que dependen del Estado, se vieron desbordados. No pasa habitualmente, porque cada vez que alguien puede elegir, opta por seguir su vida sin tener que presentar el DNI en una oficina de registro, sin ajustarse a los horarios impuestos. Es lógico. Pero cuando el frío aprieta, las preferencias pasan a un segundo plano.

De todas maneras, más allá de estas situaciones extremas, posiblemente las más visibles, están las otras historias. Esas incontables, de familias que llevan la vida lo mejor que pueden, pero al caer el sol se encuentran con la amarga realidad de que nada les alcanza. Vale el testimonio de Sebastián Fernández y Micaela Andrada, que compartimos este fin de semana en Canal 13. Padres de tres chiquitos, pidieron las cámaras de este medio para hacer un llamado a la solidaridad. ¿Sabés qué necesitaban por encima de cualquier otra cosa? Ropa de abrigo, mantas para tapar a sus hijos.

Podrá alguien interpretar, desde una mirada facilista amparada por la ficción de la meritocracia, que Sebastián y Micaela son los primeros responsables por el frío de sus hijos. Sin embargo, Sebastián hace lo que puede con las herramientas que la vida le dio. Como sereno de un taller de motos, gana 1.000 pesos por semana. Y su compañera suma algún otro pesito esporádicamente, cuando la llaman para limpiar vidrios cerca de su casa. 

Casa prestada, por cierto, a cambio de cumplir funciones de cuidadores. Echan a la olla un ranchito de pollo, de esos que se consiguen por 20 pesos. Más unas papas que les regala un vecino. Y con eso pasan el día, más una sopita a la noche, si se puede. Y cuando llega la hora de acostarse, Micaela mete en la cama a todos sus chiquitos junto con ella, para darles algo más de calor. Sebastián duerme aparte. Así son las cosas.

Conocido el testimonio de Sebastián y Micaela, apareció la asistencia de la Municipalidad de Santa Lucía y estuvo muy bien, aunque claramente el problema estructural, de fondo, sigue ahí intacto. Historias como estas, seguramente se vuelven incontables en distintos hogares sanjuaninos, sin importar el lugar de residencia. No son personas en situación de calle, pero también sufren el castigo del frío. Mejor dicho, el flagelo de la pobreza. Porque al fin y al cabo, cuando falta el ponchito del verano, el abrigo solo se consigue pagando. 


JAQUE MATE

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