OPINIÓN

Coronados de virus

Termina una semana difícil con un salto de casos superior al 32 por ciento. Los números son duros pero revelan lo que está sucediendo.
viernes, 2 de octubre de 2020 · 10:21

La pandemia entró en una nueva etapa en Argentina. Y es la que peor se presenta para el interior. Ya no está focalizada en el Área Metropolitana de Buenos Aires como sucedió durante los primeros cinco meses, sino que se diseminó por toda la geografía. Se federalizó, según definieron las autoridades sanitarias. Se coparticipó el virus y San Juan cobró su cuota.

La semana que está finalizando este viernes resulta muy reveladora en ese sentido. San Juan empezó el lunes con 740 casos acumulados de Covid-19, pero llega a este viernes con 982. Esos 242 casos nuevos en tan solo cuatro días representaron un crecimiento superior al 32 por ciento. La famosa curva empezó a despegar.

La usina de nuevos contagios fue el Servicio Penitenciario Provincial. La peste, que se explicó a sí misma desde que nació en el lejano oriente y luego barrió con Europa, con el norte del continente americano y finalmente con Argentina, atacó las comunidades cerradas. Cayeron geriátricos y cárceles, porque son todo lo opuesto al distanciamiento social. San Juan no podía ser la excepción.

La buena noticia es que esa curva epidemiológica disparada hacia arriba por los casos del Servicio Penitenciario refleja la cantidad de hisopados que se realizaron de inmediato, para controlar el brote. Si todo sale bien, si las medidas fueran efectivas, en 14 días empezaría a decrecer ese volumen de infectados simplemente porque el germen habrá cumplido su ciclo. El desafío es que no se siga diseminando.

Los números son tediosos pero son inapelables. San Juan empezó la semana con 740 casos acumulados de Coronavirus y llega a este viernes con 982. Arrancó con 36 fallecidos y ya va por 48. Tuvo un zigzag en la cantidad detectada cada día. Los peores fueron el domingo con 96, el miércoles con 88 y el jueves con 112. El lunes hubo apenas 10 y el martes, 32. 

El ritmo de la estadística acerca progresivamente a San Juan al club de las provincias que superan los 1.000 casos. Hace apenas un mes era inimaginable. Pero esta es la naturaleza de la pandemia. Su alto grado de contagio es lo que la convirtió en un problema de rango planetario.

¿Qué hacer frente a este panorama tan distinto al que conocieron los sanjuaninos hasta ahora? Curiosamente, las medidas seguirán siendo las mismas. La distancia de dos metros, el uso obligatorio del barbijo y el lavado frecuente de manos, ese triángulo protocolizado quedará fijado permanentemente sin fecha, porque la vacuna en el mejor de los casos podría tener efecto real en la población allá a fines de 2021 o principios de 2022 de acuerdo a las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud.

Por lo tanto, la recopilación de los números debería servir de ayudamemoria: en este suelo el virus está haciendo lo mismo que ya hizo en otras provincias y en otros países. Darle la espalda a los datos no los hará desaparecer. Rebelarse contra las medidas sanitarias tampoco servirá para evitar la realidad. El Covid-19 está comenzando a trazar su propia curva sanjuanina y todavía no se puede hacer una predicción del pico, porque el grueso de los contagios sigue siendo por brote. Primero derivado de los geriátricos. Ahora del Servicio Penitenciario.

Sin embargo, las autoridades se preparan para eventualmente pasar a la siguiente instancia, que será la circulación viral comunitaria. La consigna es demorarlo todo lo que se pueda, porque la transmisión sin nexo epidemiológico es la peor de las hipótesis. Es contagiarse sin tener idea dónde ni cuándo se contrajo la enfermedad. Por ahora, salvo un pequeño puñado de casos que siguen bajo investigación, el resto tiene la traza completa.

El plan consiste en sobrellevar la circulación viral sin tener que cerrar dramáticamente toda la provincia como ocurrió tras el brote en Caucete. El daño económico es enorme cada vez que eso sucede y hay sectores que sencillamente no soportarían un nuevo retroceso. Por eso, lejos de pensar en una nueva parálisis, el gobierno sigue planificando reaperturas, flexibilidades, con la energía puesta en los protocolos y fundamentalmente en la conciencia social. Es una apuesta riesgosa, pero es la apuesta posible.

El virus seguirá su trayectoria. De cada uno dependerá facilitar o dificultar esa transmisión comunitaria. No tiene ningún misterio, más allá de que no haya vacuna o cura milagrosa. El Covid-19 se puede prevenir tan fácilmente como se puede contraer. Termina siendo una decisión personalísima que no debería admitir grieta. Coronados de virus vivamos, al menos por un tiempo.


JAQUE MATE