OPINIÓN

Ojo con los camioneros

El episodio del transportista tucumano interpela a los sanjuaninos. Para analizar con un espejo en una mano y el corazón en la otra.
viernes, 14 de agosto de 2020 · 12:44

Lo que hizo Franco Osvaldo Videla, de 24 años, estuvo mal. Tanto, que terminó imputado por la Justicia de Flagrancia en San Juan y forzado a cumplir 14 días de aislamiento en un hotel. Sin embargo, el episodio de este camionero tucumano que violó el protocolo sanitario para entregar harina en la provincia, debe interpelar a los sanjuaninos y las sanjuaninas acerca de sus propias conductas.

Se indignó el joven transportista con Canal 13 San Juan. Lo hizo saber a través de un comentario en una publicación de Facebook de este medio y, como corresponde, se le permitió ejercer su derecho a réplica. Exhibió su certificado de test rápido negativo que le realizaron el domingo 9 de agosto. 

El problema nunca fue ese sino que, por estar en tránsito, tenía tan solo 24 horas para dejar su carga y seguir viaje. Pero se excedió y pretendió hacerle creer a la Policía que había ingresado el martes 11. Sintéticamente, esa es la razón por la que fue sometido a Flagrancia. Por mentir. Porque sabía que se había zafado del protocolo.

Pero la oportunidad merece otro enfoque, necesario para el aprendizaje colectivo. Ensañarse con Videla también está mal. No es un delincuente, es un trabajador esencial, como tantos otros que ponen el cuerpo y se exponen al contagio en cada kilómetro de ruta que recorren a lo largo de todo el país. Sin su tarea, San Juan no tendría insumos básicos para la subsistencia. Sin harina no habría pan.

Desde el inicio mismo de la pandemia, el Comité de Emergencia Covid-19 supo que había dos grandes sectores que podían ingresar el virus a la provincia: los repatriados y los camioneros. Los primeros, sin embargo, iban a tener un pico y luego irían en descenso, porque son un número acotado. En algún momento habrán regresado todos los que tenían la intención de hacerlo. Los transportistas, en cambio, son una constante. Son imprescindibles. Y en este contexto también son vectores del germen.

Por eso el protocolo estricto se fue endureciendo cada vez más con ellos, en la medida en que el país iba cayendo en la circulación viral y la pandemia se afincaba aquí apenas cruzando el control de San Carlos. El drama del Coronavirus afectó a todos y a todas, pero mucho más impactó en los camioneros. La vigilancia sanitaria fue, es y será la única barrera para mantener a la enfermedad afuera de los límites provinciales. Pero no es infalible.

Lo dejó en evidencia Videla, como tantos otros que perforaron los controles sin ser advertidos. Entonces, con la misma virulencia que se persiguió a los primeros casos positivos de coronavirus en San Juan, ahora se ataca a los clandestinos que evaden los hisopados y el aislamiento. No se trata de iniciar una defensa de ellos, porque con su conducta están poniendo en riesgo la salud pública. Pero quedarse en esa sola idea resulta insuficiente.

El camionero tucumano fue entregando progresivamente su harina en Caucete, Santa Lucía, Capital y Rivadavia. Sus testeos rápidos fueron negativos. Pero bien pudo haber sido un paciente asintomático con falso negativo y haber regado el Covid-19 en distintos puntos, generando un brote multifocal. No hay plan que pueda contener semejante bomba. Hubiera significado el retroceso a Fase 1 posiblemente, para cortar la cadena de transmisión.

Sin embargo, aún si Videla hubiera sido positivo y asintomático, bastaría con mantener una distancia de dos metros y tener tanto él como su interlocutor el tapabocas bien colocado para reducir al mínimo la posibilidad de contagio. Eso más el lavado de manos y la correcta higiene de los espacios, hubieran sido prácticamente un blindaje. Entonces, detrás de la condena social al camionero, posiblemente haya también una evasión personal, un chivo expiatorio.

Si las medidas de distanciamiento social ya no se cumplen, no hay control sanitario en las fronteras que sea garantía suficiente. El señalamiento inquisidor hacia el transportista, posiblemente sirva para purgar las propias responsabilidades. El relajamiento en esta cómoda Fase 5 no debería ser sinónimo de mayor vulnerabilidad frente al contagio, sino una etapa de suficiente educación para saber cómo estar protegidos llegado el momento.

Pretender que el Coronavirus nunca llegará a las calles de San Juan, que no habrá circulación comunitaria, es un anhelo. Suponer que el blindaje es suficiente para prolongar indefinidamente el estatus sanitario es temerario. Hacerle pagar todas estas frustraciones a un laburante, sin dudas, resulta desmedido.


JAQUE MATE