OPINIÓN

Batalla contra la psicosis

Más peligroso aún que la pandemia resulta la avalancha de información de dudosa procedencia que se viraliza con mayor ferocidad que el Covid-19 y con resultados nefastos.
lunes, 16 de marzo de 2020 · 12:57

Estamos luchando contra un enemigo invisible. Además de pelear contra el contagio, la batalla parece ser también contra la psicosis. Palabras más, palabras menos, en torno de este concepto giró el mensaje del presidente Alberto Fernández este domingo por la noche. La preocupación plasmada en su rostro, flanqueado por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el jefe de Gobierno Porteño, Horacio Rodríguez Larreta, le puso el marco a la serie de anuncios.

Incluso el gesto político de pararse encima de la grieta. Compartir escenario con dos figuras emergentes de cada polo otrora enfrentado a morir, pudo servir como demostración irrefutable de que el momento no aguanta especulaciones. De ningún tipo. Parecieron apagarse las voces oportunistas que se atrevieron a buscar algún rédito al atacar al ministro de Salud, Ginés González García. No. No hay espacio para sacar tajada.

El coronavirus se convirtió en pandemia. Los muertos en Europa se cuentan por miles, mientras en China celebran el final de la peor etapa que les tocó atravesar a ellos, precisamente por haber sido la cuna del nuevo virus planetario. La ascendencia migratoria argentina, mayoritariamente constituida por sangre española e italiana, pone al país mucho más cerca del desmanejo del viejo continente, que de la disciplina oriental.

Las medidas que anunció el presidente Fernández fueron producto del análisis con los infectólogos más prestigiosos del país. Él mismo se ocupó de anticipar que con los científicos se estaba haciendo una evaluación de la situación el domingo por la mañana. Llevó tranquilidad a la población. Anticipó que habría una reunión clave en la Quinta de Olivos por la tarde. Y que estarían invitados los mandatarios de los distritos que mayor concentración de contagios presentaban, sin mencionar siquiera cuestiones partidarias.

Llegaron las medidas. La suspensión de las clases hasta el último día de marzo. Y la ratificación de todo lo que ya se sabe y se viene pididiendo con énfasis, pese al desprecio de algunos que privilegian su individualidad por encima de la responsabilidad social. La confirmación de acciones penales para los estúpidos. Otra palabra textual del presidente Fernández.

La situación está planteada. Las decisiones seguirán sumándose con la pretensión de reducir al mínimo los contagios, que hasta ayer domingo ya llegaban a 56 personas en todo el país. Parece desproporcionada la reacción oficial frente a la pequeñez del número. Sin embargo se trata de acciones preventivas, ante el espejo europeo y el crecimiento sin control que están padeciendo.

En este contexto, siguen proliferando las cadenas de Whastapp. Los flyer. Los memes. Los videos de hispanohablantes siempre con alguna tonada pintoresca. Todos tienen lo suyo para decir. Todos saben o dicen saber lo que alguna conspiración está ocultando con intereses oscuros. Entonces, con mayor velocidad que el Covid-19, esas verdades a medias, camufladas de certeza, penetran hasta el hogar de los aislados. Infunden miedo. Generan pavor. Alimentan la sensación de indefensión. Llevan a cometer equivocaciones.

El momento parece oportuno para volver a las bases. Al ejercicio profesional de la comunicación. Ese que, previo entrenamiento, está capacitado para discriminar la información oficial del pescado podrido, de acuerdo a la jerga de medios histórica. Hoy se estila decir fake news. Una voz inglesa que significa noticias falsas. Pescado podrido, enseñaron los maestros en la escuela de periodismo.

El combate contra el Coronavirus involucra una enorme cuota de responsabilidad individual. Exige medidas sanitarias preventivas. Pero fundamentalmente demanda una conducta estricta a la hora de difundir la información. Porque la batalla es contra el contagio. Pero también contra la psicosis.


JAQUE MATE